Romper mitos de género en el área de matemáticas .

/ Martha Mejía /

Gabriela Araujo, investigadora del Instituto de Matemáticas de la UNAM en la Unidad Juriquilla y actual presidenta de la Sociedad Matemática Mexicana, platica sobre los mitos y realidades en torno del aprendizaje y desarrollo de las mujeres dentro de esta ciencia, que cultural e históricamente relacionó con el género masculino.

—¿Por qué se cree que las matemáticas se les facilita en mayor medida a los hombres?

—El mito tiene que ver con un estereotipo, con una sociedad muy antigua donde la ciencia estaba pensada para los hombres, no para las mujeres. En este mundo patriarcal en el que vivimos eran los hombres los que desde siempre se dedicaron a pensar y no las mujeres. Más allá de que actualmente sea un mito o no, histórica y socialmente las matemáticas no han sido hechas por mujeres, sino por hombres. Todavía, hasta hoy, existen menos matemáticas respecto del número de matemáticos en el mundo.

—En este sentido, ¿cómo ha sido abrir brecha en su experiencia?

—En general los científicos son gente que gozó a lo largo de la historia de muchos privilegios; es decir, buena educación y preparación. Por ejemplo, muchos aristócratas nobles fueron matemáticos. Las hijas y esposas de estos estuvieron naturalmente vinculadas con la ciencia y la aprendieron. Estas mujeres también fueron privilegiadas dentro de la historia.

Añade que “en el contexto actual lo que vemos son todas estas uniones o colaboraciones de mujeres que se dan en diversos ámbitos, no nada más dentro de las matemáticas, de manera muy natural. Inclusive las jóvenes nos empezaron a pedir encuentros, seminarios y simposios con más mujeres. Surge de la propia necesidad de la comunidad”.

Críticas

Dice Araujo que “es como un efecto de bola de nieve: mientras haya mujeres en un lugar, llámese la academia, una empresa o una institución, eso llamará a más mujeres; entonces comienzan a darse todas estas redes y colaboraciones.

—¿Cuál considera el principal reto para que una mujer ingrese al mundo STEM (por las siglas en inglés de Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas)?

—El síndrome del impostor. Tuvimos un taller superinteresante al respecto. Este síndrome se da en hombres y mujeres, cuando los científicos a veces sentimos que llegamos a un lugar (ya sea jerárquica o económicamente) sin darnos mucha cuenta y te sientes como si no te lo merecieras, pero es sicológico. Se trata de un pensamiento erróneo, pero veo que las mujeres lo tenemos muy presente, ya que nos cuesta reconocer y validar nuestro trabajo y esfuerzo al escalar académica o profesionalmente. Como que no nos la creemos. Somos muy críticas con nosotras mismas. Creo que también existe una razón social que tiene que ver con el llamado techo de cristal, al contrario de los hombres —si lo etiquetamos así—, que se saben vender mejor. A las mujeres, supongo, culturalmente nos da más miedo.

—¿Cuál es la recomendación?

—Hay que romper estos mitos sociales, estos estereotipos por los que las niñas prefieren estudiar cosas femeninas y piensan que la ciencia no lo es. Que los niños puedan ser bailarines o tejer bufandas o cualquier cosa que deseen. Que la gente pueda intentar estudiar y probar lo que quiera. Si eso lo empiezas a hacer desde muy pequeñito y se les promueve a los niños otro tipo de educación puede tener efectos verdaderamente positivos.

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