*Lewis Hamilton detuvo la velocidad por amor a su perro.
29.09.2025 En el mundo de la Fórmula 1, donde cada segundo se mide con precisión quirúrgica y cada decisión puede cambiar el curso de una temporada, Lewis Hamilton hizo algo que pocos pilotos se atreven a hacer: detenerse. No por una falla mecánica, ni por estrategia de equipo. Se detuvo por Roscoe.
Lewis Hamilton, siete veces campeón mundial de Fórmula 1 y actual piloto de Ferrari, tomó una decisión que conmovió al mundo del automovilismo: se retiró de una prueba de neumáticos Pirelli en el circuito de Mugello para permanecer junto a su inseparable bulldog inglés, Roscoe, quien se encuentra hospitalizado en estado crítico.
Roscoe ha sido parte esencial del universo de Hamilton desde 2013. El bulldog de 12 años ha acompañado al piloto británico en múltiples Grandes Premios, ha viajado en jet privado, posado en sesiones oficiales y hasta tiene su propia cuenta de Instagram con más de 1.3 millones de seguidores. Para Hamilton, Roscoe no es solo un perro: es familia.
Una recaída grave.
El pasado viernes 26 de septiembre, Hamilton compartió en redes sociales que Roscoe había sido hospitalizado por una recaída de neumonía, una condición que ya lo había afectado en abril. Durante el tratamiento, mientras era sedado para realizarle chequeos, el corazón del bulldog se detuvo. Los veterinarios lograron reanimarlo, pero Roscoe permanece en coma.
“Roscoe volvió a contraer neumonía y tenía dificultades para respirar. Fue ingresado en el hospital y sedado para calmarlo mientras le hacían controles. Durante el proceso su corazón se detuvo. Lograron recuperar el latido y ahora está en coma. No sabemos si despertará. Mañana intentaremos despertarlo. Estoy a su lado y quiero agradecerles a todos por sus oraciones y apoyo”, escribió Hamilton en Instagram.
La escudería Ferrari confirmó que el piloto chino Zhou Guanyu ocuparía el lugar de Hamilton en la prueba de neumáticos en Mugello. Aunque el test era clave para el desarrollo del SF-25, el equipo respaldó la decisión del británico, quien atraviesa un momento emocionalmente difícil.
*Roscoe, el bulldog que detuvo a Ferrari.
Roscoe no es un ingeniero, ni un patrocinador, ni un rival. Es un bulldog inglés de doce años, de andar pausado y mirada noble, que ha sido compañero inseparable del siete veces campeón mundial desde 2013. Ha caminado por los paddocks de Mónaco, ha posado en sesiones oficiales, ha viajado en jets privados y ha dormido en hoteles cinco estrellas. Pero esta vez, Roscoe no estaba en la pista. Estaba en coma.
El viernes 26 de septiembre, mientras Ferrari afinaba los detalles para una prueba de neumáticos Pirelli en Mugello, Hamilton recibía una noticia que lo sacudió más que cualquier bandera roja: Roscoe había sufrido un paro cardíaco durante un tratamiento por neumonía. Lo habían sedado para calmar su respiración agitada, pero su corazón se detuvo. Los veterinarios lograron reanimarlo, pero el bulldog quedó en estado crítico.
Hamilton canceló su participación en el test. No hubo simulador, ni telemetría, ni briefing técnico. Solo un piloto sentado junto a una camilla, acariciando el pelaje de su amigo, esperando que abriera los ojos.
“Estoy a su lado. No sabemos si despertará. Gracias por sus oraciones”, escribió en redes sociales. El mensaje, breve y vulnerable, contrastaba con el lenguaje habitual del automovilismo: cifras, estrategias, velocidad. Era una pausa. Una rendición emocional.
Roscoe no es solo un perro. Es el reflejo de una vida que Hamilton ha construido fuera de los circuitos: vegana, consciente, afectiva. Ha sido su sombra en los momentos de gloria y su consuelo en las derrotas. En 2020, cuando Hamilton ganó su séptimo título mundial, Roscoe estaba en el box, moviendo la cola como si entendiera que su humano acababa de igualar a Michael Schumacher.
Ahora, en 2025, Hamilton corre para Ferrari. El rojo lo envuelve, la presión lo acecha, pero Roscoe sigue siendo su centro de gravedad. En Mugello, el equipo entendió que había cosas más importantes que los compuestos blandos o los datos de desgaste. El piloto más laureado de la historia necesitaba estar con su perro.
La historia de Roscoe es también la historia de un hombre que, en medio del vértigo, eligió detenerse. Que entendió que la lealtad no se mide en podios, sino en presencia. Que supo que hay batallas que no se libran en la pista, sino en una sala de hospital, esperando que un corazón vuelva a latir.
Y si Roscoe despierta, como todos esperan, habrá una celebración que no necesita champagne ni himnos. Bastará con verlo caminar de nuevo, quizás lento, quizás torpe, pero vivo. Porque en ese instante, Lewis Hamilton habrá ganado algo más que una carrera: habrá ganado tiempo con quien siempre lo esperó, sin importar el resultado.