*“DEBO, NO NIEGO; PAGO, LO JUSTO” .
/ Teresa Carbajal /
La planeación de las cuentas mensuales, y el saber con exactitud en qué gastamos el dinero, nos permitirá salir de deudas y nos librará del sobre endeudamiento.
Expertos en el tema de finanzas personales, han insistido este inicio de año, en la importancia de tener un presupuesto mensual. Pero a ver, ¿qué es un presupuesto?, o por dónde debemos empezar si queremos meter orden en nuestras finanzas.
Sí, la verdad; porque otra vez como cada inicio de año, estamos aquí sentados con los dedos cruzados deseando salir de deudas –ahora sí- ya va en serio.
Registrar nuestros gastos en papel, cotejándolos con los ingresos, es solo el inicio de la tarea. Ser honestos con todo lo que debemos anotar, es parte del compromiso; porque si vamos a discriminar los gastos hormiga, como el cafecito caminero, el pastelito de la tarde, el saldo del teléfono que se te va como agua, o las múltiples plataformas de entretenimiento que tienes contratadas, o la comida rápida de los fines de semana, o las propinas.
Pensando que eso qué tiene que ver, o haciéndote de la vista gorda porque eso no cuenta y aparte te lo mereces, ¡pues entonces no estamos entendiendo de qué se trata el asunto!
Este encuentro con la verdad, es para saber ¿en qué se va el dinero? Y si ese destino es justificado o necesario. Si no fuera así, entonces tendremos que ajustar nuestra forma de gastar.
Aunado a lo anterior, si solo llevamos la cuenta, pero no tenemos una visualización de por lo menos tres metas reales a cumplir este año. ¡Tampoco es un presupuesto! Pues una de sus finalidades es que, mediante este, podamos cumplir objetivos.
Tomémoslo pues, como la “inspiración” para determinarnos a comenzar esa aventura de poner en orden nuestras vidas, comenzando por las finanzas personales.
Yo no estoy de acuerdo, con la sentencia esa, que se nos ha impuesto a los mexicanos acerca de que no tenemos ahorros, por gastadores y desordenados. Ya lo he comentado en otras ocasiones, tenemos un sistema financiero criminal diseñado para mantenernos cautivos y presos de las deudas. ¡Pagamos intereses como si fuéramos millonarios! Y a base de trampas.
Sin embargo, sí coincido, con que, a través de la información, podemos tomar mejores decisiones en asuntos económicos, y como una cosa lleva a otra, sin duda alguna, estaremos menos propensos a pedir créditos a la menor provocación.
Cuántos, por no resistir la cobranza abusiva, se ahorcan con convenios impagables, por miedo a lo que pueda pasarles, o al qué dirán. Porque todo puede decirse de nosotros, menos que somos ‘mala paga’, ¡no hombre! pues dónde queda nuestro prestigio.
Eso de hipotecar una casa, para pagar las tarjetas de crédito, no es una buena opción; sin embargo, hay quienes toman esa puerta equivocada, solo para agrandar más el problema.
Por eso es, que este año, tenemos que crear ese rubro en el presupuesto, el de las deudas. Y destinar al pago de ellas por lo menos el 30% de nuestros ingresos. Dejando un margen de maniobra, pues siempre habrá emergencias, ¡y ni modo que no lo estemos considerando!
Pues de no hacerlo, entonces es probable que cuando se presente ese imprevisto, haya que optar por un préstamo. ¿Y las deudas? Pues las deudas viejas se agregarán a las nuevas.
Si logramos identificar cuáles son nuestros gastos necesarios o básicos, distinguiéndolos de los que no lo son, podremos saber en qué radican los motivos por los que aún no hemos podido ahorrar para salir de deudas.
Parte de la negativa a abrir nuestro corazoncito monetario, es la dificultad de renunciar a los gastos que no son necesarios, pero que moral o emocionalmente nos confortan en la rudeza diaria de la vida.
Bueno, quizá esa cita de café pueda sustituirse por una breve caminata con los amigos de charla, sin gastar un solo peso o llevando consigo una bebida preparada en casa.
Cuál es la necesidad de la compra de comida preparada, si a nuestra salud no le hace nada bien, y a la larga representará un atentado a la salud. El cambio de esmalte puede hacerse de modo casero, y en un círculo de amigas que motive el interés por reunirse y platicar de vez en cuando. Es este un buen momento de replantear nuestros hábitos, respirar hondo y hacer las renuncias necesarias, que nos llevarán a la libertad económica, libres de deudas, ¡sí se puede!
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