DE FRENTE Y DE PERFIL
RAMÓN ZURITA SAHAGÚN
De verdad es sorprendente lo sucedido en los recientes nueves meses que lleva el gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Nadie de los opositores a su proyecto esperaba lo que viene ocurriendo, pero sus 30 millones de votantes no se encuentran decepcionados.
Llama poderosamente la atención la facilidad con la que cientos (unos miles, tal vez) de personas se manifiestan en contra de su gobierno y como desde la oposición se lanzan diatribas contra lo que se viene haciendo en la naciente administración federal, sin que sus protestas tengan eco.
Con todo y las críticas, los desatados ataques verbales, el descontento de diversos grupos, las decisiones contrarias a la voluntad de algunos y el malestar en algunos sectores del país y sin llegar a ser una población feliz, feliz, feliz, el país camina con algunos obstáculos.
En México se está viviendo una situación distinta a las del pasado, aunque no un cambio de régimen como fue anunciado y, hasta el momento, tampoco una Cuarta Transformación.
Las cosas son diferentes, lejos de lo acostumbrado y como sucede normalmente, las críticas provienen de quienes resienten el cambio de estrategia gubernamental.
Hasta el momento, dentro de la época pos revolucionaria, ninguno de los gobiernos, priistas, panistas o, hasta el momento, moreno, han podido cumplir con sus promesas de campaña y por el contrario han dejado sumido al país en una constante crisis.
En el caso del actual Presidente mucho de lo que ha venido sucediendo fue advertido por él mismo durante la campaña electoral y mucho de ello se ha cumplido.
Los dos ejes de su proyecto electoral fueron la lucha contra la corrupción y la batalla contra la inseguridad. El primero marcha bien, el segundo no.
Dentro del cúmulo de promesas y advertencias se encuentran la cancelación del aeropuerto de Texcoco, la instalación de una nueva refinería, el Tren Maya y todas las ha sostenido.
Si el Presidente sostuvo durante su campaña electoral parte de lo que viene sucediendo, entonces cuál es la sorpresa. Tal vez sea que muchos no creyeron que esto sucedería y que se trataba de más de lo mismo, como había ocurrido en pasadas administraciones.
Es cierto que el mensaje de su Primer Informe de Gobierno fue similar en cuanto a contenido a los del pasado, ya que es lo mismo que informa en sus mañaneras y que para algunos fue demasiado insustancial, por no traer las acostumbradas promesas de anteriores mandatarios, pero en conjunto fue bien recibido.
Con todo y que las calificaciones para el Ejecutivo federal siguen siendo altas, con porcentajes del 70 por ciento de aprobación, no todo es color de rosa, ya que hay varios temas que requieren de urgente atención, principalmente, el concerniente a seguridad y violencia, donde se ha quedado a deber, así como los cambios en el tema de Salud y el abastecimiento de medicamento, que vienen siendo el talón de Aquiles del actual gobierno.
Dentro de lo que cabe, la rendición de cuentas del primer año de gobierno está dentro de lo esperado, aunque la administración deberá trabajar a marcha forzada, ya que los tiempos se acortan y la paciencia ciudadana se agota.
Mario Delgado sabe que parte de sus posibilidades de la presidencia de MORENA giran alrededor de lo que suceda con Porfirio Muñoz Ledo en la Cámara de Diputados.
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