Salir de Rusia

**LINOTIPIA.

/ Peniley Ramírez /

Hace un mes, Rusia invadió Ucrania. Desde entonces, más de 450 compañías han salido de Rusia, la mayoría después de las sanciones que anunció Estados Unidos. Días después de que comenzó la invasión, Jeffrey Sonnenfeld, de la Escuela de Administración de la Universidad de Yale, y su grupo de investigadores comenzaron a elaborar una lista de las empresas que estaban dejando sus negocios en Rusia. La lista se actualiza cada hora, está disponible para descarga pública y ha circulado ampliamente. En una entrevista con The New York Times, Sonnenfeld calificó la andanada como “una rara unidad de misión patriótica, valores personales, preocupación genuina por la paz mundial e interés corporativo”.

Una de las primeras empresas que anunció su salida fue la multinacional de petróleo y gas Shell. Cuatro días después de la invasión, anunció su “intención” de dejar la sociedad con Gazprom, una compañía de gas rusa mayoritariamente estatal, y la venta de casi tres mil millones de dólares en activos en empresas en Rusia. El director ejecutivo de Shell, Ben van Beurden, dijo que estaban “conmocionados por la pérdida de vidas en Ucrania, que deploramos”.

Unos días después, Shell “discretamente compró algo de petróleo ruso”, según anunció en Twitter el ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba. “Una pregunta para Shell: el petróleo ruso, ¿no le huele a sangre ucraniana?”, tuiteó Kuleba. Horas después, Shell se disculpó. Anunció que dejaría de comprar crudo ruso de inmediato, no renovaría los contratos y cerraría las estaciones de servicio, el servicio de combustible de aviación y las operaciones de lubricantes en Rusia.

La lista comenzó solo con dos categorías: se quedan o salen. Desde el fiasco de Shell, más de 172 corporaciones han salido completamente de Rusia, como BP, ExxonMobil, la FIFA, Netflix, Rolex, Uber, Spotify, WeWork. Entre las que han desafiado las sanciones y continúan están AstraZeneca, Decathlon, Lenovo, Huawei y la mexicana Gruma. En 2017, Gruma inauguró en Moscú una planta con capacidad para producir 50 mil toneladas de tortilla de trigo y frituras de maíz al año. En febrero, la empresa anunció que cerraría una planta en Ucrania, pero no han respondido sobre Rusia, públicamente ni para esta columna. En sus páginas web, los negocios rusos siguen como activos.

A principios de marzo, el equipo de Yale incorporó tres categorías más. Ahora, llevan registro también de las empresas que suspendieron operaciones en Rusia temporalmente, pero dejan abierta la posibilidad de volver. Allí colocaron a Disney, Coca-Cola, Apple, Amazon, Fedex, Ford, Microsoft y otras. Por último, enlistaron las que están “comprando tiempo”, ya que suspendieron nuevas inversiones o desarrollos, pero siguen operando los que tienen. Allí se encuentran, entre decenas más, Bayer, Unilever, Subway, Nestle, Kimberly-Clark, Hyatt, Hilton, Schlumberger, Halliburton y Baker Hughes.

Con la salida de Rusia, los inversionistas comienzan a mirar en qué otros sitios del mundo pueden colocar su dinero. En América, uno de esos sitios es México. Desde el año pasado, con las dificultades en la cadena de suministro por la pandemia, México ha estado en la conversación de productores respecto a la conveniencia de hacer mayor inversión en el país. Los costos de producción son más bajos que en EU y estarían cerca de la economía estadounidense, el mayor consumidor del planeta.

Pero otros factores minan este escenario. México ha tenido un retroceso en la inversión extranjera. El crecimiento económico ha sido modesto y los modelos de riesgo de los inversionistas lo consideran como un país muy volátil, en términos de confianza en el gobierno. “Para capitalizar el momento, México debería tener condiciones internas favorables -por lo menos neutrales a la inversión-. Pero el gobierno mexicano se ha esmerado en mostrarle una cara adversa a la inversión extranjera”, me dijo Pablo Zárate, de la consultora FTI, con sede en Washington.

En Wall Street y en Washington han tomado nota de que México ha recibido a diplomáticos rusos y rechazó las peticiones de armas de Ucrania. Más allá de la valoración política, estos elementos se contabilizan en los modelos de negocios, y se usan para decidir dónde poner el dinero.