Terrorismo Íntimo.

Alguien como tú.

Gladys de L. Pérez Maldonado.

¿Sabe usted que conocer la historia ayuda a evitar o solucionar las circunstancias que se viven, como en el caso la incontrolable violencia que se ejerce contra las niñas y las mujeres?.

En el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, consideramos oportuno continuar con la sensibilización social en el tema.

La cultura romana influenció de manera importante la formación política y social de nuestro País. En la Roma antigua, se definía a la mujer casada como una posesión necesaria e inseparable del marido, por lo que implícitamente éste tenia autoridad para castigar a la mujer. En el Derecho Romano existía la figura del pater familias (jefe de familia) el cual ejercía la posesión absoluta sobre los sujetos a su dependencia. Es más, “familia” en latín significa el conjunto de esclavos que pertenecen a un individuo.

Así, bajo esa influencia jurídica, en nuestra sociedad permeó una aceptación general del uso de la fuerza del hombre en nombre de la ley. El Estado mantenía su interés en controlar los roles sociales de los individuos: el marido como proveedor de la casa y la mujer ocupándose tanto del bienestar del hogar, los hijos e hijas, como del bienestar de su marido.

Evidentemente, este tipo de organización social no es exclusiva de México, con la finalidad de ilustrar la problemática mundial, hacemos notar que en los Estados Unidos, por ejemplo, en el S. XVII las leyes autorizaban al padre a matar a su hijo indisciplinado.

La Ley Chester, en 1682, preveía que una hija irrespetuosa mayor de 16 años podía ser castigada en público con 31 latigazos y encarcelada durante 6 meses.

En la década de los 70’s en Nueva York, varios grupos feministas y organizaciones no gubernamentales fueran las encargadas de la difusión, sensibilización y concienciación de esta problemática y exigieron a los Estados a la adopción de medidas que constituyeran una respuesta rápida y eficiente, que garantizara el pleno ejercicio de los derechos humanos de las mujeres y las niñas.

En España el caso de Ana Orantes, que fue quemada viva por su marido en 1997, fue el detonador de denuncias multitudinarias de mujeres que vivían el mismo drama.

En Argentina, también fue un caso de asesinato, de Alicia Muñoz, quien murió después de ser golpeada y aventada por un balcón por parte de su pareja quien fuera un boxeador famoso.

Cambiemos la historia del trato a la mujer. La violencia que se ejerce al interior del núcleo familiar o “terrorismo íntimo” se caracteriza por su invisibilidad y sólo convirtiendo el problema familiar en un problema social, es decir, exteriorizándolo, se puede empezar a tratar y a dejar de ser impune a la sanción legal y sólo así, se evitarán tantos feminicidios que se cometen diariamente en nuestra Entidad.

Los feminicidios (en la mayoría de los casos) son cometidos por las parejas sentimentales de las víctimas, quienes eran reiteradamente violentadas y ellas por miedo, por sometimiento y por costumbre, se abstuvieron a denunciar a su agresor o si lo hicieron las autoridades especializadas en la materia, no le dieron la importancia suficiente y para cuando quisieron hacerlo, la mujer había sido muerta.

La familia es la cédula donde se refleja con mayor claridad las dos variables en que organiza la sociedad: el “poder” y el “género”. Entendemos por poder la capacidad de afectar la conducta, el pensamiento y los sentimientos de otras personas. Los hombres maltratadores ejercen de diferentes maneras el control, que no es nada más que la forma exitosa del uso del poder.
El terrorismo íntimo, se da en tres etapas de manera gradual, que son casi imperceptibles. En el inicio, la violencia apenas es reconocida, se manifiesta en forma sutil y psicológica. Muchas veces la víctima se siente protegida y admira las cualidades del agresor: “Querida déjame a mí, tu no sabes”: esta descalificación está teñida de un falso afecto.

A renglón seguido viene la agresión verbal y directa, esto es, la denigración y los insultos de manera permanente, el agresor descalifica a su pareja en todos los aspectos, físico, psíquicos e intelectuales, por ejemplo, “que gorda estás”, “tu presentación tuvo errores, pero ya mejorarás”, “no puedes hacer ese trámite en el banco, te vas a equivocar, mejor voy yo”.

Finalmente, se puede llegar a la agresión física, que es cuando comienzan los golpes, primero levemente, con un pequeño empujón, apretón de brazo y con el tiempo van en aumento hasta llegar al uso de objetos para herir a la pareja, y hasta para exigirle relaciones sexuales forzadas. En este punto se puede terminar en la comisión del feminicidio o en que la víctima cometa suicidio.
Cuidado…alguien de su familia o usted puede estar siendo víctima de Terrorismo Íntimo…no espere a ser parte de la estadística, actúe y diga: ¡BASTA YA!.

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