Nexos.
/Rubén Aguilar Valenzuela /
Es sabido públicamente que algunos generales en retiro —sobre todo generales divisionarios— no simpatizan con la ideas del presidente Andrés Manuel López Obrador. Les molesta su discurso, pero sobre todo les parece que violenta de manera sistemática la vida institucional del Ejército. Estos generales, cabe recordar, fueron formados en el respeto a las instituciones de la república.
Al interior de los altos mandos del Ejército existen crecientes tensiones y malestar. Es muy difícil —prácticamente imposible— saber la dimensión, en términos de números, de quienes se ubican en éste campo. Y es que quienes no están de acuerdo en cómo se manejan las cosas en el Ejército son muy cuidadosos a la hora de expresar sus posiciones, pues saben que de hacerlo abiertamente podrían ser sujetos de represalias.
De diversas conversaciones que he sostenido a lo largo de los dos últimos años con militares inconformes, identifico siete temas que molestan y tensan la relación al interior del Ejército:
1. La fidelidad al comandante en jefe en lugar de a la Constitución. Un grupo del alto mando piensa que el secretario de la Defensa Nacional, el general Luis Cresencio Sandoval González, subraya la lealtad al presidente por encima de aquella a la Constitución. Para ellos la doctrina aprendida en el Colegio Militar y en la Escuela Superior de Guerra es clara y no requiere de interpretación: su lealtad, sobre todas las cosas, es a la Constitución, expresión del consenso de las y los mexicanos. Están dispuestos a dar la vida por lo que ordena la Carta Magna.
2. La nueva estructura del Ejército. El grupo de generales disidentes con quienes he hablado no está de acuerdo con la nueva estructura orgánica que se quiere dar del Ejército, en donde la Guardia Nacional (GN) pasa a ser un cuerpo más junto con la Fuerza Aérea y el Ejército. Consideran que, de llevarse a cabo la reforma, en el futuro la GN tendría un gran crecimiento y el cuerpo del Ejército propiamente dicho se reduciría y tendría cada vez menos peso. Temen, incluso, que en un determinado momento el Ejecutivo decida acabar con el Ejército y quedarse solo con la GN.
3. El Ejército como empresario y propietario. Quienes integran éste grupo conocen bien cuál ha sido el comportamiento de los ejércitos en Centroamérica y América del Sur cuando entraron al mundo de los negocios. No están de acuerdo con que el Ejército sea constructor de obras civiles y tampoco propietario de empresas de lucro. Como profesionales bien informados saben que, en los países de América Latina donde los gobiernos han entregado al Ejército tramos de la administración civil y los ha hecho propietarios de negocios, los militares de alto rango se han corrompido. Un ejemplo entre otros es aquel de los mandos militares de Guatemala, Nicaragua, Venezuela y Bolivia. Los generales disidentes mexicanos se preguntan: ¿qué hace distinto a los militares mexicanos en comparación con los de otros países de la región? ¿Qué los hace incorruptibles? Saben, también, que en el pasado fueron muchos los generales que se relacionaron con el narcotráfico para hacer dinero. ¿Por qué meter al Ejército y sus mandos al mundo de los negocios? ¿Qué se espera de ellos?
4. El Ejército multiusos. A estos altos mandos les molesta que el presidente utilice al Ejército como una “agencia pública multiusos”. Piensan que eso rebaja y denigra al Ejército. Las funciones de los militares son otras. Fueron formados y capacitados para desarrollar otro tipo de tareas y responsabilidades. Ahora el Ejército se desgasta en actividades que no le corresponden y deja de lado las que sí son sustantivas.
5. Las manos amarradas. Quienes participan de esta visión no están de acuerdo con la estrategia de seguridad del presidente, que se sintetiza en dos de sus frases: “abrazos y no balazos” y que no se debe usar la fuerza porque genera más violencia. A estos generales les molesta que les tengan las “manos amarradas” mientras avanza el crimen organizado. Les molestan las concesiones que el presidente hace al crimen en aras de supuestamente alcanzar la paz. Piensan que así no se obtendrá.
6. Declaraciones del general Sandoval González. A éste grupo le desagradan ciertas actitudes y declaraciones del secretario de la Defensa Nacional. Lo ubican excesivamente cercano y consecuente con el presidente. De manera particular, les molestó la intervención de Sandoval en celebración del aniversario de la Revolución Mexicana en 2021, cuando el general comparó el proyecto de López Obrador con la gesta de las guerras de Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana. Para estos altos mandos, el general secretario tomó partido por el proyecto político que encabeza el presidente. Ellos consideran que el Ejército, como institución del Estado, no debe tomar partido por ninguna de las fuerzas políticas del país. En su concepción los militares no tienen una posición política partidaria y están al servicio de toda la sociedad y no solo de una parte de ella.
7. La militarización de la sociedad. Éste grupo no está de acuerdo con el proceso de militarización de la sociedad mexicana que impulsa el presidente. Ven como todos los días les adjudica nuevas tareas al Ejército que no les corresponden y que los aleja de sus responsabilidades sustantivas. Están bien informados sobre lo que sucede con los procesos de militarización. Son civilistas. Dicen que en el Colegio Militar y la Escuela Superior de Guerra aprendieron la división de las responsabilidades entre militares y civiles en la conducción del Estado.
Estos siete temas tensan y dividen al Ejército. El malestar está presente y cada día es más grande. Frente a los niveles de verticalidad que existe en la institución y el temor fundado de los altos mandos a manifestarse abiertamente, resulta imposible saber la dimensión del grupo que no está de acuerdo con lo que ahora sucede en la institución. Los integrantes de éste grupo temen, con razón, que si hacen público lo que piensan serían sancionados y podrían perder los derechos adquiridos a lo largo de una vida de servicio. Buena parte de ellos están ya al borde de la jubilación. Esto los obliga a tener mucho cuidado, pero no elimina los niveles de descontento y desacuerdo.
Rubén Aguilar Valenzuela
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