María* nos comparte su testimonio, decidió recurrir al aborto legal en la Ciudad de México. Esta es su historia.
“Supe que estaba embarazada cuando cursaba el quinto semestre de la carrera. En ese entonces trabajaba como pasante y había la posibilidad de crecer laboralmente. Vivía con mis padres, si se enteraban no me iban a permitir que siguiera viviendo ahí. Mi pareja no quería que tuviéramos un bebé, porque decía que nos faltaba vivir muchas cosas más sin hijos. En la decisión que tomé, respecto a interrumpir mi embarazo, influyó el miedo de tener que enfrentar a mi familia y pareja, pero también el que yo quería ser mamá, una mamá presente que pudiera darle lo mejor a su hijo o hija.
“Llevé a cabo el proceso en una clínica pública de interrupción legal del embarazo. El trato no fue empático, fue duro. La primera vez que fuimos llegamos como a las 10 de la mañana y nos dijeron que teníamos que estar ahí desde las cinco de la mañana para sacar ficha. Al día siguiente estuvimos ahí a la hora indicada, pero al formarnos supimos que debíamos llevar un estudio que demostrara mi grupo sanguíneo. Como no teníamos el documento tuvimos que irnos. En la página de internet de la institución no daban la información completa sobre lo que debías llevar.
“Además, afuera de la clínica había una camioneta de grupos provida que te veían como lo peor de lo peor. El día que me atendieron, el doctor me revisó junto con los practicantes, lo que es incómodo y me parece que no hay un respeto al cuerpo de las mujeres. Te hacen un ultrasonido para saber cuántas semanas tienes y te dicen qué método implementarán, si pastillas o aspiración. El método que a mí me dieron fueron las pastillas, que podía tomarlas fuera de la clínica.
“Debía tomar cuatro pastillas, de preferencia en casa porque la cantidad de sangrado iba a ser abundante. Tenía miedo y además debía cuidar que mi familia no se diera cuenta del sangrado. Tomé las primeras dos pastillas y cuando comenzó el dolor sentí como unos cólicos elevados a la millonésima potencia, como si me estuviera retorcijando por dentro. Después de cuatro horas ingerí las otras dos pastillas, lo que incrementó el dolor. El proceso da mucho miedo porque ves salir coágulos enteros de sangre.
“Una de las sensaciones que te acompaña durante todo el proceso es el dolor físico y emocional. Al menos en mi caso, de repente me decía, que no debía haberlo hecho y me cuestionaba. También sentía incertidumbre sobre qué pasaba si empezaba a sangrar más, si me dolía otra cosa, si podía tomar algún medicamento, o sobre qué podía o no comer. No te dan ningún tipo de indicación, básicamente estás sola.
“En la clínica te sugieren que después del proceso te pongas un método anticonceptivo. Ahí ponen un dispositivo hormonal que se llama Mirena, pero es como un “voluntariamente a fuerza”, porque se siente mucho la presión para que te lo pongas. Casi casi te dicen que es para que no vuelvas a regarla, ese tipo de palabras están mal. No saben qué proceso estás enfrentando internamente como para que te hablen así.
“En el aspecto emocional lloraba mucho y me arrepentía. En ningún momento hubo un acompañamiento psicológico. Este proceso te protege de ciertas situaciones, pero es complicado de llevar porque sobrepasa incluso a la persona misma.
“Recuerdo que cuando estaba decidiendo qué hacer alguien siempre me dijo: todo el mundo está en contra del aborto hasta que necesita uno, y estoy de acuerdo. Aunque a veces dudaba sobre tenerlo, al final tuve la opción de elegir y me pregunto: ¿qué hubiera pasado si no hubiera tomado las pastillas? Hoy ya no estoy con quien era mi pareja, hubiera traído un niño a sufrir con un papá violento, en situaciones económicas complejas. No sé qué hubiera sido de mí. Esa decisión me permitió seguir estudiando, querer enfocarme en mí como un proyecto importantísimo.
“Estoy a favor de este derecho, porque el legalizar la interrupción del embarazo no significa que todas las mujeres lo van a hacer, pero sí permite que el Estado te dé un elemento para elegir y valdría la pena agregar a la discusión la sugerencia de apoyo psicológico. Que la información de los portales en internet sea efectiva, que se hable más sobre lo que implica el proceso, que se brinde una atención y seguimiento médico más directo y que de verdad haya empatía. Que este derecho de elección abarque más esferas.
“La prohibición de la interrupción legal del embarazo cierra una puerta, una puerta que no te obliga a entrar ni te prohíbe pasar, simplemente está y dependerá de cada quien si lo hace o no.
“A las mujeres que están pasando por lo mismo que yo, quiero decirles que les espera un proceso fuerte, probablemente con mucho dolor. Les sugeriría que haya un acompañamiento psicológico o una persona que esté ahí para abrazarlas y escucharlas. Infórmense y piensen solamente en sí mismas, porque al final la decisión que tomen va a ser para su bien”.
* Nombre ficticio para cuidar su identidad