“Tenemos cerebros atrofiados, cansancio y células perezosas”

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/Bibiana Belsasso /

Durante más de tres décadas, Nathaly Marcus ha acompañado a miles de personas en su proceso de sanación integral a través de la nutrición funcional y el equilibrio cuerpo-mente.

En su nuevo libro Sano, salvaje y sabio, editorial Grijalbo, escribe una guía práctica para reconectar con tu naturaleza ancestral y sanar tu vida a través del cambio de hábitos y nutrición.

La autora comparte su propia historia de transformación, así como un llamado urgente a reconectarnos con lo esencial: la naturaleza, los ciclos, la comunidad y la sabiduría interior. 

Esta semana platicamos con Nathaly Marcus sobre su nuevo libro y cómo hizo este trabajo para tratar de acercar a los lectores a la salud profunda, la conciencia y la autenticidad.

Bibiana Belsasso (BB): ¿Cómo surge este nuevo proyecto?

Nathaly Marcus (NM): Surgió a partir de una cirugía en el cuello. Me hicieron una discectomía, me quitaron dos discos y me pusieron una fusión.

Viví con dolor durante dos años y medio. Después de la operación, el dolor aumentó, perdí movilidad y tuve que usar una cuellera por tres meses. Toqué fondo. El dolor fue mi maestro: me rompió, me obligó a pedir ayuda, a dejar que me bañaran, a aceptar la vulnerabilidad.

Bajé a 43 kilos, se me dañaron las cuerdas vocales. Desde ahí comencé un proceso profundo de sanación, de reconciliarme con mi historia, con mis heridas de abandono y con mi autoexigencia. Ese camino me llevó a convertirme en la mujer que soy hoy, a entender mi infancia y a sanar desde el origen.

BB: En el libro hablas de una sociedad más enferma que nunca. ¿A qué te refieres con eso?

NM: Hoy vivimos en una cultura que nos desconecta. Tenemos cerebros atrofiados, sistemas inmunológicos colapsados, cansancio crónico y células perezosas. Buscamos soluciones rápidas en suplementos, tecnologías o “biohackings” que prometen bienestar inmediato. Hemos reemplazado la luz natural por luz artificial, la comunidad por redes sociales, los alimentos reales por productos procesados y los movimientos del cuerpo por horas de gimnasio cerrado.

En el libro invito a regresar a nuestra esencia a través de la medicina y la sabiduría ancestral, reconectando con la tierra, con el cuerpo, con los ciclos. Sanar no es escapar del dolor, es atravesarlo.

BB: Hablas de una vida longeva, pero, sobre todo, con salud y sentido.

NM: Exacto. No se trata sólo de vivir más años, sino de vivir mejor. Queremos una vida longeva con bienestar, comunidad, presencia, coherencia, alegría y risas. Hemos perdido el gozo por estar vivos, por pertenecer. Buscamos la salud afuera cuando en realidad todo está dentro de nosotros.

La nutrióloga Nathaly Marcus, en imagen de archivo.
La nutrióloga Nathaly Marcus, en imagen de archivo. ı Foto: Especial
BB: En tu historia personal mencionas que tuviste que hacer un viaje interior muy profundo. ¿Qué papel juega la mente y las experiencias vividas en la salud física? 

NM: Es fundamental. Todos los seres humanos cargamos pérdidas, duelos, dolores físicos y emocionales. Muchas veces llevamos heridas que no nos pertenecen: traumas familiares, patrones ancestrales, resentimientos heredados. Odiamos sin saber por qué, repetimos comportamientos inconscientes. Sanar implica abrir la mente, tener compasión, abrazar la imperfección y vivir desde la autenticidad. Sólo así evolucionamos como seres humanos.

BB: Un capítulo lo titulas “El cuerpo salvaje”. ¿A qué te refieres con eso?

NM: Me refiero a ese cuerpo ancestral que enfrentaba incomodidades: calor, frío, ayuno, movimiento, escasez. Nuestros ancestros usaban plantas medicinales como el cacao, la cúrcuma o la salvia. Su entorno los obligaba a adaptarse, y esa adaptabilidad los hacía fuertes y resilientes. Hoy vivimos en una zona de confort permanente. Sólo cuando salimos de ella, con prácticas como el ayuno, los baños fríos o el contacto con la naturaleza, despertamos esa sabiduría instintiva y biológica que nos conecta con nuestro reloj natural, con la luz y con la oscuridad.

BB: ¿Desde cuándo crees que la humanidad perdió esa conexión salvaje?

NC: Desde la Revolución Industrial. Ahí comenzó el gran quiebre. La tecnología trajo comodidad, pero también desconexión. Pasamos de cultivar nuestros alimentos a consumir productos procesados con pesticidas, glifosfatos y hormonas. Perdimos los alimentos de temporada, la comunidad y la tribu. Nos hicimos productivos, pero no plenos.

BB: Tienes un capítulo muy interesante sobre el intestino, las mitocondrias y el estrés. Hoy parece que todos tenemos problemas digestivos. ¿Qué está pasando?

NM: Nuestra microbiota, esas bacterias que viven en el intestino, es más inteligente que nosotros. Tenemos más bacterias que células, y ellas se comunican con el cerebro, con la piel y con nuestras mitocondrias, que son la batería del cuerpo. Cuando el intestino está inflamado, permeable o le faltan colores y pigmentos naturales, las bacterias no pueden hacer su trabajo. Entonces no producimos neurotransmisores de la felicidad, la atención o la concentración, y nuestro sistema inmunológico se debilita. Por eso enferma el cuerpo, pero también la mente.

BB: ¿Por qué elegiste el título Sano, salvaje y sabio? ¿Qué representan esos tres hábitos para despertar la conciencia?

NM: Porque la verdadera salud nace de equilibrar esos tres pilares. “Sano” es cuidar el cuerpo con alimento real, descanso y movimiento. “Salvaje” es reconectar con nuestra fuerza instintiva, con los ciclos naturales, con el frío, el calor, la tierra. Y “sabio” es cultivar la mente y el espíritu, vivir con propósito y autenticidad. Despertar la conciencia es levantarte sin ansiedad, con intención, con ganas de vivir desde tu esencia, no desde el deber. Los rituales, no las reglas, son los que nos transforman. Reír, moverte, descansar, escuchar tus ciclos, agradecer y disfrutar. Eso cambia la biología, la longevidad y el alma.

BB: ¿Qué te gustaría que el lector se lleve de este libro?

NM: Que recuerde que la medicina no está afuera. Está dentro de cada uno de nosotros. Nuestro cuerpo sabe sanarse si lo escuchamos, lo honramos y lo nutrimos con intuición y amor. Somos un oráculo perfecto, una casa sagrada. Sólo necesitamos reconectarnos con esa sabiduría interior que la vida moderna nos ha hecho olvidar.