** La Vida de las emociones.
/ Valeria Villa /
Entre tanta oferta de series producidas al vapor, que no tienen ningún rigor en sus guiones y que son todas idénticas, con actores mediocres y relatos que sólo quieren vender, encontrar a Ted Lasso fue una sorpresa fantástica de un guion perfecto, escrito por Jason Sudeikis y Brendan Hunt, también protagonistas y amigos fieles dentro y fuera de la serie, quienes logran un relato original, que puede ser tan tierno, cursi y sólo para pasar un buen rato, o tan profundo y reflexivo como cada uno necesite. Lo que es un hecho es que provoca sentimientos de optimismo y esperanza de una forma casi mágica.
Ted Lasso no es un optimista patológico. Su sentido del humor es en parte defensivo, porque su historia, como todas, no está exenta de dolor y trauma. Poco a poco descubrimos que este coach de futbol americano, que llega a la Premier League para entrenar a un equipo sabiendo casi nada de soccer, es un hombre que sufre y que ha reprimido ese sufrimiento durante décadas, hasta que varias situaciones límite se suman: vive lejos de su hijo, su mujer lo deja, todos esperan que dé resultados, y comienza a tener ataques de pánico. El abordaje de las enfermedades mentales también es un acierto en esta serie. Ted asiste a terapia con la psicóloga del equipo de futbol, con muchas resistencias al principio. Es mucho lo que tiene que revelarle a la doctora Sharon y no quiere hacerlo, hasta que por fin se abre a la experiencia emocional del duelo, del dolor por las pérdidas y sus síntomas comienzan a desaparecer.
Ted hornea pastelitos para ganarse a Rebeca, en el inicio de la serie, la amargada dueña del equipo de futbol. Hace chistes, baila frente a los jugadores, se aprende los nombres de todas las personas, se interesa por cada uno, ataja la violencia del vestidor con paciencia, respeto, visión de equipo y una caja de sugerencias. No es casualidad que esta historia ocurra en el mundo del soccer, dominantemente masculino, heterosexual, en el que la violencia del juego y de los estadios es parte de la normalidad, pero la producción insiste en que otras masculinidades son posibles. Aborda también otros temas urgentes para no dejar de creer que un mundo mejor es posible: la inclusión, el racismo, la migración forzada y el ciberacoso que sufren las mujeres por vivir su sexualidad con libertad, como le ocurre a Keeley, una mujer bella y a la última moda, quien es además emprendedora, creativa, buena amiga, buena persona, quien es libre para amar y dejar de amar.
Hemos visto muchas veces como en el mundo del futbol es un escándalo cuando un jugador “sale del clóset”. En pleno 2023, Jakub Jankto, seleccionado de la República Checa, es el primer futbolista internacional masculino que se declara públicamente gay.
La homosexualidad está oculta para un par de personajes de Ted Lasso, haciendo alusión a esta práctica del heteropatriarcado. Rupert, antagonista de la serie, es la antítesis de Ted: infiel serial, hace todo por conquistar a cuanta mujer tiene cerca y cuando obtiene lo que quiere, se desliza hacia un nuevo objeto. Las mujeres son trofeos, y su interés en el futbol es meramente un despliegue de ego y poder económico. Representa al machismo patriarcal.
Una dimensión presente todo el tiempo en el mundo de las masculinidades es la negación de las emociones. En su socialización los varones no son educados para expresarlas, no vaya a ser que los tomen por débiles o maricones. Los hombres se vuelven una bomba de tiempo siempre a punto de estallar y las únicas emociones que generalmente se permiten son la ira y la hostilidad, dirigida a sí mismos, a otros hombres y a las mujeres. También sentimientos de culpa, de odio a sí mismos y diversos síntomas físicos y psicológicos (Kaufman, M. (1989). Hombres: placer, poder y cambio. Ed. Centro de Investigación para la Acción Femenina).
En Ted Lasso vemos a hombres llorando, riéndose, consolándose, experimentando amor, ternura, solidaridad. El gorila que es Roy Kent abraza a su antes rival Jamie, quien rompe a llorar después de un encuentro humillante y violento con su padre. El mundo del futbol —violento, homófobo, jaula de la heterosexualidad— se convierte en esta serie en un mundo en el que se puede ser vulnerable, donde existe el perdón, el consuelo, la aceptación de los errores y las segundas oportunidades. También es un retrato de mujeres fuertes, determinadas, que saben ayudarse y ser sororas y que no viven dependientes de lo que un hombre necesita que sean. Rebeca, Jamie, Nate, Ted, perdonan, y eso los libera de la carga que no les permite estar en paz.
“Los hombres me han subestimado toda mi vida. No sé por qué. Antes me molestaba mucho, hasta que un día me encontré una frase de Walt Whitman, escrita en una pared: Sé curioso, no juzgues. Los tipos que me devaluaban pensaban que lo sabían todo. Todos los que querían empequeñecerme eran hombres sin curiosidad y por eso juzgaban todo y a todos. Si fueran curiosos me habrían hecho preguntas”: Ted Lasso