Shohei Ohtani: el fenómeno japonés que desafía las leyes del béisbol.

WASHINGTON, D.C., APRIL 24, 2024 — Washington Nationals faced the Los Angeles Dodgers at Nationals Park. (Joe Glorioso/All-Pro Reels for Washington Times Sports)

*Ohtani está reescribiendo la historia del béisbol en la Serie Mundial 2025: con jonrones, récords centenarios y dominio en el montículo, el jugador japonés confirma que no hay precedente para su talento.

29.10.2025 En el diamante del Clásico de Otoño, donde las leyendas se forjan y los mitos se consolidan, Shohei Ohtani no solo participa, domina. En esta Serie Mundial 2025 entre los Dodgers de Los Ángeles y los Blue Jays de Toronto, el astro japonés ha desplegado un repertorio que parece sacado de una novela de ciencia ficción. Bateador designado y lanzador abridor, Ohtani encarna una dualidad que el béisbol moderno había olvidado, y que él ha convertido en norma.

Juego 3: la noche que lo cambió todo

El 27 de octubre, en el Juego 3 de la serie, Ohtani protagonizó una actuación que ya se estudia como una de las más impresionantes en la historia de las Grandes Ligas. En un duelo maratónico de 18 entradas, igualó un récord que llevaba 119 años intacto: cuatro extrabases en un solo juego de Serie Mundial, con dos jonrones y dos dobletes, igualando la marca de Frank Isbell de 1906.

Además, recibió cinco boletos, cuatro de ellos intencionales, convirtiéndose en el primer jugador en la historia en embasarse nueve veces*en un juego de postemporada.

Juego 4: el regreso al montículo

Un día después, el 28 de octubre, Ohtani volvió al montículo como abridor. Aunque los Blue Jays se llevaron la victoria, su presencia como lanzador en una Serie Mundial —tras haber brillado como bateador— reafirma su carácter único. En la temporada 2025, acumuló 55 jonrones, 172 hits y 102 carreras impulsadas como bateador, mientras que como lanzador registró una efectividad de 2.87, con 62 ponches en 47 entradas lanzadas.

Más allá de los números: el fenómeno Ohtani

Benjamín Gil, mánager de la Selección Mexicana, lo resume sin titubeos: “Para mí es el mejor jugador en la historia del béisbol. Hace cosas extraordinarias que nunca se han visto antes”. Y no exagera.

En la Serie de Campeonato ante Milwaukee, Ohtani conectó tres jonrones y ponchó a diez rivales en el mismo juego. Su capacidad para impactar el juego desde ambos extremos —el montículo y el plato— lo convierte en una figura sin comparación.

Nacido en Japón, Ohtani llegó a las Grandes Ligas como una promesa que muchos dudaban que pudiera sostener su doble rol. Hoy, con los Dodgers, no solo lo sostiene: lo perfecciona. Su disciplina, su lectura del juego y su capacidad para adaptarse lo han convertido en un ícono global. En Japón, su figura trasciende el deporte; en Estados Unidos, redefine lo posible en el béisbol.

El legado en construcción

Shohei Ohtani nació el 5 de julio de 1994 en Ōshū, una ciudad de la prefectura de Iwate, al norte de Japón. Desde muy joven, su brazo derecho y su swing zurdo comenzaron a llamar la atención en los campos de tierra del béisbol escolar japonés. A los 18 años, en el prestigioso torneo Summer Koshien, lanzó una recta de 160 km/h, una velocidad inusual para un adolescente. Ese mismo año, en el Campeonato Mundial Sub-18, acumuló 16 ponches en poco más de diez entradas, dejando claro que su talento no era común.

Consciente de su potencial, Ohtani expresó su deseo de saltar directamente a las Grandes Ligas, una decisión poco habitual para los prospectos japoneses. Equipos como los Yankees, los Red Sox y los Dodgers mostraron interés inmediato. Sin embargo, los Hokkaido Nippon-Ham Fighters decidieron seleccionarlo en el primer lugar del draft de la NPB en 2012, aun sabiendo que podía rechazar la oferta. Tras una negociación intensa, Ohtani aceptó quedarse en Japón, con la condición de que se le permitiera desarrollarse como lanzador y bateador a la vez. Así nació el “jugador de dos vías” más exitoso del béisbol moderno.

Debutó en 2013 con los Fighters y, en apenas dos años, logró una hazaña inédita: 11 victorias como lanzador y 10 jonrones como bateador en una misma temporada. En 2016, fue clave en el campeonato de la Serie de Japón y se convirtió en el primer jugador en la historia de la liga en ser elegido al equipo ideal tanto como lanzador como bateador designado. Ese año también fue nombrado Jugador Más Valioso de la NPB.

A finales de 2017, Ohtani fue transferido a los Angels de Los Ángeles bajo el sistema de publicación. Su llegada a la MLB fue un fenómeno mediático. En 2018, fue nombrado Novato del Año de la Liga Americana, pero las lesiones limitaron su impacto en las dos temporadas siguientes.

Fue en 2021 cuando su leyenda comenzó a consolidarse: ganó el MVP de la Liga Americana por unanimidad, el Bate de Plata y fue incluido en la lista de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time. Su temporada fue considerada por Sporting News como la mejor en la historia del deporte.

En 2022, Ohtani repitió una hazaña que no se veía desde Babe Ruth: alcanzar dobles dígitos en victorias como lanzador y en jonrones como bateador. Ese mismo año, se convirtió en el primer jugador en la historia moderna de la MLB en cumplir con los requisitos de entradas lanzadas y apariciones al bate en una misma temporada.

En 2023, lideró a la selección japonesa al título del Clásico Mundial de Béisbol, siendo nombrado MVP del torneo y seleccionado en el equipo ideal tanto como lanzador como bateador. Ese año también repitió el MVP de la Liga Americana, convirtiéndose en el primer jugador japonés en lograrlo dos veces, y el primero en hacerlo de forma unánime en ambas ocasiones.

Al finalizar esa temporada, firmó con los Dodgers de Los Ángeles un contrato de diez años por 700 millones de dólares, el más alto en la historia del deporte profesional. En su primer año con la franquicia angelina, Ohtani ganó su primer título de Serie Mundial y su tercer MVP unánime, consolidando su estatus como el jugador más completo de su generación.

Hoy, Shohei Ohtani no solo es una figura central en el béisbol global, sino un símbolo de lo que ocurre cuando el talento, la disciplina y la visión desafían las convenciones. Su recta de 165 km/h y su swing demoledor no son solo estadísticas: son la prueba de que el béisbol aún puede reinventarse.