¿Traición definirá quién gobernará?

**Análisis sin Fronteras .

/ Ana María Salazar /

En las últimas dos entregas sobre el futuro de la gobernabilidad en México para el 2025, señalé factores que el siguiente año y medio serán constantes, además de varias interrogantes cuyas respuestas nos permitirían anticipar mejor el nivel y la profundidad de ingobernabilidad que podría enfrentar el país después de las elecciones del año entrante.

Hace dos semanas señalé que hay seis factores constantes: La activa y creciente participación de los grupos del crimen organizado en la selección y promoción de candidatos a nivel local, estatal y federal.

Andrés Manuel López Obrador será jefe de campaña, ignorando la constitución, legislación electoral y las decisiones del INE, usando el erario para promover las candidaturas de Morena.

Las autoridades electorales serán incapaces de detener las constantes violaciones del Presidente.

El liderazgo de López Obrador continuará polarizando para asegurar el éxito político de Morena y no la credibilidad de los resultados electorales. La prioridad del Presidente es su legado histórico, asegurando la lealtad del siguiente mandatario, y control de ambas legislaturas.

La polarización de las campañas se traducirá en aún más de violencia política. Sin importar quién gane las elecciones, heredará un país en llamas en materia de seguridad. Un último factor más que señalé la semana pasada: aunque parece una obviedad, además del legado histórico, el presidente tomará todos los pasos necesarios (legales o ilegales) para asegurar inmunidad, la integridad física y jurídica de su entorno familiar y de personas de su círculo cercano, con información que podría comprometer a López Obrador.

Este último factor se vuelve mucho más relevante ante hechos que han sucedido en otros países, donde familiares del presidente en turno (o expresidente) son detenidos y enjuiciados.

El ejemplo más reciente, y seguramente les quita a muchos mandatarios latinoamericanos es el caso de Nicolas Petro, hijo del Presidente de Colombia, Gustavo Petro, detenido por lavado de dinero para posiblemente apoyar la campaña a la presidencia de su padre. Por esta y muchas otras razones, proteger a la familia y el círculo cercano a Andrés Manuel López Obrador tiene que ser prioridad de la cuarta transformación.

Entre las interrogantes que señalé la semana pasada, que las respuestas nos permiten definir la gobernabilidad en el 2025, incluye: ¿cuál será el papel de las Fuerzas Armadas en los diferentes escenarios? ¿Su prioridad es defender la Constitución y el Estado de derecho o la cuarta transformación? ¿Acatará las decisiones de la Suprema Corte, INE y el Tribunal Electoral? ¿Podrán los secretarios decirle ‘no’ al actual comandante en jefe si les ordena violar la Constitución?

Ahora, consideremos el escenario más factible, con los datos que tenemos en este momento, con los factores e interrogantes: en este momento, con las actuales encuestas y asumiendo ciertas realidades políticas, la candidata para la alianza de Morena será Claudia Sheinbaum y la candidata para el Frente Amplio por México será Xóchitl Gálvez. De no ser Gálvez, la otra opción sería Beatriz Paredes.

Esto nos lleva a subrayar que México tiene grandes probabilidades de que el país sea gobernado el siguiente sexenio por una mujer. Lo que podría detener esta eventualidad es un atentado en contra de las candidatas o un intento del presidente Andrés Manuel López Obrador de buscar sacar de la contienda a Gálvez, gracias a alguna acusación penal que se traduciría en desaforar a la senadora.

Ante esta eventualidad, la gobernabilidad del país, sin importar quién gane, dependerá de la diferencia porcentual de la ganadora. Si la diferencia es menos de 10 puntos, la perdedora, con buena razón, cuestionará los resultados, especialmente si hay indicios claros de la participación del crimen organizado de un gobierno extranjero. De nuevo, quiero recalcar la importancia de las Fuerzas Armadas ante la eventualidad de violencia sistemática si la ganadora no tiene un claro y contundente apoyo de la población, reflejado en las encuestas y en el voto. Otra consideración será el papel de los partidos políticos. En verdad el PAN, PRI, PRD y Movimiento Ciudadano quieren que gane las elecciones una candidata como Xóchitl Gálvez. Lo que hemos aprendido en los últimos años es que los representantes del PAN, PRI y Movimiento Ciudadano tienen como prioridad una transición política.

¿Cuánto cuesta el ‘amor’ –la posible ‘traición’– de los líderes de los partidos para asegurar que la oposición no gobierne el siguiente sexenio? Continuaremos este análisis la semana entrante.

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