Roasting: ¿violencia o libertad de expresión?

  • Por Laura Coronado Contreras*

¡Te voy a quemar en redes! Esta frase es una de las amenazas más comunes que recibimos las mujeres en la era digital. Lo mismo podemos escucharla de un colega, un amigo, un vecino, un cliente y hasta de un familiar. Y realmente nos podemos sentir angustiadas por ella. Como diría Cicerón: “Nada hay tan veloz como la calumnia, ninguna cosa tan fácil de lanzar, más fácil de aceptar, ni más rápida en extenderse”. ¿Cómo hacerle frente a una mala reseña, comentarios en nuestros perfiles o publicaciones en grupos?

Una herramienta tan importante como el ciberespacio puede ser utilizada como un arma para “que arda Troya”, es decir, cuando se “incendian las redes” a partir de que alguien tiene, la firme convicción, de decir algo sin importar sus consecuencias. Todo puede ser grabado, compartido, reproducido y viralizado sin piedad: una falla en la comunicación, un desencuentro, un incidente de tránsito, un comentario descontextualizado, una mala reacción. A nadie le interesa si es cierto, actual, relevante mientras sea opinable. Un fenómeno que comenzó con las ladies y algunos lords —y que no pasaban de un meme— ahora son incidentes que pueden dañar gravemente la identidad, reputación e integridad de una persona.

La era digital ha traído una democratización en todos los sentidos: más lugares en donde anunciarse, más espacios para divertirse e informarse, una libertad para expresarse como nunca y, con ello, obviamente, publicidad engañosa, desinformación y, muy en particular, polémica ¿Podemos identificar la violencia en nuestros comentarios? ¿Descalificamos contenidos y opinamos sin escuchar o leer completamente? ¿Lo importante es ver quién y cómo se monetiza más? ¿Qué es lo que demandamos las mujeres? ¿Somos las primeras en buscar ganar notoriedad o dinero? ¿Cómo nos dirigimos unas a otras? ¿Es libertad de expresión o agresión lo que compartimos con nuestras reseñas o recomendaciones?

El poder de las redes sociales y el respaldo —o descredito— a través de éstas es cada vez mayor. Indudablemente, una avalancha de comentarios, con facilidad, se convierte en una lapidación digital.  La Real Academia Española define como linchamiento a “ejecutar sin proceso o tumultuariamente a un sospechoso o un reo.” Así es como se sienten las víctimas de una de las formas de violencia más utilizadas en las redes: la suma de voces que participan —de manera irreflexiva— para “hacer trizas y quemar” a una persona. Algunos estudiosos de estos fenómenos incluso han acuñado el término de “Woman’d” para describir el odio al género femenino en espacios en línea. Dichos discursos no sólo afectan a celebridades —incluso, ranqueándolas en listas de las “personas más odiadas de internet”—, sino también a todo tipo de mujeres que tienen perfiles digitales.

Al igual que sucedía con la persecución en Salem, por considerarlas brujas, ahora la hoguera consume principalmente a las mujeres. De acuerdo con datos del Inegi, en 2023, 23% de hombres entre los 20 a los 29 años que utilizaron internet fueron sujetos de agresiones frente a más de 30% de las usuarias en la misma condición. El dilema es que no nos sentimos capaces, y con la energía, para no caer en descalificaciones mutuas. Sin embargo, está en nosotras confiar en que un comentario aislado no minará nuestros ingresos, imagen o autoestima. Y, que a la larga, pesará más el trabajo, la constancia o la trayectoria que la misoginia en línea.

*Catedrática de la Facultad de Estudios
Globales de la Universidad
Anáhuac México.