‘Su crush…’

/ Guadalupe Loaeza /

Seguramente López Obrador nunca en su vida había tenido un “crush” tan intenso con una mujer que le inspirara tantos sentimientos encontrados. No hay duda que la ahora candidata oficial a la Presidencia de la República por el Frente Amplio, Xóchitl Gálvez, no nada más continuará quitándole el sueño, sino que ahora puede quitarle la Presidencia a su “corcholata”, que ya ni le ha de interesar.

En el fondo, fondo, fondo, AMLO se ha de sentir más atraído por Xóchitl, por sonriente, por simpática, inteligente, preparada y muy entrona. En el fondo, fondo, fondo, López Obrador está tan nervioso que por eso se echa esas risitas tan falsas y ridículas. En realidad, son como de coraje, de impotencia y de mucha frustración. “Je, je, je”, se ríe con su dentadura falsa. “Je, je, je”, se carcajea con una mueca que lo traiciona totalmente.

Es la misma risita de Fanfarrón, el personaje que pertenecía al teatro fantástico de Enrique Alonso. ¿Por qué se reirá así? Porque en el fondo, fondo, fondo, el Presidente está enamorado de Xóchitl, como ella misma se lo cuestionó cuando no dejaba de mencionarla en las mañaneras (Reforma, 9 de julio de 2023). No lo puede confesar porque su partido y alguien más… lo aniquilarían a mentadas y a pellizcos. Ayer que hubo Luna Azul, cómo le hubiera gustado a López Obrador cantarle al oído a su “crush”, su amor imposible: “Blue moon, you saw me standing alone without a dream in my heart, without a love of my own…”.

Pobre Presidente, siendo tan machista y misógino, nunca se imaginó en lo que se iba a meter metiéndose contra Xóchitl. Qué buena lección de vida para un machín soberbio e irrespetuoso con las mujeres. Y ahora ¿qué hará para quitarse esa obsesión con Xóchitl Gálvez? Imaginemos al Presidente en el diván con su psicoanalista:

“Ya no puedo más, doctor. Este amor imposible me está acabando. La odio y la quiero, como dice la canción que interpretaba Julio Jaramillo. Cada vez que mencionan su nombre me da un vaguido (sic). Ayer, por ejemplo, cuando me anunciaron que sería la candidata oficial del Frente, sentí deseos de correr hacia ella y abrazarla con todas mis fuerzas, pero a la vez, tuve un impulso de ahorcarla. ¿Qué hago, doctor? A nadie le puedo confesar esta intensa e incomprensible pasión. No hay noche en que no sueñe con ella. Despierto sudando y murmurando su nombre. ¿Sabía que su nombre significa ‘flor’ en náhuatl?

“En realidad, somos almas gemelas, los dos estamos por los programas sociales, por el aumento del salario mínimo y por los derechos de las mujeres. Con lo único que no estamos de acuerdo, es con los libros de texto. Yo digo que son maravillosos y ella dice que son una porquería. Por eso la quiero, doctor, porque no tiene pelos en la lengua. Es la única mujer que se me ha enfrentado, que me ha puesto un alto; por eso la quiero, doctor.

“Qué amor tan contradictorio, porque así como deseo que llegue a la Presidencia Claudia Sheinbaum, a la vez deseo que pierda. Yo mismo he creado un monstruo de dos cabezas: la de Sheinbaum y la de mi Xóchitl. Usted, que ha estudiado tanto el inconsciente, dígame cuál es realmente mi problema. ¿Acaso soy sadomasoquista? Me estoy castigando por algo que tal vez tenga que ver con mi adolescencia. Sí, doctor, tengo un ‘crush’ con Xóchitl. Me di cuenta de ello porque no dejaba de mencionarla en las mañaneras, era más fuerte que yo. Al principio creía que era ella la que tenía un ‘crush’ conmigo porque a fuerzas me quería ver en persona.

“¿Usted cree que también ella sufre? Pobrecita, porque nuestro amor es imposible. Yo soy el Presidente y ella no ha podido olvidar cuando vendía gelatinas y tamales. ¿Cómo pedirle perdón por todo lo que la he ofendido? ¿Se da cuenta, doctor, que ni siquiera le abrí la puerta de Palacio? Y todo por mi soberbia, mi machismo y, como dice usted, doctor, mi megalomanía.

“Estoy pagando con creces mis debilidades. Confesarle mi amor es una locura. Siendo el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas y el Presidente de la República de la 4T, gritar a los cuatro vientos mi ‘crush’ por mi contrincante política número uno sería suicida, absurdo y patético. Todo el mundo se burlaría de mí y dirían que ahora sí ya enloquecí. ¿Qué hago, doctor? ¿Me voy a La Chingada, o me voy a la chingada?”.

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