Transformación en opacidad .

** La Corte .

/ Azul Etcheverry /

No solamente tiraron la primera piedra, sino que se jactaron al decir “no somos iguales”, esta administración se fortaleció con los reportajes que se presentaron durante el sexenio de Peña Nieto, en los que se mostraban los actos de corrupción ocurridos durante los años 2012-2018. Casos como la Casa Blanca y la Estafa Maestra fueron el resultado de un Inai en funciones.

Pero en estos cinco años en el poder hemos visto (además de escándalos de corrupción y tráfico de influencias iguales o peores) un nulo avance en los casos anteriores de presunta corrupción. El caso de Rosario Robles, quien ha sido la única persona procesada y presunta responsable del caso de la Estafa Maestra, tuvo muchas irregularidades desde el sistema penal del país, se le negó un juicio justo y por ello tuvieron que retirarle los cargos.

Ahora, gracias a las investigaciones periodísticas del Inai, se descubrió cómo otro hijo del Presidente creó una red para que sus amigos ganaran contratos por cerca de 100 millones de pesos para el Parque Ecológico Lago de Texcoco, contratos de Sedatu y más contratos en Conagua, simulando competencia en contratos públicos pero que comparten socios.

Las recientes revelaciones de corrupción y desfalcos y la obstinada idea de querer desaparecer el Inai ahora hacen perfecto sentido. Manuel Robles presentó una iniciativa de ley en la que se propone cambiar el nombre al Inai y modificar el número de integrantes de siete a tres. La iniciativa del diputado trae consigo una exposición de motivos bastante deficiente y ambigua en la que dice “el Inai fue símbolo del lampedusianismo” y que “se consolidó como un instituto de ‘cuates’ al servicio de los políticos”.

Morena y aliados no combatieron ni combaten la corrupción ni parecen tener intenciones de hacerlo en el ocaso del sexenio. Tomó años a la sociedad civil construir instituciones que pudieran contribuir a que la administración pública sea más transparente y disminuyan los niveles de corrupción. México sólo avanzó dos lugares en la percepción de corrupción en 2020, obteniendo un puntaje de 31, una de las más bajas para los integrantes de la OCDE, sólo delante de Rusia.

En la presente administración, el combate a la corrupción es un discurso mañanero, pero en la realidad este gobierno ha insistido y buscado desde la Presidencia, así como desde las cámaras de Senadores y Diputados, un debilitamiento del organismo que antes defendían y que les dio por mucho tiempo las herramientas para crear su discurso.

No queremos “otros datos”, queremos los del Inai.

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