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16.09.2025 Ciudad de México.- Durante la conmemoración del Grito de Independencia del 15 de septiembre de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum hizo un gesto simbólico que resonó con fuerza: al evocar a las figuras históricas que impulsaron la lucha por la libertad, nombró a la corregidora de Querétaro por su nombre de nacimiento, Josefa Ortiz Téllez Quirón, en lugar del tradicional “Ortiz de Domínguez”.
Este acto no solo honra la memoria de una mujer clave en la insurgencia de 1810, sino que también recupera su identidad más allá del vínculo matrimonial que históricamente ha definido su presencia en los relatos oficiales.
Al nombrar a Josefa Ortiz Téllez Quirón por su nombre de nacimiento, y al incluir a figuras como Manuela Medina, Sheinbaum trazó una narrativa que reivindica el papel histórico de las mujeres desde una perspectiva de género.
Josefa Ortiz, cuyo nombre completo era María de la Natividad Josefa Ortiz Téllez-Girón, fue pieza fundamental en la conspiración de Querétaro, alertando a los insurgentes y contribuyendo al estallido del movimiento independentista.
La decisión de Sheinbaum de nombrarla desde su genealogía propia visibiliza una perspectiva de género que busca reconocer a las mujeres por sus méritos y trayectorias individuales, no subordinadas a figuras masculinas.
En un país donde las narrativas históricas han sido dominadas por voces masculinas, este gesto representa un paso hacia la resignificación del papel de las mujeres en la historia nacional.
La presidenta también mencionó a otras protagonistas de la independencia, como Manuela Medina, conocida como “La Capitana”, reafirmando el compromiso de visibilizar a las mujeres que han sido pilares en la construcción de México.
Este enfoque en la ceremonia oficial marca un precedente en la forma en que se narran y celebran los hitos históricos, abriendo espacio para una memoria más inclusiva y justa.
Cabe destacar que durante el Grito de Independencia de 2025, la presidenta Claudia Sheinbaum evocó a los héroes tradicionales de la lucha insurgente, no los excluyó, y dio un lugar destacado a las mujeres que participaron activamente en la construcción de la nación.
Josefa Ortiz Téllez Quirón, conocida popularmente como “la Corregidora”, fue una figura clave en la conspiración de Querétaro. Su intervención al alertar a los insurgentes permitió que el movimiento independentista se adelantara, evitando su desarticulación por parte de las autoridades virreinales.
Aunque la historia la ha recordado como “Ortiz de Domínguez”, en referencia a su esposo, Sheinbaum optó por nombrarla desde su identidad propia, reconociendo su agencia como mujer y como protagonista de la historia.
Manuela Medina, por su parte, fue una combatiente indígena nacida en Taxco, Guerrero, en 1780. Conocida como “La Capitana”, se unió al ejército insurgente tras el levantamiento de 1810 y participó en al menos siete batallas, incluyendo la toma del puerto de Acapulco junto a José María Morelos.
Su liderazgo fue reconocido por la Suprema Junta de Zitácuaro, que le otorgó el rango de capitana, un título que implicaba mando militar real.
Medina rompió con los moldes de género y casta de su época, demostrando que las mujeres, incluso desde contextos de marginación, podían asumir roles estratégicos en la lucha por la libertad.
Al destacar a estas mujeres, Sheinbaum no solo honra su memoria, sino que también propone una lectura más inclusiva de la historia nacional, en la que las contribuciones femeninas dejan de ser notas al pie para ocupar el lugar que les corresponde en el relato colectivo. Esta resignificación histórica es también un gesto político que busca abrir camino a nuevas generaciones de mujeres líderes.