*Brenda Macías / Centro de Investigaciones y Estudios de Género.
Este 25 de mayo de 2025 conmemoramos el centenario del nacimiento de Rosario Castellanos, una de las voces más potentes y valientes de la literatura mexicana. Su legado no sólo se construyó desde las letras, sino también desde la crítica social y política, consolidándose como una pionera del periodismo feminista y de la denuncia literaria en tiempos de represión.
A través de su escritura, Castellanos supo hacer frente a las estructuras de poder, especialmente durante los convulsos años 60 y 70 del siglo XX, marcados por la censura y el silencio oficial frente a los crímenes del Estado. El centenario de su natalicio es una oportunidad para reflexionar sobre su obra, en especial en relación con su poema “Memorial de Tlatelolco”, un testimonio de resistencia que trasciende las barreras del tiempo y el olvido oficial.
La poesía como arma
Rosario Castellanos se destacó por un periodismo de opinión, donde su voz se hizo visible, subjetiva y crítica, desafiando las normas del periodismo tradicional de la época. Durante la masacre de Tlatelolco en 1968 y el Halconazo de 1971, cuando el gobierno mexicano reprimió brutalmente los movimientos estudiantiles, la labor de los periodistas era fuertemente limitada por la censura.
Sin embargo, Castellanos optó por utilizar su pluma no sólo como una herramienta de denuncia, sino también como una vía para encontrar un refugio en la poesía. Su narrativa, cargada de conciencia crítica y poesía política, permitió que sus mensajes más complejos y valientes sobrevivieran a las restricciones impuestas por el aparato gubernamental.
Para profundizar sobre este tema, Gaceta UNAM entrevistó a Andrea H. Reyes, de la Universidad de California Mexicanistas, y compiladora de las obras periodísticas de la autora en los volúmenes Mujer de palabras: obras rescatadas de Rosario Castellanos (2024), editados por el Centro de Investigaciones y Estudios de Género, el Fondo de Cultura Económica con el apoyo de la Coordinación de Humanidades y el Instituto de Investigaciones de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social.
En esta entrevista, Andrea H. Reyes expuso que la obra de Castellanos fue vista por sus editores más como la de una escritora literaria que como la de una periodista crítica. Esto ocurrió especialmente en su análisis de la masacre de Tlatelolco, en donde sus reportes no fueron bien recibidos debido a su postura frontal.
En este contexto, su poesía se convierte en la única vía posible para expresar lo que el periodismo no podía decir sin sufrir represalias. El poema “Memorial de Tlatelolco” se erige como la obra más valiente y explícita de Castellanos sobre la masacre de 1968, y refleja no sólo su impotencia ante la violencia, sino también su denuncia sobre el silencio cómplice de los medios de comunicación.
Testimonio y memoria colectiva
“Memorial de Tlatelolco”, incluido en el libro La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, se ha convertido en una de las piezas más relevantes y poderosas en la historia de la literatura mexicana. El poema, grabado en piedra en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, donde ocurrió la matanza, es un testimonio no sólo de lo ocurrido, sino también de la memoria colectiva de México.
Durante la entrevista con Andrea H. Reyes, la investigadora desmenuzó el texto para exponer que el poema abre con una fuerte reflexión sobre la relación entre la violencia y la oscuridad, donde la noche se convierte en un espacio de ocultamiento, de invisibilización del crimen. Castellanos escribe: “La oscuridad engendra la violencia / y la violencia pide oscuridad para cuajar el crimen.”
Estas primeras líneas no sólo sirven como un prólogo, sino como una introducción al modo en que el Estado mexicano estructuró y escondió la masacre, dejándola en la penumbra de la información oficial. Castellanos denuncia la complicidad del poder al exponer el crimen en su forma más cruda y explícita, al tiempo que revela cómo los mecanismos de la violencia política actúan bajo el manto de la opacidad, de la invisibilidad.
En la segunda estrofa, la poeta plantea una serie de preguntas inquietantes que resuenan con desesperación: “¿Quién? ¿Quiénes? Nadie. Al día siguiente, nadie.”
Estas interrogantes reflejan el vacío de la justicia y la verdad en un país que se empeñó en negar las consecuencias de sus actos, transformando una matanza en un episodio sin responsables. La referencia a la limpieza de la plaza y al olvido oficial es implacable: “La plaza amaneció barrida”. Es una crítica al intento de borrar cualquier evidencia, al ocultamiento de los cadáveres y la memoria, al lavado de manos de quienes se beneficiaron del silencio.
La escritora tomó una postura que desbordó los límites de la literatura, convirtiéndose en una verdadera cronista de su tiempo que usó la poesía para recuperar lo perdido: la memoria, la verdad y la justicia”
Andrea H. Reyes
Investigadora de la Universidad de California
La complicidad de los medios
Castellanos no sólo denuncia la violencia física, sino también la violencia simbólica de los medios de comunicación y la política del olvido institucional: “Los periódicos dieron como noticia principal el estado del tiempo.”
Aquí, la autora expone de manera irónica el papel de los medios de comunicación que se sometieron a la versión oficial, silenciando las voces de las víctimas y relegando la masacre a la trivialidad de la agenda informativa. El sarcasmo de esta línea denota el grado de complicidad que los medios tuvieron con el poder. Rosario, consciente de esta limitación, convierte la poesía en una forma de resistencia y de preservación de la memoria.
En su última estrofa, el poema cierra con una crítica directa al olvido forzado de la historia y la invisibilidad de las víctimas: “No busques lo que no hay: huellas, cadáveres… Nada consta en actas.”
La autora no sólo denuncia el crimen de Tlatelolco, sino el crimen del olvido, la negación de la verdad por parte de las instituciones del Estado.
Espacio de resistencia
Andrea H. Reyes, recuerda que Rosario Castellanos al escribir “Memorial de Tlatelolco” no únicamente dejó una denuncia literaria, sino una obra que fue capaz de trascender el tiempo y convertirse en una herramienta pública de resistencia. Al ser grabado en piedra en la Plaza de las Tres Culturas, su poema pasó a formar parte del paisaje mismo, un recordatorio eterno de los horrores que tuvieron lugar allí, y un testimonio indeleble de la valentía de una mujer que, a pesar de las represalias, nunca dejó de alzar la voz.
En un contexto en el que el país parecía querer borrar su historia y silenciar las voces disidentes, Castellanos tomó una postura que desbordó los límites de la literatura, convirtiéndose en una verdadera cronista política que usó la poesía para recuperar lo perdido: la memoria, la verdad y la justicia.
El legado: un aniversario que recuerda su voz crítica
En estos días, al conmemorarse los 100 años del nacimiento de Rosario Castellanos, no sólo celebramos a una escritora excepcional, sino a una mujer que encontró en las letras, en la poesía y en el periodismo, las herramientas para construir una voz crítica y firme frente a la opresión y el silencio. Su centenario es una oportunidad para recordar su obra y su ejemplo de valentía, para reflexionar sobre lo que significó en su tiempo y lo que sigue significando hoy en día: un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, la palabra puede ser un faro que ilumina la verdad.
*Foto Portada: Memorial de Tlatelolco”, de la autora chiapaneca, fue grabado en piedra en la Plaza de las Tres Culturas como testimonio indeleble de los hechos ocurridos en octubre de 1968. Foto: cortesía Colegio de Ciencias y Humanidades.