*El machismo se define como el conjunto de comportamientos, creencias y prácticas que promueven la discriminación hacia las mujeres.
06.01.2025 México.- Con la llegada de las mujeres a lo más alto del poder político las prácticas misóginas que reproducen al machismo se exacerban y continúan frenéticamente replicándose en espacios mediáticos, privados, públicos, virtuales o físicos, con su diversas manifestaciones, particularmente en la prensa mexicana.
Tal es el caso de algunos opinadores se la pasan dando órdenes a la presidenta y gobernadoras . Acciones que son definidas como violencia simbólica y machista en contra de la mujeres.
Claudia Sheinbaum les guste o no es la primera mujer que logró ser Presidenta de un país extremadamente machista en un hecho histórico para la lucha de las mujeres por más oportunidades y por el reconocimiento a sus derechos humanos. Si lo logra o no corresponderá a la historia juzgarla y no a un puñado de opinadores que no dejan de insultarla y degradarla un día si y otro también, cuando aun no cumple ni tres meses en el poder.
Lastimosamente la violencia política de género está vinculada con el empoderamiento de las mujeres, lo que denota es que se trata de que la ruptura de su orden patriarcal encoleriza a las y los machistas que no aceptan que una mujer encabece a una nación, una oficina, una corte de Justicia, etc.
Sostenemos que aquellos hombres que se la pasan dando órdenes, desde sus espacios públicos o privados, a las mujeres es porque en su cultura patriarcal consideran que ellas no tienen capacidad por lo que se trata de violencia machista.
De la casa trasladan su maníaco comportamiento a la vida política. Este tipo de violencia normaliza la desigualdad en la política e invisibiliza los esfuerzos de miles de mujeres a lo largo de la historia por conquistar espacios de representación.
Este tipo de propaganda y “sesudos análisis políticos” que las colocan atrás de un hombre, denosta la igualdad y no reconoce que las mujeres estamos a la par, hasta más capaces que muchos de los que escriben u opinan.
Acudir a estas prácticas para intentar influir en la percepción de la ciudadanía y reflejar predominio, liderazgo y ventaja es violencia simbólica de género.
Como se ha visto en su narrativa no todos están a favor de ser gobernados por una mujer, y su rechazo lo expresan en cada línea de su machista discurso con mofas, epítetos, comentarios sexistas, discursos de odios, burlas, descalificaciones sistemáticas, sin darle siquiera el beneficio de la duda a su gestión como lo hacen con sus “compas” que llegan al poder.
Les enerva que se diga que “es tiempo de las mujeres”, pero como dicen las mismas mujeres de Morena, no para quitar liderazgo a los compañeros, sino para tomar un lugar digno en la vida pública, en la esfera política, un espacio igualitario en la toma de decisiones, tiempo de que se escuche su voz más allá de la frontera cultural del patriarcado.
Claudia Sheinbaum es una mujer de principios con ideología probada como militante de izquierda, con trayectoria académica, y el que siga la esencia de su movimiento de transformación no significa que esté detrás de un hombre, ni se somete a las órdenes de nadie, pues el proyecto de la igualdad social es la que impera. Habrá que esperar a que la historia la juzgue y no atender los hasta redoblados juicios devastadores que le hacen todos los días. Ella sola labrará su historia como Presidenta. Si, con A, quenque les duela.
Hay quienes repudian que las mujeres avancen y rompan el techo de cristal con acciones afirmativas o sin ellas, pese a todos los obstáculos y narrativas misóginas, que no son mas que violencia simbólica y machista en contra de la mujeres, pese a que incluso los detractores misóginos son mantenidos por ellas.
En su continuum de violencias machistas, contra todos y todas justifican un estatus o nivel de poder. La práctica de maltratar a quienes consideran son más débiles o por alguna circunstancia no pueden o quieren defenderse, o entrar en su juego perverso del poder, se apoyan en la idea errónea de que hay hombres que pueden doblegar no sólo a las mujeres, sino que también pueden mostrar “más virilidad al abusar de otros hombres”.
Por ello prefieren dar órdenes desde su escritorio a mujeres pues con los hombres tendrían que medirse. Con su postura machista ganan adeptos pues creen que ofrecen una postura viril ante una mujer que ha llegado al poder máximo. Alguna herida sin cerrar, como ha sido un signo característico de algunos hombres que siguen roles estereotipados.
Las mujeres son juzgadas con mayor severidad que los hombres en cualquier actividad pública, y la discriminación por género es un problema que afecta a las mujeres en muchos aspectos de su vida, la forma en que se manifiesta en los ámbitos mediáticos, donde es de destacarse que hasta les ordenan que hacer desde sus espacios en prensa escrita o en el ámbito virtual, cuando no son insultos sistemáticos, para degradarlas.
Lo anterior invita a la reflexión del papel que juegan los medios como transmisores de acciones que refieren a la violencia política de género, al reproducir con una importancia significativa las acciones de agresión y no visibilizar las acciones de reconocimiento de la actividad de la mujer en la política en México.
De atenderse el distanciamiento entre el discurso sobre la igualdad de género prevaleciente tanto en el ámbito público como en la agenda de los medios y, el tratamiento informativo que se realiza desde la prensa escrita a nivel nacional referente a la violencia política de género.
En el ámbito mediático
La violencia política de género es promovida desde los medios de comunicación, a partir de la reproducción de hechos que aluden este fenómeno refiere un estudio de Jorge Luis Castillo Durán y Stephanie Torres Gómez.
La presencia de violencia política de género en la prensa mexicana, la ubican en 4 aspectos: discriminación, desigualdad, agresión y reconocimiento. Sus Estudios permiten afirmar que se da una mayor importancia a la presencia de la agresión, por su parte el reconocimiento, cuando se presenta, no tiene un buen emplazamiento en los diarios.
La teoría de la violencia, propuesta por Garrido, considera otras características como “violencia cotidiana” la cual penetra en la sociedad a través de los códigos de la comunicación humana, tanto en su expresión oral y escrita, así como la comunicación no verbal. Este autor explica que, los medios de comunicación masiva son los principales potenciadores de la propagación de la violencia, vista como “pautas culturales” pues el receptor se interioriza en los hábitos de violencia provocando su reproducción (Garrido, 2003).
Asimismo, Paletz (1995) plantea dos tipos de violencia en los medios de comunicación: la violencia ficticia y la real. La violencia ficticia prevalece principalmente en la televisión a través de dibujos animados, series y películas mostrando contenidos agresivos, defensivos, asesinatos, suicidio, mutilación, amenazas, solo por dar algunos ejemplos. Este tipo de violencia puede ser alabada, condenada o vista como hechos normales.
Mientras que “la violencia real nos llega en forma de noticias, desde los acontecimientos públicos, programas de información sensacionalistas, columnas y documentales. Estas formas de violencia real transmiten, los sucesos reales, la realidad” (Paletz, 1995).
En este sentido la aproximación teórica de Paletz (1995) y Garrido (2003) sobre violencia, respalda el supuesto, en la cual se expresa que, en la prensa de referencia nacional hay presencia de violencia política de género, pues en la teoría de la violencia, expuesta por Garrido, considera a los medios de comunicación como potenciadores de la propagación de la violencia. Con esta revisión se mostró la violencia relacionada con su existencia y reproducción en los medios de comunicación masiva y los efectos que estos tienen en la opinión pública.
Es en México, a partir de la publicación del Protocolo para Atender la Violencia Política contra las Mujeres (2016), que se adopta el término Violencia Política Contra las Mujeres.
Cerva (2014) explica que los orígenes de la violencia política de género se encuentran en la relación de poder desigual entre hombres y mujeres:
Las instituciones y organizaciones creadas para dar vida al orden de lo político no sólo se fundan en la presencia exclusiva de los varones, sus dinámicas de funcionamiento, códigos, lenguaje y normas, también son un reflejo de la primacía de un solo género. Al querer ingresar a la política las mujeres no sólo se encuentran en desventaja, su sola presencia transgrede un orden que naturaliza su exclusión (pp. 4-5).
Albaine (2015) define al concepto como una expresión de violencia de género en el espacio político que obstruye los derechos políticos y los derechos humanos de las mujeres (p. 147). Es importante mencionar que esta definición la desarrolla desde otro contexto, pues su campo de estudio es la exclusión en la representación de las mujeres en la cámara legislativa de Ecuador y Bolivia.
Varela (2012), es quien afirma que existe una condición de discriminación, la cual inicia desde la diferencia de acceso a la educación y al ámbito laboral, reproduciéndose hasta los escaños ocupados por las mujeres en los parlamentos (pp. 44-48). El problema radica en la falta de reconocimiento en la esfera pública, o sea en la falta de empoderamiento de las mujeres (p. 41).
El trabajo de Vidal (2015) está orientado a la desigualdad en la participación política y la representación de las mujeres dentro de los partidos políticos. En su texto, expone que los hombres y las mujeres tienen intereses similares por participar dentro de los partidos políticos, pero los actos discriminatorios con prácticas restrictivas hacia la mujer sólo fomentan la incorporación de hombres a los cuadros políticos (p. 318). Al respecto Francisco Alarcón (2015) reconoce la violencia política como acto que recae en las actividades de los partidos políticos al elaborar las listas de candidatos.
La propuesta de Krook define la violencia contra las mujeres en política como “conductas que están dirigidas especificas contra las mujeres por ser mujeres, con el propósito de presionarlas para que renuncien como candidatas o como representantes electas a un cargo público” (Krook, 2017, p. 52). Sobre esta discusión, Krook y Restrepo, reconocen que la violencia contra las mujeres en política no se limita a un solo país o región, a lo que sugieren que la “comprensión más precisa del problema permite proponer recomendaciones mejor informadas para reconocer y sancionar la violencia y acoso político” (2016, p. 47).
En este sentido, Piscopo, analiza el motivo por el cual habrá que delimitar el concepto, -debido a la confusión que se ha presentado para su identificación y sanción- pues menciona que la violencia política contra las mujeres a menudo es confundida con discriminación institucionalizada con actos criminales y afirma que este concepto propone categorías legales nuevas cuando ya existen leyes que sancionan a las mujeres que experimentan violencia en política (2017, p.78). Asimismo, Freidenberg reconoce que no toda la violencia política es violencia política de género (y mucho menos violencia política contra las mujeres), aun cuando sea contra una mujer” (2017, p. 17).
LAA VIOLENCIA EN OTROS ÁMBITOS
En el ámbito laboral
Las mujeres ejecutivas son juzgadas con mayor severidad que los hombres cuando las empresas que lideran cometen errores.
En el ámbito judicial
Las mujeres en reclusión son presionadas para dar una versión de los hechos, se les informa menos sobre sus derechos y acceden menos a una defensa.
Las mujeres se enfrentan a situaciones de violencia, abusos y un trato desigual en su hogar, entorno de trabajo y comunidades.
En el ámbito laboral
Las mujeres tienen salarios más bajos y menor acceso a recursos, poder e influencia.
La discriminación hacia las mujeres se debe principalmente a los estereotipos y roles de género que las degradan.
En el ámbito mediático
El machismo se manifiesta en diversas formas, como actitudes, gestos, estereotipos, roles de género, desigualdad de género, violencia, entre otros. Aquí unos ejemplos:
Actitudes: Agresividad, dominancia, valentía, promiscuidad, virilidad, sexismo, autonomía, fortaleza, papel .
proveedor y restricción en la expresión emocional.
Gestos: Rosa para las niñas, azul para los niños.
Estereotipos: El varón debe ser duro, rudo, frío, intelectual, racional, planificador, fuerte, dominante, autoritario, independiente, valiente, protector, agresivo, paternal, estable.
Roles de género: La mujer debe ser sumisa, nunca opacar a un hombre, quedarse callada, no destacar, ni alzar la voz para defender sus derechos, menos hablar del patriarcado y el machismo.
Desigualdad de género: Impedir el acceso a la educación, espacios públicos, puestos de trabajo a las mujeres por el hecho de ser mujer.
Violencia: Insultos, desplazamientos, discriminación, descalificaciones, acoso sexual, impedir la independencia financiera, el mansplaining.
Micromachismos: “Qué suerte, tu marido te ayuda en casa”, en el restaurante, la cuenta es para él, la mujer invisible en el taller o el concesionario., ” tú no sabes nada”, “yo no soy “machista, tú eres la loca”, etc.
Techo de cristal: Una realidad demostrada por los hechos que genera una sensación de indefensión aprendida.
Diferencias a la hora de aceptar su valía: Se sigue tratando de forma diferente a hombres y mujeres a la hora de cumplir con un objetivo.
Las manifestaciones del machismo pueden ser sutiles o extremas. Por ejemplo, dar órdenes sin dialogar es una forma de machismo.
El machismo se construye a partir de estereotipos y roles que definen lo masculino y lo femenino y a casi tres siglos de la publicación de la obra Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana de Olympe de Gouges en 1791 y la Vindicación de los derechos de la mujer, de Mary Wollstonecraft en 1792, que para muchos es el inicio del movimiento feminista, no obstante su importante desarrollo teórico, político y filosófico desde entonces, el discurso de odio contra las mujeres que se empoderan se multiplica.
El machismo puede tener efectos en la mujer, como inhibición mental, fatiga crónica, sentimiento de impotencia, entre otros.>