- El Ágora .
/ Octavio Campos Ortiz /
No ha habido gobiernos más falaces que los de la autonombrada 4T. Para obnubilar a la población han recurrido a toda la clasificación de las falacias. Utilizan argumentos lógicos pero falsos para imponer no solo su verdad, sino su autoridad. Recurren a las falacias para justificar su proyecto político y polarizar a la sociedad, confrontan a los sectores mediante el juego maniqueo de la realidad y provocan el antagonismo. Los buenos contra los malos, fifís contra chairos, populistas contra neoliberales, empresarios contra trabajadores, burgueses versus proletarios. Desde el poder omnipresente y omnímodo se dicta la “nueva moral pública” que condena a la hoguera social a los enemigos del régimen, a quienes se culpa de todas las calamidades. Los nuevos Torquemada señalan a los enemigos públicos que van desde los gobiernos neoliberales hasta los empresarios depredadores o políticos y partidos de oposición que no aceptan el bienestar popular. ¡Abajo los “aspiracionistas” clasemedieros!
Para lograr esa confrontación social que oculta el verdadero propósito de fomentar la mediocridad, aceptar la pobreza como destino manifiesto y creer en un Estado benefactor que hace de las dádivas asistencialistas una política pública, el aparato propagandístico oficial recurre a las falacias ad hominem, mediante la cuales ataca a las personas pero no sus argumentos: Todo es culpa de Calderón, de García Luna, de Salinas Pliego, de Loret de Mola, de Ciro, de Riva Palacio -entre otros periodistas críticos-, de voraces y evasores emprendedores, pero nunca desmienten sus argumentos ni probado alguna responsabilidad. Lo malo viene del pasado, nada sucede en el presente. Cantaleta de todos los días son las falacias ad populum, las cuales apelan a la opinión popular: el pueblo bueno y sabio, las consultas para impedir la construcción de un HUB mundial en el Aeropuerto de Texcoco, evitar la instalación de una cervecera que fomentaría el empleo, juzgar a los expresidentes, votar a ministros, magistrados y jueces. El pueblo nunca se equivoca. También recurren a las falacias ad verecundiam, las que se basan en la la autoridad de una sola persona, aunque no conozca del tema: No es una ciencia gobernar, la extracción de petróleo no requiere más que de perforar un hoyo en la tierra, tenemos un sistema de salud mejor que el de Dinamarca, ¿Cuánto gana Loret?, yo tengo otros datos, no sirve la energía solar porque en la noche no genera electricidad, se ahorra más luz y se paga menos si no se enciende la luz, no somos piñata de nadie, no somos una colonia y los consabidos “masiosares”. Porque lo digo yo.
Recurren a todo tipo de falacias para sostener su proyecto populista, aunque no dé resultados. A siete años de gobierno no han podido hacer de la administración pública un generador de satisfactores sociales que realmente atienda los grandes problemas nacionales. El retroceso es evidente y la gobernabilidad no se les da. Otro argumento falaz es “no somos como los de antes” y efectivamente no son iguales salieron peores. A su incapacidad para gobernar hay que sumar que heredaron las peores mañas del priismo -que está en su ADN-, y se comportan en consecuencia. Son ambiciosos del poder, corruptos como ninguno, rateros, traicioneros, autoritarios, tramposos y engañadores del pueblo. Falso que primero sean los pobres, primero son ellos. La exhibida mediática de los viajes y estilo de vida de los “cuatroteros” demuestra que dejan atrás a los del viejo régimen.