Sinaloa: El pueblo ni pone ni quita .

La Espinita

Andy S. K. Brown

¡Guácala, Jara!, el grito en Oaxaca

Ahora la censura es con balazos

¿Se acuerda usted que AMLO solía perorar “…que nadie olvide que el pueblo es el que manda, que el pueblo pone y el pueblo quita, el pueblo es el soberano”?

Bueno. Pues esa es otra de sus muchas, pero de verdad muchas palabras que no corresponden a la realidad.

El caso de Sinaloa es ejemplificativo.

A Rubén Rocha Moya no lo puso el pueblo. Lo impuso López. Lo impulsó el Cártel del Pacífico con maletas de efectivo que él, junto con Américo Villarreal iban a recoger a poblaciones remotas localizadas en la Sierra Madre Occidental. Por tal y por otros “méritos” similares –huachicoleo, entre otros–, Villarreal fue “premiado” con la gubernatura tamaulipeca.

Los sicarios de ese Cártel, además, fueron enviados por “sus señores” a amenazar a los votantes el día de las elecciones, luego de que en las vísperas amedrentaron y secuestraron a muchos representantes electorales en las casillas de los partidos opositores a Morena.

No. No fue el pueblo el que entronizó a Rocha.

Como tampoco es el pueblo el que puede quitarlo tras ya más de cinco meses de secuestros y homicidios en la violenta pugna que mantienen las facciones de uno de los dos cárteles más empoderados –el CJNG es el otro–, sin que los gobiernos estatal y federal puedan izar la bandera blanca con la que la entidad regrese a la habitual pax narca.

Un par de intentos de llevar a cabo la revocación de mandato fueron bloqueados por la gente del singular gobernador que es gobernado por los criminales.

Un par de multitudinarias manifestaciones en Culiacán y en Mazatlán tampoco han conseguido quitarlo.

Antes, todo lo contrario. Desde Palacio Nacional y ahora también desde la Cámara de Diputados de la Federación lo siguen apapachando.

El pueblo no pone ni quita.

Esa es otra de las muchas falacias que durante seis años –y contando– nos recetó López Obrador.

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De acuerdo con oaxaqueños consultados, Salomón Jara fue un político mediocre cuando, hasta hace no mucho, militaba en las filas del PRI.

Luego se pegó a Morena… y continúa siendo un político mediocre.

Desde que llegó a la gubernatura homicidios y feminicidios han aumentado alarmantemente. Ha incrustado a todos sus parientes en las nóminas gubernamentales, al tiempo que ha cesado injustamente a casi un millar y medio de empleados de la Administración local.

El abandono de los servicios públicos es notable. Destacan, por supuesto, lo que se refieren a la prestación de servicios de salud para la población. Niños que padecen cáncer, sobre todo.

Por su mediocridad, a Jara le quedó muy grande la gubernatura, aunque las nóminas de le hacen chicas para enriquecerse él, lo mismo que a los suyos.

La población lo vomita.

Y de eso ya se dio cuenta le presidente Claudia Sheinbaum… aunque difícilmente ella podrá hacer algo por rescatar a Oaxaca de ese mediocre individuo, pues como la otra veintena de mandatarios morenistas, cuenta con el apoyo de AMLO.

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En la antigua Roma, Julio César dijo que “nada es más fácil que censurar a los muertos”.

Los protegidos criminales siguen al pie de la letra el dicho del dictador clásico.

En este sexenio del “segundo piso de la 4T” ya han censurado a balazos a cinco comunicadores.

El 29 de octubre del año pasado, Mauricio Cruz Solís, periodista de 25 años y fundador del portal Minuto x Minuto, masacrado después de una transmisión en vivo en Uruapan.

Un día después, el 30 de octubre, Paty Bunbury, nombre artístico de Patricia Ramírez González, una periodista mexicana de espectáculos asesinada a tiros en Colima.

El 3 de diciembre, Adriano Bachega, quien fungía como editor y redactor en jefe del portal Diario Digital Online. Fue asesinado mientras viajaba en su automóvil en Monterrey, Nuevo León.

El 17 de enero, ya de este años, Calletano de Jesús Guerrero, asesinado el 17 de enero de 2025 en el Estado de México.

Y hace dos días, el 25 de enero, Alejandro Gallegos León, desaparecido el viernes 24 y encontrado sin vida este sábado en Cárdenas, Tabasco.

Las balas censuran.

Y desde el poder político la respuesta clásica es “se está investigando”.

Y hasta ahí. Nada más, pues nunca se conocen los resultados de las supuestas investigaciones.

¡Descansen en paz!

@AndySKBrown1