Sororidad cómo herramienta de construcción política entre Mujeres.

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01.05.2024. Hoy que se discute el talante patriarcal de las mujeres exhibido en los debates, la sororidad emerge como una poderosa herramienta de análisis y construcción política entre mujeres, cimentada en la solidaridad, el apoyo mutuo y el reconocimiento de las luchas compartidas dejando atrás la lucha violenta por el poder.

El concepto de la Sororidad trasciende la mera camaradería femenina para convertirse en un pilar fundamental de la acción política feminista, tanto en la esfera pública como en la privada, para avanzar juntas, pues en teoria si llega una, tendrían que llegar todas pero la realidad es que para llegar a ello hay que sanar las heridas e inercias dejadas por el patriarcado (tema de otra entrega).

En su esencia, la sororidad implica una conexión profunda y empática entre mujeres, basada en la comprensión de las opresiones y desigualdades que enfrentan en la sociedad. Se trata de construir un compromiso activo de acompañamiento y respaldo ante las injusticias, discriminaciones y violencias que sufren las mujeres en diversos ámbitos.

En el contexto político, la sororidad se convierte en un instrumento poderoso para desafiar estructuras patriarcales y promover cambios sociales significativos, una vez que nos hayamos deconstruido para tener realmente una mirada nueva sobre la otra.

A través de la unión y la solidaridad, las mujeres pueden alzar sus voces colectivamente, visibilizar sus demandas y exigir la igualdad de derechos y oportunidades, y si, es posible, una vez que frenes el impulsó cultural de saltar sobre la otra para sobresalir, o evitar la manipulación del otro (o de los otros) que suele estar detrás de las mujeres empoderadas.

La sororidad también implica un ejercicio de escucha activa y empatía hacia las experiencias y vivencias individuales de cada mujer, reconociendo la diversidad de sus realidades y necesidades. Esto permite la construcción de alianzas inclusivas y la creación de espacios de diálogo y colaboración que fortalecen el movimiento feminista en su conjunto.

Además, la sororidad trasciende las fronteras geográficas, culturales y generacionales, conectando a mujeres de diferentes contextos y trayectorias en una red de solidaridad global.

Este sentido de comunidad y hermandad entre mujeres contribuye a la consolidación de una conciencia colectiva feminista, capaz de enfrentar los desafíos y obstáculos que persisten en la lucha por la igualdad de género.

La sororidad se erige como un pilar fundamental de la construcción política entre mujeres, ofreciendo un espacio seguro de apoyo, empoderamiento y resistencia frente a las injusticias y desigualdades de género. Es a través de esta unión solidaria que las mujeres pueden transformar el mundo y avanzar hacia sociedades más justas e inclusivas para todas y todos, pero la pregunta emerge. ¿Es esta una utopía?.

¿Qué que pasa cuando esa sororidad no existe por la construcción patriarcal del sistema político que las obliga a enfrentarse con los cánones de la lucha violenta por el poder?

Cuando la sororidad no existe debido a la construcción patriarcal del sistema político, las mujeres se ven obligadas a enfrentarse dentro de un marco que promueve la competencia y la confrontación violenta por el poder. En este escenario, las estructuras patriarcales perpetúan la división y la rivalidad entre mujeres, dificultando la posibilidad de construir alianzas sólidas y colaborativas.

La falta de sororidad en el ámbito político se traduce en la reproducción de dinámicas de poder jerárquicas y excluyentes, donde las mujeres son forzadas a competir entre sí por un espacio limitado dentro de las estructuras de poder establecidas. Esta competencia exacerbada no solo debilita la capacidad de las mujeres para influir en la toma de decisiones políticas, sino que también perpetúa la división y el debilitamiento del movimiento feminista en su conjunto.

Además, la ausencia de sororidad dentro del sistema político puede conducir a la instrumentalización de las mujeres como meros instrumentos de legitimación o herramientas de manipulación por parte de fuerzas patriarcales dominantes. En este contexto, las mujeres pueden ser utilizadas para promover agendas políticas que no reflejan sus intereses y necesidades reales, contribuyendo así a la perpetuación de la opresión y la desigualdad de género.

La falta de solidaridad entre mujeres también puede resultar en la marginación y el silenciamiento de aquellas que no se ajustan a los cánones establecidos de la lucha política. Las mujeres que desafían las normas de género preestablecidas o que buscan construir coaliciones transversales pueden ser objeto de ostracismo o estigmatización dentro del propio movimiento feminista.

En última instancia, la ausencia de sororidad en el sistema político refleja la pervivencia del patriarcado y sus mecanismos de control y dominación sobre las mujeres. Para superar esta situación, es crucial promover una cultura de solidaridad y apoyo mutuo entre mujeres, así como fomentar la construcción de espacios políticos inclusivos y democráticos que reconozcan y valoren la diversidad de voces y experiencias dentro del movimiento feminista. Solo así podremos avanzar hacia una verdadera transformación social basada en la igualdad y la justicia de género.

Competir políticamente como mujeres sin caer en las trampas del patriarcado implica adoptar estrategias y enfoques que desafíen las estructuras de poder establecidas y promuevan la igualdad de género. Aquí hay algunas formas en las que las mujeres pueden competir políticamente sin reproducir las dinámicas patriarcales:

Fomentar la colaboración y la solidaridad: En lugar de competir de manera individualista, las mujeres pueden buscar construir alianzas y coaliciones con otras mujeres y grupos que compartan sus valores y objetivos. La solidaridad entre mujeres fortalece el movimiento feminista y crea un frente unido contra la opresión de género.
Promover el liderazgo transformador: Las mujeres pueden optar por un estilo de liderazgo que priorice el diálogo, la inclusión y el empoderamiento colectivo. En lugar de imitar los modelos de liderazgo patriarcales basados en la autoridad y el control, las mujeres pueden trabajar para crear espacios de participación democrática y decisiones compartidas.

Visibilizar y desafiar las desigualdades de género: Es importante que las mujeres políticas reconozcan y denuncien las desigualdades de género que persisten en la política y la sociedad en general. Esto implica abordar temas como la brecha salarial, la violencia de género, la falta de representación en cargos de poder y otras formas de discriminación.

Amplificar las voces marginadas: Las mujeres políticas pueden utilizar su plataforma para amplificar las voces de las mujeres marginadas y subrepresentadas, incluyendo a mujeres de color, mujeres indígenas, mujeres con discapacidades, mujeres LGBTQ+, entre otras. Esto ayuda a garantizar que todas las mujeres sean escuchadas y representadas en el proceso político.

Promover políticas feministas: Las mujeres políticas pueden abogar por políticas y legislaciones que promuevan la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en todas las áreas de la sociedad. Esto incluye medidas como la igualdad salarial, el acceso equitativo a la educación y la atención médica, así como la protección de los derechos reproductivos y la prevención de la violencia de género.

En resumen, competir políticamente como mujeres sin reproducir las líneas del patriarcado implica adoptar un enfoque feminista que desafíe las estructuras de poder existentes y promueva la igualdad de género en todas sus formas. Esto requiere un compromiso continuo con la solidaridad, la inclusión y la justicia social en todas las áreas de la acción política.

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