Abu Dabi, En diciembre de 2019 La UNODC emitió un documento que apunta que la corrupción afecta de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables y perjudica con mayor dureza a las personas en situación de pobreza, especialmente a las mujeres, quienes representan una proporción mayor de los pobres en el mundo.
En la sociedad, el género suele determinar las divisiones del trabajo, el control de los recursos y la toma de decisiones, desde el ámbito doméstico, hasta las altas instancias del gobierno. Si bien algunos estudios académicos han mostrado que existe una correlación entre la proporción de mujeres en posiciones de poder y las medidas de corrupción, eso no necesariamente significa que un mayor nivel de participación de éstas en la vida pública lleve a menores niveles de este delito.
Es necesario contar con más investigaciones al respecto para asegurar que la formulación de políticas esté basada en datos empíricos. No existen pruebas concretas, por ejemplo, de que las mujeres sean más o menos corruptas que los hombres.
¿Cómo es que la corrupción afecta a las mujeres de manera diferente?
Los roles de género y los estereotipos pueden afectar a las mujeres de manera desproporcionada, lo que da lugar a que paguen más sobornos para obtener servicios públicos y, por lo tanto, a que se violen sus derechos humanos.
En los casos en que las mujeres siguen siendo las principales cuidadoras de la familia, pueden enfrentarse regularmente a la corrupción cuando acceden a servicios públicos como salud, educación, agua e higiene. Son forzadas a pagar sobornos por bienes básicos, lo que puede significar un alto porcentaje de sus ingresos comparados con los de los hombres, reforzando así el círculo vicioso de la pobreza. También existe evidencia de que la explotación del cuerpo para fines sexuales o de otro tipo puede utilizarse como moneda de cambio en la corrupción.
La necesidad de las mujeres de los servicios de salud reproductiva puede dejarlas a merced de proveedores de salubridad corruptos. La niñez puede verse privada de educación por completo cuando las familias no pueden pagar los costos de la escuela, los cuales pueden incrementarse artificialmente por causa de la exigencia de sobornos.
Las mujeres empleadas de base calificaron a las empresas y los trabajos como el segundo servicio más propenso a pedir pagos ilegítimos, después del sector público. Los grupos vulnerables de la sociedad frecuentemente se ven sometidos a sobornos y favores sexuales a cambio de empleo o la gestión de algún trámite, lo que dificulta su capacidad de tener mayores ingresos o mantener su negocio.
¿Son las mujeres más o menos corruptas que los hombres?
En algunas encuestas de opinión, cuando se pregunta si los hombres o las mujeres son más corruptos, un mayor número de respuestas tiende a señalar que lo son los hombres, con algunas variaciones entre países. Sin embargo, investigaciones más recientes muestran que la oportunidad y la exposición son importantes: si se presenta la oportunidad, las mujeres serían tan corruptas como los hombres. Por otra parte, las estadísticas delictivas muestran que ellas son más renuentes al riesgo y esto se aplica también a los crímenes de corrupción.
En Perú, una fuerza policíaca de tráfico masculina fue reemplazada por mujeres, lo que tuvo un marcado impacto en los esquemas sistemáticos de sobornos, mediante el desmantelamiento de redes bien establecidas entre los policías de tráfico masculinos. Lo que esto puede mostrar es que perturbar el status quo de las redes de un único género puede resultar efectivo para combatir la corrupción, ya que parecen estar inherentemente más predispuestas a la corrupción. Las investigaciones también indican que la igualdad de género es una herramienta importante para ayudar a prevenir este delito.
Algunos estudios sugieren que las empresas que cotizan en Bolsa y que cuentan con un mayor número de mujeres en puestos de toma de decisiones obtienen mejores resultados en términos de ética, niveles de corrupción y rendimientos financieros. Esto sugiere que el aumento de la proporción de mujeres en lugares de trabajo o instituciones públicas dominadas por hombres podría interrumpir la corrupción arraigada. Sin embargo, se necesita más investigación para comprender de manera plena las causas subyacentes de este efecto.
El género y la Convención de las Naciones Unidas contra la Corrupción (UNCAC, por sus siglas en inglés)
Los Estados Partes están obligados a desarrollar estrategias de combate a la corrupción, en el marco de la UNCAC, pero es muy poco usual que las estrategias nacionales aprovechen el género como agente de cambio e inclusión, aunque sea sabido que la corrupción afecta de manera desproporcionada a las mujeres.
La desigualdad de género socava la capacidad de algunas personas para participar en los procesos de toma de decisiones, y a menudo las políticas públicas no prestan atención a las necesidades específicas de grupos vulnerables. Por lo tanto, es importante apoyar a las mujeres para que se involucren de manera activa y contribuyan al diseño de medidas anticorrupción.
Existen buenos ejemplos, como una iniciativa en Indonesia llamada “Soy una mujer contra la corrupción” (conocida como SPAK Indonesia). Las reformas implementadas en el país desde 1998 en las instituciones nacionales no habían conducido a la reducción prevista de la corrupción, por lo que el énfasis fue puesto en fomentar cambios de comportamiento de las personas.
Mediante SPAK Indonesia, más de 2000 mujeres han sido capacitadas para ser campeonas anticorrupción, y luego convertirse en reformadoras al interior de sus agencias. Las mujeres han introducido exitosamente progresos institucionales y medidas innovadoras contra la corrupción y mejores sistemas de prestación de servicios públicos, lo cual ha sido reconocido por las instituciones encargadas de hacer cumplir la ley mediante premios y puestos de alto rango.
Lo que está haciendo la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) a este respecto
La UNODC ofrece ya una amplia gama de programas e iniciativas en contra de la corrupción, y está explorando ahora la manera de incorporar la dimensión de género tanto en los programas existentes, como en los nuevos, con el fin de aumentar su eficacia y sostenibilidad, y asegurar que las actividades se adapten para beneficiar por igual a hombres y mujeres.
La Iniciativa Educación para la Justicia (E4J) ha desarrollado un módulo universitario acerca de las dimensiones de género de la ética y está elaborando otro sobre género y corrupción.
La reunión organizada por la UNODC en Bangkok en septiembre de 2018 unió a expertos de la sociedad civil, autoridades nacionales anticorrupción, organizaciones internacionales y la academia, para hacer un balance de los conocimientos y la comprensión existentes en materia de género y corrupción; se propusieron soluciones y se identificaron buenas prácticas. Las personas expertas acordaron una serie de recomendaciones para la adopción de medidas en cuatro esferas: la integridad de la justicia penal, el sector privado, la participación de la sociedad civil y los servicios públicos. Los debates sentaron las bases para un estudio de la Oficina que se publicará en 2020, en el que se documentan esos diálogos y se explora más a fondo los vínculos entre el género y la corrupción.
En el contexto de la Conferencia de los Estados Partes en Abu Dabi, por primera vez se llevará a cabo un evento sobre este tema, titulado “Explorando las dimensiones de género de la corrupción”, el jueves 19 de diciembre de 2 a 3 pm. Entre quienes participan se encuentran la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, Transparency Maroc, la Comisión de Ghana para los Derechos Humanos y Justicia Administrativa, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la UNODC.
Es necesaria más investigación en esta área
Si bien niveles más altos de participación de la mujer en la vida pública están asociados con una mejor gobernanza e índices más bajos de corrupción en muchos países, resulta demasiado simplista asumir que el aumento de la proporción de mujeres en puestos de poder reducirá automáticamente la corrupción.
Enfocarse en el empoderamiento de las mujeres debe ser una parte importante de la agenda anticorrupción, ya que ellas pueden ser agentes positivos para el cambio en la lucha contra este delito, y aprovechar las dimensiones de género en la lucha contra la corrupción puede conducir a sociedades más inclusivas. Es necesaria más investigación para examinar las diferentes formas en que las personas sufren los efectos de la corrupción y cómo los programas que la combaten afectan a las mujeres y a los hombres.