Sin institucionalidad, Morena se suicida.

/ Por Inocencio Yáñez Vicencio. /

Cuando en el Panteón de Saint- Denis, en los entierros de los reyes franceses, se empieza a gritar: ” ¡ El rey ha muerto! ¡ Viva el Rey!”, significa que la dignidad real, cabeza de la Corona, no muere, y, en Derecho, el fallecimiento del Rey no se considera muerte, sino sucesión. Lo que nos dice que las propiedades de mando y obediencia han pasado de la persona a la institución, sin ella no habría Estado moderno.

Desde la Teoría de la Institución y de la Fundación del sabio Maurice Hauriou al texto de fines de los sesenta: El orden político en las sociedades en cambio del no hace mucho tiempo fallecido Samuel H. P. Huntington ( que no obstante trabajar para la CIA, es un referente de la teoría del desarrollo político), hay una abundante literatura sobre este tema .
Si como dijera el maestro Hauriou: El espíritu de la institución es la idea de obra o de empresa a ejecutar, no podemos aceptar que sea un simple armazón o esqueleto. Creo que Huntington nos precisa muy bien el concepto de institucionalización cuando expresa que es el proceso por el cual organizaciones y procedimientos conquistan valor ( aceptación) y estabilidad.
No entender a Francisco I. Madero, que las instituciones tienen alma, tienen un propósito, lo llevó a no entender que si bien es cierto no podíamos prescindir de un ejército, ese ejército no podía seguir siendo el del antiguo régimen. Se trataba de un cambio por la vía revolucionaria, no electoral. Tal vez asumirse como llamado a capitanear un porfirismo sin Porfirio Díaz, lo hizo actuar como si el régimen siguiera siendo el mismo. No perdamos de vista que Madero formaba parte de las élites dominantes del porfirismo. Por eso muchos maderistas, después de vencido el usurpador Victoriano Huerta, defeccionan, porque les espanta que la Revolución se proponga desmantelar las estructuras hacendarias y semifeudales.

Si Venustiano Carranza, no hubiera parado de golpe al General Lucio Blanco, cuando intentó hacer el primer reparto por la via de la acción directa, la Revolución hubiera terminado en un caos.

Habría que echarle una ojeada nada más a la Teoría de la Constitución del jurista de Hitler, el agudo demoledor Carl Schmitt, cuya obra, como bien dice Don Manuel García Pelayo, no obstante no abarcar muchos problemas actuales del constitucionalismo moderno, es parte de su tronco y raíces. En ella se desmonta la teoría del Estado liberal. El problema es que aún cuando compartamos su diagnóstico, no podemos hacer nuestra la receta que proporciona para resolver las asignaturas incumplidas de modelo liberal.

Carl Schmitt dice que es mejor acudir al recurso de la aclamacion que al voto secreto, porque según él, la soledad de la urna elimina lo público de ese ejercicio y lo convierte en privado. No admite la pluralidad, porque sostiene que la decisión política debe ser única, los conflictos entre órganos deben remitirse a la decisión, la decisión debe estar sobre el derecho, se inclina por la jefatura caudillesca, con lo cual no solo se acerco primero a Mussolini sino que contribuyó a la intronización del nazismo. La teoría schmittiana hace gravitar la esencia de la política en la relación amigo- enemigo. Sin enemigo no hay politica. Para esta corriente política, no hay lugar para la negociación. La lucha termina, no con la victoria del adversario, sino con la regeneración, es decir, con la liquidación del enemigo.
Bajo estos postulados es fácil comprender que Morena sabe que la falta de institucionalidad lo lleva irremediablemente al abismo, pero se encuentra en la encrucijada de que si se institucionaliza, efectivamente, abre mayores posibilidades de durar, pero va a ” asesinar” a su progenitor, se convierte en ” parricida”, porque sus masas ya no tendrán que rendir fidelidad a un Mesías sino a un conjunto de reglas , procedimientos, símbolos, prácticas y valores.

¿ Cuál es entonces el mayor problema de Morena? Sencillo. Morena no nació para ser partido. No nació para institucionalizarse. Puede refundarse y casi estoy seguro que cuando le falte su caudillo, no le quedará otra alternativa que elegir el camino de la institucionalidad. Por ahora ninguna decisión quedará en manos de los órganos que formalmente gobiernan sus conductas y decisiones. Ningún candidato importante de Morena surgirá sin el visto bueno o la determinación de Amlo. Le tienen miedo a la democracia y a la institucionalidad. Ni siquiera se han puesto a pensar que son cosas que no necesariamente se corresponden. Los partidos norteamericanos son democráticos sin mucha institucionalidad. Los partidos soviéticos tenían mucha institucionalidad sin prácticamente nada de democracia. En su libro: Modelos de Partido, Panebianco, que a mayor intervención de sus élites gobernantes, menos institucionalidad y a menor intervención de las cúpulas gobernantes en sus partidos, mas institucionalidad. El problema que vimos este fin de semana en Morena, es que donde se votó para elegir sus consejeros nacionales fueron acarreados y aleccionados por la burocracia en todos sus niveles de gobierno.

En peor situación están Movimiento Ciudadano, PVEM y demás pseudo partidos satélites de Morena. Nomás que se sacudan tantito y ya verán las pulgan que les van a brincar. Pueden simular ser oposición pero nunca podrán simular ser demócratas sin que les aparezcan su podredumbre.

Morena, no únicamente ha mostrado que como gobierno es un fiasco sino que como partido simula serlo, porque en realidad se asume como grupo mafioso de control, que para retener el poder no le importa realizar las prácticas más nauseabundas y aliarse con los bandas que cobija con su política de abrazos no balazos. Hoy sólo nos preguntamos si estas porquerías hacen entre ellos, qué nos espera en las elecciones qué nos faltan. Por lo pronto ya alistan legiones para que cambien de domicilio de la capital al Estado de México, para atracar esa gubernatura el próximo año. Morena se ha convertido en una peste.