*La columna ofrece un enfoque desde la perspectiva del derecho ciudadano a la información, con base en la Ley Orgánica del Poder Legislativo, y analiza cómo la opacidad, la ausencia de canales efectivos y la desconexión comunicativa afectan la legitimidad y el impacto del trabajo legislativo.
La Lengua de Tácita Muta.
/Angélica Cristiani Mantilla/
Hay políticos que hacen mal y lo gritan. Otros que hacen bien… y se callan. Pero hay una tercera especie, más peligrosa que ambas: los que quieren hacerlo bien, pero tienen jefes de prensa que les sabotean el camino.
Esteban Bautista Hernández, diputado local por Morena y coordinador del Grupo Parlamentario en el Congreso de Veracruz, podría pertenecer a esta última categoría. Hombre de oratoria firme, trayectoria comunitaria y voluntad política, ha asumido la presidencia de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) de la LXVII Legislatura. Y con ello, una responsabilidad enorme: articular los consensos del Poder Legislativo y ser la voz visible del Congreso ante la sociedad.
Esteban Bautista Hernández no llegó al Congreso por obra de magia ni casualidad. Nacido el 28 de diciembre de 1966 en Tatahuicapan de Juárez, en la sierra sur de Veracruz, se forjó en la educación rural como maestro y director de escuela. Fue secretario del Ayuntamiento (2001‑2004) y presidente municipal en dos períodos (2008‑2010 y 2018‑2021), consolidando su vínculo con la comunidad indígena y rural. Fundador en Veracruz del PRD, luego militante del EZLN, y más tarde activista en Morena, Bautista combina la defensa de derechos indígenas con un estilo pragmático.
En la LXIV Legislatura federal (2021‑2024) representó al distrito de Cosoleacaque, participó en comisiones de Ganadería, Cambio Climático, Desarrollo Rural y Economía, y gestionó proyectos clave —por ejemplo, logró canalizar más de 280 mdp para infraestructura local, incluyendo caminos y ecoturismo. En octubre de 2024 fue designado coordinador de la bancada de Morena y presidente de la JUCOPO en la LXVII Legislatura, y se ha comprometido a auditar la anterior legislatura y fortalecer la acción colectiva sin acuerdos en la sombra.
Pero hay un problema que no se resuelve con iniciativas ni mayorías: la comunicación.
La página del Congreso local parece un museo de errores digitales. No está actualizada. No contiene información accesible sobre las y los diputados. Los enlaces fallan, los comunicados son esporádicos, los canales oficiales carecen de estrategia. Y el jefe de prensa Esaú Hernández Valencia, pareciera un personaje sacado de una novela de García Márquez: presente, pero invisible; encargado, pero ausente.
La Transparencia no es opcional. Según el artículo 49 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo de Veracruz, el Congreso está obligado a mantener actualizada la información relativa a sus integrantes, comisiones, acuerdos y sesiones. No es un favor: es ley. La opacidad no solo es una omisión administrativa, sino una violación a la obligación constitucional de rendir cuentas.
Y sin embargo, hoy, si usted entra al portal institucional, puede encontrar biografías a medias, con errores, sin contacto directo, sin claridad sobre el trabajo legislativo. Como si la representación popular ocurriera en una cueva.
¿Qué comunica el silencio? La ausencia de estrategia comunicativa no es neutral. Comunica abandono, improvisación, desinterés. El Congreso de Veracruz, que debería ser la caja de resonancia del debate público, luce como una oficina gris, con funcionarios escondidos tras escritorios sin micrófono.
En términos de gestión política, esto es un error garrafal. Porque de nada sirve construir acuerdos si nadie los conoce. De nada sirve legislar bien si nadie lo comunica. Como dijo alguna vez Marshall McLuhan: el medio es el mensaje. Y hoy, el mensaje del Congreso es: “no queremos que sepas nada”.
No se trata de atacar a personas, sino de evidenciar responsabilidades. Esaú Hernández Valencia, en su calidad de jefe de prensa del presidente de la JUCOPO, no ha presentado propuestas innovadoras, no ha articulado vocerías técnicas ni ha fortalecido canales institucionales. En un tiempo donde el combate a la desinformación es prioridad global, mantener la comunicación legislativa en el abandono es, francamente, imperdonable.
Mientras otras entidades federativas explotan redes sociales, producen contenidos didácticos, realizan transmisiones abiertas y acercan el quehacer legislativo a la ciudadanía, Veracruz parece una cámara cerrada, envuelta en telarañas informativas.
La comunicación legislativa no es un extra. Es un derecho ciudadano. Es el puente entre representación y realidad. Cuando se hace bien, permite que la sociedad vigile, critique, proponga. Cuando se hace mal, alimenta la desconfianza, la ignorancia y el hartazgo.
Es urgente profesionalizar al área de prensa del Congreso. No basta con emitir boletines que nadie lee ni subir fotos mal encuadradas a una página web estática. Hace falta un plan integral: estrategia digital, lenguaje claro, producción audiovisual, interacción ciudadana, monitoreo permanente.
Si Esteban Bautista quiere dejar huella en el Congreso de Veracruz, no bastará con coordinar votos. Necesita, con urgencia, comunicar. Y para ello, también necesita un jefe de prensa que sume, no que reste. Porque en política, quien no comunica, no existe. Y quien nombra mal, se condena solo. Pareciera que el enemigo está en casa.
La transparencia empieza con una página funcional. La democracia, con la palabra dicha. Y el silencio, aunque muchos lo subestimen, es el peor vocero de todos.