*Lanza GIRE Observatorio Género y COVID-19 en México.
*Son 10 mil decesos de mujeres y niñas.
/Redacción/
Mujeres con COVID-19 en México
98,083
CASOS CONFIRMADOS
9,058
DECESOS CONFIRMADOS
- 21966
- 4662
- 2926
- 1422
- 211
Fuente: Secretaría de Salud Federal, corte al 28 de junio 2020, disponible en https://coronavirus.gob.mx/datos/
En materia de Cuidados el Observatorio ha encontrado que son las mujeres y niñas responsables del cuidado al interior de los hogares cargan y cargarán con la atención de personas enfermas por COVID-19 o bien, con los cuidados que se deriven del cierre de escuelas y centros de trabajo.
1. Antes de COVID-19
Cuando hablamos de cuidados nos referimos a todas aquellas actividades indispensables para satisfacer las necesidades básicas de la existencia y reproducción de las personas. Incluyen el autocuidado y el cuidado de otras personas, la provisión de las precondiciones para cuidar (limpieza, compra y preparación de alimentos) y la gestión del cuidado (la coordinación de estas actividades y sus horarios). Todas y todos requerimos cuidados a lo largo de la vida.
En México, como en muchas partes del mundo, hablamos de crisis de los cuidados porque la provisión del cuidado se basa en labores gratuitas, precarias e invisibilizadas, los arreglos para cubrir las necesidades de cuidado son injustos e insatisfactorios. Se trata de un problema público y de desigualdad de género, pues los roles tradicionales de género han naturalizado que sea responsabilidad primordial de las mujeres: del total de horas que se dedican en México a estas labores, 71% son realizadas por mujeres, niñas y adolescentes; por cada hora que aporta un hombre a las actividades de cuidado no remunerado, las mujeres aportan casi tres. Esta situación es producto de la injusta manera en que las familias, el mercado y el Estado han distribuido los cuidados.
Aunado a ello, la baja oferta de servicios de cuidado públicos deja ver la falta de reconocimiento en su carácter esencial para el sostenimiento de la vida, generando tensiones en el ejercicio de derechos de las mujeres y con fuertes efectos negativos que se profundizan en los hogares con altos índices de marginación y pobreza.
Cuidar es trabajar
2. El impacto de la pandemia por COVID-19
La pandemia ha detonado una serie de acciones para contener su expansión, pero también ha exhibido las limitaciones de la organización actual del cuidado. Según el Instituto Nacional de las Mujeres, la suspensión de clases en el nivel básico hizo que casi 25 millones y medio de alumnas y alumnos se quedaran en sus hogares; además, más de 9 millones de hogares tienen, al menos, una persona menor de seis años. La suspensión de clases en el nivel básico tiene efectos importantes en la carga de trabajo de cuidados no remunerado para las mujeres, que se suman a las horas que ya dedican al trabajo remunerado, pues ahora deben dar acompañamiento escolar.
Las mujeres que aún mantienen sus trabajos remunerados y pueden desempeñarlos desde casa, tienen el reto de conciliar la vida laboral y familiar en el mismo espacio físico, lo que puede generar estrés, agotamiento extremo y afectaciones a la salud. Para quienes emplean trabajo del hogar y prescindieron de este, el confinamiento ha implicado, también, un aumento de las tareas domésticas; o bien, transfirieron estas responsabilidades a trabajadoras del hogar y de cuidados, en su mayoría en situaciones de marginación y pobreza, que suelen emplearse de manera informal y precaria.
En este contexto, las mujeres son, sobre todo, quienes enfrentan dobles y triples cargas mentales, emocionales y físicas: aquellas que viven en condiciones de marginación o trabajan en la informalidad no perciben ingresos; quienes trabajan de manera remunerada cuidando niños y niñas, no podrán realizar su labor, y es probable que las niños y niños queden al cuidado de abuelas, población especialmente en riesgo por COVID-19. En pocas palabras, el distanciamiento social afecta a madres, cuidadoras remuneradas y abuelas.
Asimismo, muchas personas con COVID-19 requieren cuidados adicionales en sus hogares. Si no se procura la división equitativa del trabajo, se incrementarán las desigualdades de género. El trabajo de cuidados no remunerado y feminizado amortigua la crisis a costa de la salud física, mental y emocional de las personas cuidadoras.
3. El papel del gobierno al respecto
Para hacer frente a estas afectaciones, el gobierno mexicano ha llevado a cabo algunas acciones que contemplan:
- Mecanismo de sano retorno a la nueva normalidad, pero el Semáforo para la activación económica no considera permisos para trabajadoras con responsabilidades de cuidado.
- Desde el año pasado, la Secretaría de Bienestar publicó el Programa de Apoyo para el Bienestar de las Niñas y Niños, Hijos de Madres Trabajadoras, así como el Programa para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores.
- En la Ciudad de México se publicó la Estrategia Económica y Social frente al COVID-19.
- Programa Apoyo a la alimentación y Mi Beca para Empezar.
- Cuidado de personas mayores. Visitas médicas y medicamentos gratuitos a 6 mil personas mayores que no cuenten con alguna red de apoyo social en la ciudad.
- Opción de teletrabajo para padres y madres servidoras públicas de Gobierno de la Ciudad de México durante el tiempo que las escuelas primarias permanezcan cerradas.
- La Alianza para el Gobierno Abierto implementa el compromiso de “Fortalecer los servicios públicos de cuidado” impulsando la implementación de un proyecto piloto de política coordinada de cuidados, que sirva como evidencia para la creación de políticas integrales en la materia y que cobrará mayor relevancia ante el contexto por COVID-19.
4. Acciones a favor de quienes realizan trabajos de cuidado
a) De la sociedad civil
- La Red de cuidados invita a personas cuidadoras a contestar esta encuesta para registrar cómo están viviendo la pandemia.
b) Recomendaciones al Estado
- El Estado debe reconocer que los cuidados son el pilar de la sociedad y que todas las personas debemos participar de éste.
- Se requieren subsidios por parte de los gobiernos para quienes trabajan en la informalidad, o cuyo sustento dependa de la reactivación de la economía; además de la generación de esquemas de pagos únicos por causa de fuerza mayor en las instituciones, organizaciones y empresas que no formen parte del salario cotidiano; como lo recomienda el Comité de Expertas del Mecanismo de Seguimiento de la Convención de Belém Do Pará.
- Empresas y centros de trabajo deben brindar facilidades para que las personas puedan seguir trabajando y cuidando sin ningún tipo de penalidad laboral ni afectaciones a sus prestaciones sociales. Estas facilidades deben promoverse en la misma dimensión para hombres y para mujeres.
- En el mediano y largo plazo, el Estado debe invertir en una estrategia nacional de cuidados que reconozca el derecho al cuidado, que permita a las personas tener opciones reales para cuidar y delegar el cuidado, la reducción de la carga del trabajo de cuidados en las mujeres y su redistribución.
Más información:
Instituto de Liderazgo Simone de Beauvoir https://ilsb.org.mx/