La Fiesta del Té
Brisa Gómez
“Alejandra” estudia uno de los últimos semestres de su carrera, es madre soltera, vive apenas con lo justo y tiene un bebé de meses. Su ex pareja no se hace responsable, ella no tiene a su familia cerca y aunque la tuviera, todos trabajan para mantenerse y apoyarla en sus estudios. Ella tiene que buscar una guardería para su hijo, pero no puede pagarla, por lo que debe recurrir al subsidio federal para que le ayuden a pagar un lugar para su pequeño mientras ella puede terminar sus estudios universitarios y garantizarse así y a su niño una vida mejor
Si para ella, con el subsidio para estancias infantiles, es casi imposible mantener a su pequeño en la estancia, imaginemos qué pasaría si el subsidio se elimina o se reduce a la mitad…ella terminaría pagando más o viéndose obligada a sacar a su hijo de la guardería, poniéndose ella en aprietos, pues en su universidad no la dejan entrar con menores de edad, “por políticas de la institución”
A las mujeres tradicionalmente se les impone el rol de cuidadoras de sus hijos e hijas, son ellas las que se cree, deben hacerse responsables del cuidado de los infantes y de su bienestar.
Muchas de ellas como “Alejandra” necesitan, además, trabajar o estudiar, incluso atender su salud o realizar otras actividades.
La mayoría de las veces, los centros de trabajo, e incluso las escuelas, como bachilleratos, universidades y otras instituciones no permiten que las mujeres lleguen con sus hijos o hijas, por tranquila que sea la criatura.
Esto las obliga a tomar decisiones entre dos caminos, abandonar los estudios o el trabajo o buscar a una persona o lugar donde puedan cuidar a sus bebés.
La decisión no es fácil, en especial para las mujeres que no cuentan con ayuda y que deben hacer un esfuerzo adicional para buscar una guardería o estancia infantil accesible, segura, con personal calificado y quienes incluso garanticen que habrá alimentos y cuidado para sus peques.
Si las mujeres no estudian, están condenadas a enfrentar un futuro económico limitado, siempre obteniendo salarios más bajos de los que podría alcanzar si es que avanzan en su educación profesional.
Si las mujeres, que son madres solteras, no trabajan, ¿con qué se van a mantener ellas y sus hijos?.
Esta es la gravedad de la decisión del Gobierno Federal de reducir al 50 por ciento el subsidio a estancias infantiles, ponen a las mujeres en aprietos, frenan su desarrollo educativo y profesional.
Pero además, ponen en riesgo a niños y niñas, de quedar encerrados en sus casas, al cuidado de personas no aptas o en riesgo de sufrir daños si no tienen la vigilancia adecuada.
Esta semana, en una de esas estancias infantiles que formaron parte del programa de la entonces Sedesol y ahora secretaría del “Bienestar”, la directora llamó a padres y madres de familia, tenía que informarles que se reducía el subsidio y que para poder seguir operando, las cuotas que tenían que pagar para mantener a sus criaturas ahí debían pagar un poco más.
Para muchas de esas familias la noticia fue un impacto, pues con la economía, los bajos salarios, las dificultades particulares, el mantener a sus hijos en una estancia desde las 8:00 de la mañana a las 4:00 de la tarde, resulta un lujo, más que una necesidad.
Algunos se volteaban a ver con miradas de preocupación, otros con la conformidad, pero todos pensando qué sería de sus hijos e hijas si no pudieran seguir pagando las cuotas, ante la reducción del subsidio federal.
El programa de las estancias infantiles fue una de las acciones con perspectiva de género que se impulsaron en una administración federal desde hace aproximadamente 10 o 12 años, permitía dar la oportunidad de abrir espacios seguros para menores, mientras las mujeres podían salir a estudiar o trabajar, pagando cuotas de recuperación, pues el Gobierno pagaría un subsidio.
Es decir, el programa estaba pensado para beneficiar a las mujeres más pobres y con menos apoyo para salir adelante.
El fin de año, se dio a conocer que habría un recorte al subsidio, del 50 por ciento, pues se necesitaba redistribuir ese recurso para otras obras y acciones, pero además, esa información fue acompañada con las declaraciones de funcionarios de la Secretaría de Bienestar y de algunos superdelegados, como Manuel Huerta en Veracruz, que acusaban que había irregularidades en el padrón, para justificar la reducción de ese presupuesto.
Yo quisiera que ahora estos servidores públicos hablaran con mujeres como “Alejandra” o con familias como las que este lunes recibieron la noticia de que se reducía el subsidio, para explicar cómo ese dinero dejaría de llegar a las estancias, para irse a otros programas.
Porque aquí tod@s estamos loc@s
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