**Prosa aprisa .
/ Arturo Reyes Isidoro /
Dos de los diarios más influyentes y leídos en México, Reforma y El País Edición México, publicaron anoche que tanto personal de su oficina en el Senado como los dirigentes del PAN, del PRI y del PRD confirmaron que el senador Ricardo Monreal negocia su candidatura presidencial por la coalición Va por México, a la que también trata de integrar a Movimiento Ciudadano.
Personal de su oficina confirmó que ha conversado ya con los líderes panistas, priistas, perredistas y emecistas, Marko Cortés, Alejandro Moreno, Jesús Zambrano y Dante Delgado. Más tarde Cortés dijo que no ha negociado nada.
Si bien Reforma registró que el personal de su oficina dijo que todavía no hay ningún compromiso, El País publicó que uno de los requisitos para que el zacatecano abandone Morena es que MC acepte unirse a la coalición.
Monreal no participará en la marcha convocada por el presidente Andrés Manuel López Obrador para el domingo por asistir a una reunión de legisladores en España, aunque senadores de Morena le recriminaron su ausencia y dijeron que es un mero pretexto, por lo que lo emplazaron a definirse.
En “Prosa aprisa” del pasado 7 de noviembre (“Copia y calca idéntica” de AMLO, no, ofrece Ebrard) adelanté que Monreal se iría de Morena (“cuya militancia en su partido pende de alfileres”), así como también Marcelo Ebrard y que Dante iría con ellos, aunque la información que poseía hasta entonces era en el sentido de que los dos primeros dejarían su partido hasta dentro de un año.
De acuerdo a mis fuentes, aunque ahora proyectan a Monreal como candidato presidencial de la oposición, en realidad lo sería Ebrard si el presidente se encapricha en imponer a Claudia Sheinbaum, y entonces el senador sería candidato a Jefe de Gobierno de la Ciudad de México o bien negociaría con Marcelo la Secretaría de Gobernación.
Es posible que si Monreal creciera, entonces negociaría con el canciller la candidatura presidencial. Morena, estaría a punto de sufrir una ruptura de consecuencias imprevisibles.
Y Adán Augusto viene por Veracruz
Por otro lado, mañana sábado en Cardel el secretario de Gobernación Adán Augusto López Hernández establecerá una cabeza de playa desde la cual buscará fortalecer su candidatura a la presidencia, en el proceso interno de Morena que tendrá su primera encuesta dentro de ocho meses.
Por la mañana quedará formalmente integrado su movimiento “Que Siga López, Estamos A Gusto”, que coordinará en el estado el diputado federal y aspirante a la gubernatura Sergio Gutiérrez Luna.
Al acto vendrá en representación del secretario el titular de la Dirección de Enlace con los Gobernadores y Alcaldes del País, Arturo Ávila Anaya, quien tomará la protesta a los integrantes de los comités estatal, distritales y municipales.
Irrelevante, la marcha, para el tamaño del padrón electoral
Al 18 de noviembre, hace una semana, el padrón electoral (toda la población que solicitó su inscripción en territorio nacional y cuenta ya con su credencial para votar con fotografía), de acuerdo a las cifras oficiales del Instituto Nacional Electoral (INE), era de 94,915,690 ciudadanos. La población total del país es de 130,262,220 personas, la cifra más actualizada.
En la elección del 1 de julio de 2018, Andrés Manuel López Obrador ganó la presidencia con 30,110,327 votos.
El próximo domingo tendrá lugar una marcha histórica en la Ciudad de México, histórica por todas las circunstancias que la rodean, empezando porque olvidándose que ya no es candidato la convoca el propio presidente, la marcha del ego, la llaman, porque sintió dañada la valoración excesiva que tiene de él mismo cuando miles de ciudadanos salieron a la calle, en forma libre y espontánea, a manifestarse contra su Reforma Electoral y su pretendida desaparición del INE tal como existe y funciona ahora.
Será histórica, además, por el acarreo humano que se hará de todo el país hacia la Ciudad de México, con todo el gasto que ello implica, haciendo uso y abuso de todo el poder que da el gobierno, una práctica para nada novedosa porque en su momento la realizaron los presidentes priistas, aunque AMLO y todos los suyos predican que no son iguales. Será una verdadera marcha de Estado.
Una vez que la anunció López Obrador ha sido tema diario. El tabasqueño, que dio claras muestras de que le ardió la marcha a favor del INE, ha sido desde entonces blanco de críticas de todos los calibres, sobre todo porque se toma su acción como una contramarcha contra ciudadanos a los que se supone que representa, cuya libertad de manifestarse debiera respetar, de alentar la crítica y la pluralidad.
La crítica a su marcha le ha pegado también y ha tenido que salir a declarar que en realidad será un festejo por los primeros cuatro años de gobierno, además de que ha salido con la ocurrencia de que no habrá acarreados, que todos llegarán por su propio pie de puro gusto. Nadie le ha creído.
Esperan hasta 3 millones de participantes
Con todo el apoyo del aparato de Estado, se espera una marcha gigantesca, que algunos calculan de 3 millones de asistentes, aunque el senador Ricardo Monreal estimó que tendrá una concurrencia de 2 millones de personas. Me quedo con esta cifra, porque por estar adentro el zacatecano seguramente sabe qué meta se fijó el presidente, aunque al final de cuentas, ¿qué son 2, concediendo que sean 3 millones los asistentes frente a un padrón de casi 95 millones de mexicanos, a una población de 130 millones y a los 30 millones que votaron a favor de AMLO en 2018?
¿Cuántos de esos 2 millones que se calcula que asistirán van realmente convencidos? Pensemos en 100 mil, pero el resto, un millón 900 mil, irían obligados o porque en muchos estados están ofreciendo el viaje con todo pagado además de entre 500 y 1,000 pesos de gratificación.
El presidente está urgido de la marcha para tratar de fortalecer su figura, su proyecto personal y el futuro de su movimiento, pues sabe que ya está en lo más alto del tobogán del que va a empezar a caer tan pronto como inicie el próximo año y arrecie la carnicería de los suyos y entre los suyos para tratar de sucederlo. Por eso habla de que casi es seguro que será la última marcha que encabece, porque en adelante todos van a seguir a quien se perfile como su más seguro sustituto. Por las cifras que cito párrafos anteriores, pienso que será irrelevante el número de asistentes a su marcha. Será más para satisfacer su ego que para efectos prácticos en el futuro.
Qué friega será para los que no simpatizan con él y su partido pero que van a ir forzados, presionados, obligados, amenazados. En Xalapa los están citando a las 11 de la noche del sábado. Han de llegar a la Ciudad de México entre las 3 y las 4 de la mañana con una temperatura estimada a esa hora en 9 grados, un poco aceptable para los xalapeños que están acostumbrados al frío, pero excesivamente fría para los de la costa y lugares calurosos. ¿Y si se les antoja hacer pipí o del dos, en dónde descargarán, en los arriates? Terminando, vendrá de nuevo la friega del regreso. Los van a terminar odiando.
Llega derrotado en dos de sus tres grandes reformas constitucionales
En la víspera de la antevíspera, o sea ayer jueves, en su programa matutino por televisión, el presidente López Obrador dio por muerta su Reforma Electoral, una de las tres grandes reformas constitucionales que se marcó realizar al inicio de su sexenio. La oposición le echó abajo primero la Reforma Eléctrica y ahora le repite la dosis con la Electoral. Lo único que logró sacar adelante fue el pase de la Guardia Nacional al Ejército y que las Fuerzas Armadas patrullen las calles, y eso porque el líder nacional del PRI, “Alito” Moreno, se vendió.
Con esas reformas, en especial con la primera, quería trascender en la historia, ponerse al lado de los presidentes Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos, uno nacionalizador de la industria petrolera, el otro de la industria eléctrica. El rechazo de la oposición han sido y son misiles de alto impacto en la línea de flotación del barco de la 4T en el que quería pasar a la historia. Será, pues, la marcha de un hombre con el peso de dos grandes derrotas legislativas históricas que necesita el aplauso de la multitud para sobrevivir en lo que le resta de su mandato.