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/ Eduardo Sadot /
A la caída de Maximiliano, el populacho hizo famosa la canción “Adiós mamá Carlota… Las enseñanzas, la herencia de Noroña para las nuevas generaciones es nefasta, reflejo de su poca escolaridad, la educación es como los dientes, cuando no se tiene se nota. Hay quienes trascienden por su inteligencia, su don de gentes, su grandeza de espíritu, por su sesudas aportaciones en el ejercicio del servicio público, por las iniciativas aprobadas – porque las presentadas valen cuando se votan y se aprueban – por su capacidad de diálogo, por su habilidad para crear consensos en torno a su ideología, en beneficio de su comunidad o inclusive de su grupo político y de su líder, en el poder legislativo por su visión de estadista que resulte un apoyo insustituible para quien coincida con la presidencia de la república, mientras se desempeña como legislador, el trabajo en cualquier trinchera, brinda a los seres humanos la posibilidad de trascender y dejar huella o un buen sabor de boca entre quienes lo conocieron, la grandeza de los seres humanos se finca en los pequeños detalles para construir, por el contrario, la destrucción consume al destructor y perece con el daño en el olvido de las personas.
Pero quienes llegan a un cargo henchidos de resentimiento, rebosantes de odio, solo pueden sembrar a su paso destrucción, porque han trepado en la política a base de servilismo, arrastrándose – literalmente por la calle o siendo arrastrado por otros – flagelándose para despertar lástima o llamar la atención, supliendo la carencia de inteligencia y como dice Antonio Machado “es la gente que camina y va apestando la tierra”.
La conducta de ese señor es el ejemplo anverso de lo que no debe ser un político, tan noble profesión, demanda estudios, preparación, sensibilidad, tolerancia, condescendencia, comprensión a las necesidades de sus semejantes y empatía. Cómo poder atender a los más necesitados, cuando su conducta aspirasionista y mercenaria, le impulsa a asumir conductas anodinas, en cuanto se le presenta la primera oportunidad y se transforma en en “bon vivant” decían la abuelitas “el pobre que nunca tiene y de pronto llega a tener, loco se quiere volver” y si tiene poder, que nunca ha tenido y lo llega a tener no sabe qué hacer con él, llega a pensar que es para su servicio y para desahogo de sus más bajos instintos, así se volcó en contra de un ciudadano que le increpara en el aeropuerto, precisamente en un salón VIP de la tarjeta de crédito americana más emblemática de nuestro país vecino.
Gente como él, es fácil de identificar, los gesticuladores que viven cuidando su imagen, sus intereses, que exigen pleitesía, reconocimiento popular y que son capaces de llevar con su venganza, al sacrificio ante el altar de su vanidad a todo ciudadano que “ose” ofenderles o cuestionar su conducta, esa imagen fabricada para apantallar o presumir ¡vamos! Para disimular las bajezas de las que fueron hechos. Esos que responden al principio de: hacer cosas buenas, para después hacer cosas malas impunemente. Noroña se va con sus sequito de aplaudidores en prensa o se los va a heredar a su sucesora.
Queda como ejemplo y herencia de lo que no debe ser ni hacer un político, al lado de otros como los: Judas, Nerón, Bruto, obrador, Victoriano Huerta, Santa Ana, Catilina, Yunes, Dayánes, pero de todos, al que mejor se asemeja es a Idi Amin Dada. No es perder el tiempo hurgando en la basura, es para la historia y para que las nuevas generaciones no caigan en ese ejemplo.
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