Secuelas de COVID-19 y uso de nuevas drogas agudizan problemas de salud mental 

*En México, 75 por ciento de la población que lo requiere no recibe ayuda para atender su salud mental

*Directora de Facultad de Filosofía de la UNAM impartió conferencia en la Unidad Iztapalapa de la UAM

/Rodolfo Pérez Ruiz / UAM/

Uno de los retos que enfrenta el mundo hoy es el incremento de la pobreza generada por el impacto del COVID-19, que ha afectado en mayor medida a las mujeres por medio de abusos, violencia y enfermedades, y para romper ese ciclo “debemos trabajar considerando todos los determinantes sociales”, sostuvo la doctora María Elena Teresa Medina-Mora en el Foro Salud y Bienestar celebrado en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Al dictar la conferencia magistral Retos para el tratamiento de la salud mental y adicciones, la directora de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) enfatizó que las nuevas sustancias nocivas que invaden el mercado pueden ocasionar que los procedimientos no sean efectivos “y que tengamos que investigar para encargarnos de las personas que usan combinaciones de drogas”.

La especialista reconoció la falta de recursos económicos para cuidar a quienes padecen problemas de salud mental, frente a lo cual, debido a la escasa infraestructura con la que se cuenta es necesario integrar su asistencia en el marco de la salud general; es decir, que las instituciones públicas se ocupen también de ese servicio.

La Investigadora Nacional Nivel III resaltó que la brecha de atención en salud mental es inmensa en México, alcanza casi 75 por ciento de la población que requiere ayuda y no la recibe.

Los determinantes sociales para las enfermedades mentales son muy variados y van desde el medio ambiente, hasta los factores heredados que crean una vulnerabilidad, por lo que contar sólo con el tratamiento “no nos va a permitir hacer ningún cambio, si no nos preocupamos por la pobreza y la inequidad, por lo que se requiere restructurar el sistema de salud”, señaló la profesora.

“Debido al COVID-19 hubo un incremento que se estima en 25 por ciento, en tanto que el uso de drogas, según reportes de la Organización de las Naciones Unidas, tuvo un aumento importante en el mundo y hay evidencia de que lo mismo sucedió en México”.

El costo directo e indirecto de la enfermedad asciende a cuatro por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) y aun cuando este tipo de padecimientos mentales no causa la muerte en forma inmediata, sí afecta a las personas, pues mueren entre 15 y 20 años más jóvenes.

La doctora Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Nuevo León indicó que existen “retos para mejorar la atención, pues una de las manifestaciones de la enfermedad mental es el suicidio, a pesar de que en las estadísticas casi siempre se ponen causas diferentes a la mental”.

El encierro derivado de la pandemia, la desesperanza y la incertidumbre, “porque no sabíamos lo que iba a pasar”, contribuyeron al incremento de este fenómeno, que tuvo un repunte en la segunda etapa de la crisis sanitaria. Los varones se quitan más la vida que las mujeres, aunque ellas lo intentan más veces, y la edad de la gente más afectada está entre 15 a 29 años, precisó.

En su presentación mostró gráficas que ilustran el aumento de esa conducta entre 2015  y 2019, periodo en que se incrementó dos puntos en el sector masculino, pero sólo de 2019 a 2021 el aumento fue similar, revelando una prevalencia sobre todo en los varones, si bien en la población total fue superior al crecimiento esperado, aunque México sigue por abajo de naciones como Chile y Argentina.

Otro reto importante por enfrentar son los síntomas post-COVID, principalmente la fatiga, los problemas de sueño y el deterioro cognitivo, “lo cual nos debe preocupar, pues se observa pérdida de memoria, tensión, afluencia verbal, dificultades con el pensamiento, niebla en la mente, ansiedad, estrés postraumático y depresión”.

El fentanilo es uno de los problemas que debemos tener en la mente, en Estados Unidos una mala prescripción de medicamentos para el dolor,  ha llevado a muchas a la adicción y muerte, enfatizó.

El uso de las drogas detonó en un incremento de muerte en México, particularmente en la frontera norte. Las drogas de mayor impacto consumidas en todo el país son las metanfetaminas, que usa principalmente la población joven.

Además el consumo de heroína está presente en casi todos los estados del país, estando los mayores consumidores en las entidades de la frontera norte, pero se suman Guerrero, Oaxaca, Puebla y Morelos, que reportan un consumo mayor que la media nacional.

Otra problemática es que la disponibilidad de hospitales psiquiátricos no ha crecido en México, “los que tenemos atienden enfermedades psiquiátricas, pero no incluyen los otros padecimientos y 80 por ciento de las personas con problemas de salud mental es asistido en sus casas”.

Un impedimento grave para atender esos padecimientos es que pasa mucho tiempo desde que empieza la enfermedad para recibir asistencia. En el caso de quienes usan sustancias tardan entre nueve y diez años; para quienes sufren depresión transcurren 22 años y aquellos que padecen ansiedad entre 30 y 31 años, aunque en muchos casos nunca acuden a recibir un tratamiento, reconoció la especialista.

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