“Entre condenas al “fracaso” que significó la conquista de México por parte de Hernán Cortés y su ejército de unos cuantos españoles y una mayoría de tlaxcaltecas y texcocanos que tomaron por asalto la antigua México-Tenochtitlán hace 500 años, el presidente López Obrador aprovechó el evento de la conmemoración del medio siglo de la caída del Imperio Mexica para mandar toda clase de mensajes: desde los políticos y sucesorios, hasta los ocurrentes.
En el último caso el mandatario nacional prometió que “nunca se repetirá una conquista como la de los españoles hace 500 años en el territorio mexicano”, como si él, al que solo le quedan tres años en el cargo, pudiera prever y evitar lo que venga en el futuro para este país.
Pero además, el ocurrente tabasqueño no se aguantó las ganas de jugar a la sucesión presidencial anticipada que él mismo inauguró y, tras la ceremonia en el Zócalo, frente a una pirámide de cartón, similar a la que instalara en 1933 el presidente Pascual Ortíz Rubio, apareció en una fotografía que, a querer o no, manda muchos mensajes que tienen que ver con la sucesión del 2024.
En la plancha del Zócalo, en una imagen captada por la lente de los reporteros gráficos, aparece el Presidente con traje oscuro y caminando a su derecha su esposa Beatriz Gutiérrez Müeller de vestido negro hasta el cuello y collar de perlas, mientras que a la izquierda del Presidente va Claudia Sheinbaum, de vestido rojo y rebozo blanco, a un costado de ella una líder de los pueblos indios de Arizona y a su costado el canciller Marcelo Ebrard, que camina junto con el Presidente pero a dos lugares de distancia del mandatario.
Es decir, en la imagen captada por la lente de los fotógrafos en esa caminata por la plancha del Zócalo, está fielmente retratado el momento de cómo va la sucesión presidencial adelantada que hace cosa de un mes decretó el presidente López Obrador: a su derecha su esposa e influyente voz en el gobierno, la controvertida Gutiérrez Müeller; a la izquierda cercana del Presidente la jefa Sheinbaum a la que controla y gobierna al mismo tiempo que defiende e impulsa con miras a su sucesión; y un poco más allá, separado por otros grupos, el influyente y experimentado canciller Marcelo Ebrard, que a pesar de contar con la confianza y cercanía del Presidente y de tener mucha más experiencia política y de gobierno, siempre estará más separado del afecto presidencial que la púpila Sheinbaum que, sin tanta experiencia y sin mayor trayectoria política, tiene de su lado la cercanía y la lealtad incondicional del receloso y desconfiado inquilino del Palacio…