*La Política me da Risa.
/ Yazmín Alessandrini /
* La alcaldesa de Cuauhtémoc acabará su gestión y se marchará por la puerta de atrás
* La gente está cansada de los políticos prepotentes, arrogantes, despóticos y clasistas
* No entendió complejidad de haber llegado a la demarcación más importante de la CDMX
CATÁLOGO DE COMPLEJOS.- La alcaldesa de Cuauhtémoc, Sandra Xantall Cuevas Nieves, quien, por cierto, ni siquiera es originaria de esa demarcación (es oriunda del pueblo originario de Coltongo, el cual está ubicado en Azcapotzalco), ya se creyó eso de que su vida como funcionaria pública es algo así como un reality show tipo “Acapulco Shore”, una producción de la cadena MTV que exacerba los estereotipos del estilo de vida buchón y wannabe. Vive desfasada de la realidad. A ella no le hablen de gobernar, de servirle a la gente o de entregar resultados, porque por principio de cuentas no sabe de eso y no le interesa. Lo suyo, lo suyo, lo suyo es la autopromoción, las selfies y las redes sociales, pero, sobre todo, en lo que se ha especializado es en maltratar, humillar, denostar e insultar a todos aquellos a quienes considera inferiores e indignos de su alcurnia y sofisticación, las cuales no tiene de hecho. Por eso, su más reciente escándalo, suscitado el jueves pasado, en el que por indicaciones suyas el grupo de guaruras que se encarga de su seguridad golpeó salvajemente a un peatón quien paseaba a su mascota por una acera de Avenida Paseo de la Reforma y al cual le provocaron diversas lesiones, la pinta de cuerpo entero por enésima ocasión y la retrata como una persona desequilibrada que no debería dedicarse al ejercicio de la administración pública.
DE PENA AJENA.- La señora Cuevas Nieves está acostumbrada a llamar la atención. Pero para su mala fortuna no cuenta con las herramientas emocionales para entender que como funcionaria no le es conveniente ponerse bajo el reflector gracias a los escándalos. En esta actividad (la política) no sirve de mucho aplicar el aforismo del irlandés Oscar Wilde que dice “que hablen mal de uno es espantoso. Pero existe algo peor y es que no hablen” y éste es un absurdo que está perjudicando las aspiraciones de la alcaldesa de Cuauhtémoc, pues es un hecho que con sus alardes y desplantes, los cuales rayan en lo despótico y vulgar, difícilmente tendrá cabida en otra parte una vez que haya terminado su gestión. Dar la nota (negativa) un día sí y otro también ya ocasionó que el poco capital político con el que llegó a esa alcaldía se fuera por el caño. Ahora, el escenario inmediato, amparada o no, será que desde el Congreso de la Ciudad de México busquen destituirla con toda justificación.
¿GOBERNAR O SIMULAR?- Y aparte de los escándalos y bochornos, ¿qué es lo que le ha entregado doña Sandra a los poco más de 545 mil cauhtemenses en lo concreto y lo tangible? Absolutamente nada. Sólo fotografías y videos donde la señora alcaldesa se da la gran vida vistiendo caros ropajes y asistiendo a exclusivos eventos destinados para una clase social a la cual definitivamente no pertenece. Mención aparte merecen los montajes (diseñados y destinados sólo para posar) en los que se hace pasar como una súper policía que lo mismo ayuda a sofocar un incendio o que, montada en su estrambótico pero poco eficaz vehículo todo terreno (como si fuera la protagonista de alguna de la secuelas de la saga “Mad Max”), sale a patrullar las calles para inhibir la acción de los malhechores.
Lo bueno es que ya se va.
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