S. O. S. a mis ex compañeros.

/ José Woldenberg /

S.O.S, se sabe, es una señal de auxilio, un llamado de rescate. Una vez que uno pasa de la preocupación a la alarma se hace necesario. Eso quiere ser esta modesta nota. Un breve texto dirigido a quienes fueron compañeros en el PSUM, PMS y primeros años del PRD. También a amigos y ex amigos del sindicalismo universitario. Son preguntas fruto del desasosiego por el rumbo del país.

¿De verdad están de acuerdo con que los militares se encarguen no solo de la seguridad nacional sino de construir y administrar aeropuertos, sucursales de Banco, puertos mercantiles, distribuyan vacunas, sean los encargados de frenar a los migrantes (la Guardia Nacional) y hasta vendan boletos para la tramposa rifa del avión?

¿No les alarma la descalificación sistemática de medios y periodistas críticos a la gestión de gobierno? ¿No les preocupa el poco aprecio que el presidente tiene por la ciencia, la cultura y las artes? ¿No se ruborizaron cuando a mitad de la pandemia sacó una estampita del Sagrado Corazón de Jesús como fórmula para hacerle frente? ¿No se sienten ofendidos cuando se niega reiteradamente a utilizar el cubreboca?

¿No les lastima que haya dicho que el feminismo, el ecologismo y los derechos humanos no son más que una invención del neoliberalismo? ¿No reaccionarán ante su incapacidad para entender las reivindicaciones de las mujeres? ¿No se les cae la cara de vergüenza cuando se protege a presuntos violadores o acosadores?

¿Qué piensan de los ataques sistemáticos contra centros de educación superior? ¿De lo que hoy pasa en Conacyt o el CIDE? ¿Del trato que han recibido algunos de los más reconocidos científicos mexicanos? ¿de los “otros datos” con los cuales se pretende ignorar información que proporcionan instituciones estatales como el Coneval o el Inegi?

¿No les escandalizó el intento anticonstitucional que pretendía alargar el periodo del presidente de la Corte? ¿No se estremecen cuando el presidente desata una campaña permanente contra el INE y pretende alinear a las instituciones autónomas a su voluntad?

¿No les enoja que hoy en México existan más pobres que hace tres años y que millones de personas de las “capas medias” hayan caído en la pobreza? ¿No les inquieta que la política económica durante la pandemia haya sido neoliberal en extremo? ¿Qué se haya optado porque cada quien (empresas y trabajadores) se rascara con sus propias uñas?

¿No les espanta e indigna el manejo de la pandemia? ¿No los sacude los casos de corrupción que son desoídos por el presidente si se trata de personas cercanas a él? ¿no los agita los visibles retrocesos en materia de salud? ¿el desabasto de medicamentos? ¿el deterioro de la educación? ¿la absoluta despreocupación por el medio ambiente? ¿el incremento de los asesinatos? ¿las muertes violentas de periodistas? ¿las mentiras recurrentes? ¿las calumnias?

Si una o dos de esas preguntas les generan inquietud no deben darles la espalda. Conozco a muchos que hace apenas unos años de ninguna manera hubieran aceptado lo que sucede. La izquierda se movilizó a favor de la equidad y la democracia. No puede ahora convalidar la edificación de un nuevo autoritarismo empobrecedor.

México está retrocediendo a pasos agigantados hacia un despotismo que creíamos desterrado y sin que se atienda (más allá de las transferencias monetarias) la abismal fractura social que marca nuestra convivencia. Por favor, como diría Savater, no conviertan a la izquierda en siniestra.

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