*
24.12.2025. Galveston, Texas.- En un día cubierto por la gris neblina en la bahía de Galveston se convirtió en escenario de una tragedia aérea y, al mismo tiempo, de un acto de heroísmo inesperado.
La aeronave de la Secretaría de Marina de México, que cumplía una misión humanitaria en coordinación con la Fundación Michou y Mau, se desplomó en aguas texanas el 22 de diciembre, dejando un saldo de seis personas fallecidas, y dos mujeres sobrevivientes.
Entre los testigos de aquel accidente aereo estaba Sky Decker, pescador local que navegaba acompañado de su hijo de once años y un amigo, sin imaginar que se convertiría en protagonista de un rescate dramático.
Decker relató que la visibilidad era escasa y que, al escuchar el estruendo del impacto, se dirigió hacia el sitio del siniestro.
Lo que encontró fueron restos dispersos del avión y un silencio que parecía confirmar lo peor. Sin embargo, entre los escombros, alcanzó a distinguir movimiento.
Su hijo, que grababa la escena con un teléfono, captó el instante en que su padre se lanzó al agua y comenzó a abrirse paso entre los restos metálicos. “Ella todavía está viva ahí dentro”, gritó mientras intentaba llegar hasta la mujer atrapada.
La determinación de Decker no dejó espacio para la duda: sólo pensaba en salvarla.
El rescate fue arduo. El pescador tuvo que apartar piezas del fuselaje y luchar contra la corriente para mantener a flote a la sobreviviente que se mantenía viva respirando en una bolsa de aire en el techo del desteozado avión.
Con ayuda de su hijo y su amigo, logró subirla a la embarcación en la que viajaban pese a sus múltiples fracturas.
La mujer, visiblemente aturdida y con heridas, respiraba con dificultad, pero estaba consciente.
Decker confesó después a una televisora que nunca pensó en otra cosa más que en ayudar, convencido de que no podía dejarla allí.
“Parecía que no había forma de que pudiera haber sobrevivientes”, dijo a la prensa, recordando la magnitud del accidente.
El video grabado por Sky Jr. se difundió en medios locales y nacionales, mostrando la crudeza del momento y la valentía de un hombre que, sin preparación alguna, se convirtió en rescatista improvisado.
La escena, marcada por el contraste entre la tragedia y la esperanza, dio la vuelta al mundo como testimonio de humanidad en medio del desastre.
Mientras las autoridades mexicanas confirmaban la identidad de las víctimas y los detalles de la misión humanitaria, la historia del pescador se imponía como símbolo de solidaridad y coraje.
En la bahía de Galveston, donde la rutina suele estar marcada por la pesca y la navegación, aquel día quedó grabado como un recordatorio de que incluso en los instantes más oscuros puede surgir un gesto capaz de cambiar el destino de una vida.












