“Sexalescencia”, otra forma de vivir la vejez.

*Las personas se permiten replantearse nuevos desafíos.

*En este periodo, los adultos mayores se niegan a asumir estereotipos que socialmente se les ha impuesto por su edad, como el ser inactivos, pasivos y dependientes de los hijos: José Alberto Ávila Funes, académico de la FM.

/Perla Chávez/

Una nueva forma de vivir la vejez comienza a presentarse en la población de entre 60 y 70 años, quienes ahora buscan vivir esta etapa desde una visión más renovada, con una actitud activa, con entusiasmo y más positiva. A esta perspectiva se le conoce como “sexalescencia”, término acuñado por el médico español Manuel Posso Zumárraga, que surgió a partir de la combinación de las palabras sexagenario y adolescencia, aseguró María Montero y López Lena, académica de la Facultad de Psicología (FP) de la UNAM.

José Alberto Ávila Funes, académico de la Facultad de Medicina (FM) y director de enseñanza del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, afirmó que la “sexalescencia” no es un término médico, sino una etapa de redescubrimiento y autonomía, en la que se reviven experiencias pasadas, sin culpa ni temor al fracaso. “Es un periodo en el cual las personas mayores niegan asumirse con ciertos estereotipos que socialmente se les ha impuesto por su edad, como el ser inactivos, pasivos y dependientes de los hijos”.

Segunda adolescencia

“La ‘sexalescencia’ puede compararse con una segunda adolescencia, donde las personas buscan prolongar la sensación de juventud, aunque con ciertas diferencias” explicó María Montero. Por ejemplo, en la adolescencia se atraviesa una crisis de identidad, ya que los jóvenes buscan descubrir su personalidad y definir quiénes son. Esta etapa es crucial para construir su futuro como hombres, mujeres u otras identidades, así como para asumir los roles sociales que deben cumplir.

En contraste, indicó la académica, “en la ‘sexalescencia’ las personas ya han superado esa búsqueda de identidad. Entonces, se permiten replantearse nuevos desafíos, similares a los de la adolescencia, pero con la ventaja de la experiencia acumulada a través de los años, lo que les ayuda a vivir de forma más significativa, funcional, digna y con más plenitud”.

Otra diferencia, “es que en la senectud, debido a que se tiene consciencia de que se acorta el tiempo de vivir, las personas seleccionan sólo aquellas experiencias más representativas que desean volver a vivir, no como en la adolescencia, que surge el interés por experimentar diversas vivencias”, subrayó.

“Las personas adultas mayores muestran una ‘juventud acumulada’ que se manifiesta en diversas formas, como cuidar su cuerpo haciendo actividad física; si están solteros, se dan la oportunidad de conocer personas; disfrutan de su vida sexual; les permea la idea de sentirse más funcionales, deseados y amados; adoptan ciertas maneras de vestirse más juveniles y se plantean nuevos proyectos de vida, entre ellos viajar, ya que muchos son jubilados y cuentan con la economía para hacerlo”, destacó la docente universitaria.

Sexualidad

A su vez, Ávila Funes señaló que durante la “sexalescencia” uno de los cambios más evidentes está relacionado con la sexualidad. En las mujeres, la llegada de la menopausia provoca una disminución en la producción de hormonas, como los estrógenos, mientras que en los hombres hay una reducción progresiva de andrógenos, como la testosterona. Estos cambios hormonales generan transformaciones en el cuerpo que afectan la función sexual: pueden presentarse disfunción eréctil, sequedad vaginal o una respuesta más lenta al estímulo sexual. Sin embargo, esto no significa el fin del deseo o del placer.

Afirmó que la sexualidad se transforma en esta etapa, adoptando un ritmo más pausado, conectado o libre, lo que permite redescubrir y disfrutar la vida sexual de una forma distinta, más acorde a la etapa de la vejez.

Además, “el avance tecnológico y médico ha permitido el desarrollo de tratamientos farmacológicos que mejoran el desempeño sexual, especialmente en los hombres. Lejos de ser un tabú, la sexualidad en la edad avanzada puede ser vivida plenamente, siempre que las personas adultas mayores tengan información adecuada, responsabilidad y, de ser posible, acompañamiento de un profesional”, precisó el especialista en geriatría.

Impacto positivo

A partir de los 30 años, los órganos inician un proceso natural biológico de declive. Por ello, explicó Ávila Funes, es fundamental llegar a esa etapa con una buena condición física y funcional de los órganos; esto permitirá que el deterioro sea más lento y llevadero, y alcanzar la vejez con mejores condiciones de salud.

El doctor en Ciencias mencionó que el envejecimiento es un proceso natural, progresivo e irreversible, y suele asociarse con ciertas pérdidas, tanto físicas como cognitivas, así como con estigmas visibles, como las canas, la lentitud en los movimientos o los cambios en la piel. Sin embargo, en esta etapa, la “sexalescencia” puede vivirse plenamente siempre que se conserve la salud física, emocional y sexual, además de factores culturales y económicos que la favorezcan.

Asimismo, consideró que adoptar esta nueva forma de ver la vida es beneficioso para la salud, ya que tiene un impacto positivo en lo psicológico: ayuda a reducir la depresión, común en esta etapa por la soledad o la ausencia de los hijos; además, disminuye el estrés, fortalece la autoestima y también favorece la salud de algunos órganos, como el corazón.

En ese sentido, María Montero dijo que otros de los beneficios “son que las personas –al tener un propósito de vida y aceptación por parte de su contexto– logran relaciones funcionales más constructivas, aportan notablemente a su entorno familiar o comunitario, esto les ayuda a sentirse más realizadas, con mayor capacidad para tomar decisiones, mejoran su autoestima y físicamente se sienten más activos y con mayor energía”.

“En la senectud hay beneficios importantes a rescatar, porque existe una gran población que rebasa los 60 años y son personas funcionales física, cognitiva y socialmente, además de que poseen una vasta experiencia”, añadió.

Riesgos

En términos sociales, indicó la académica, los posibles riesgos de la “sexalescencia” son que las personas, en la búsqueda de una juventud que ya no existe, asuman actitudes que podrían calificarse como “desfasadas”, debido a que en el contexto donde se desarrollan se considere que no están asumiendo la vejez, por ejemplo: en la forma de vestirse.

Entonces, “no únicamente se enfrentan al riesgo de lo estrafalario, sino también a la intolerancia del contexto. Esta situación en la adolescencia sería aceptable porque se cree que las personas a esas edades crecerán y con ello vendrá la madurez”, añadió.

La profesora de la Facultad de Psicología comentó que cuando el contexto no es receptivo a las demandas y a las necesidades afectivas de las personas mayores, estas entran en crisis y podrían presentar depresión, que a su vez devendría en intentos de suicidio”.

Asimismo, aseguró que “hablar de la “sexalescencia” permite replantear los riesgos de un envejecimiento que todavía no se comprende cómo vivirlo de una manera funcional”.

México

La especialista en envejecimiento apuntó: “Aunque esta nueva visión de vida se ha adoptado por los adultos mayores de algunos países como España, donde el término se acuñó originalmente, en México la “sexalescencia” no ha permeado completamente en la sociedad, ya que el contexto todavía no está preparado para un cambio de esta índole. Por ello, es necesario realizar más investigación acerca del tema, para identificar qué factores favorecen una vejez funcional”.

“Hay que tener consciencia de que se trata de una condición biológica inescapable, pero que podemos aportar, desde nuestras trincheras individuales, familiares y disciplinarias, a una convivencia mucho más armónica en donde se trate con dignidad a las personas mayores, que merecen ser escuchadas, consideradas y respetadas”, finalizó.

Fuente Gaceta UNAM