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29. 10.2024. Ciudad de México.- Ha pasado un mes desde el primer y segundo impacto de John en tierras guerrerenses; un mes largo de mesas de discusión política, promesas presidenciales sobre las futuras acciones reparativas y censos para proyectar el daño que dejó el fenómeno en las costas sureñas del país, principalmente, en Acapulco.
Mientras todo esto acontece, en las montañas de Guerrero, Catalina resiste al recrudecimiento de la pobreza tras la pérdida de su hogar, pero también, a las dificultades para continuar en la búsqueda de justicia de su hija Florencia, víctima de feminicidio.
Catalina vive en Loma Tuza, en el municipio de Acatepec y es una de las mujeres que la organización Tlachinollan documenta. Se ha realizado un mapeo sobre la situación de las mujeres y sus nietas, los obstáculos más importantes y cómo, además de la infraestructura, la justicia restaurativa no puede esperar más.
Durante los censos de vivienda, Catalina no fue incluida dentro del registro de daño a la vivienda pues su casa, hecha de adobe, no fue completamente derribada, sin embargo, sí cuenta con paredes agrietadas, una barda caída y toda su milpa destruida; el argumento fue que no se le podía brindar ayuda para la reparación de su casa porque ella recibe apoyo del programa Sembrando Vida.
Sin embargo, no se consideró que la tierra donde la pequeña familia siembra es la fuente única de ingresos; ahí se cosechaba maíz y frijol, sin embargo, tras los fuertes vientos, el deslave de un cerro aledaño y las inundaciones, la parcela de tierra quedó en absoluto desuso.
Ante la situación, Catalina intentó alcanzar al personal de Gobernación para que la apoyaran y la añadieran al censo para recibir ayuda, sin embargo, luego de 3 horas caminando a la comunidad vecina, Zontecomapa, las personas le dijeron que no podían hacer nada más por ella, pues ya habían pasado por su comunidad y no podían contarla.
Ella es hablante de me’phaa, de ello que, cuando les reclamó con mayor soltura sobre la situación de precarización, los cuidados de sus nietas y las dificultades tras la pérdida de su cosecha, Catalina fue ignorada según denunció ante Tlachinollan.
Mientras esta lucha por acceder a algún apoyo restaurativo se mantiene, la segunda resistencia proviene de continuar en la búsqueda de justicia para Florencia, su hija y madre de sus nietas a quienes hoy, Catalina cuida.
Florencia: Acceso a la justicia en Guerrero y discriminación
Han pasado 10 años desde el feminicidio de Florencia y desde entonces, su madre busca la sentencia para los hombres implicados en su muerte y es que, tras una década de los hechos, la fiscalía no ha realizado un trabajo de investigación profundo y ahora, tras el impacto de John, la cuartada es que el caso ha quedado congelado, en añadidura, Catalina no tiene más recursos para continuar pendiente del caso.
Florencia era madre autónoma de dos niñas por lo que intentó interponer una denuncia para exigir una pensión alimenticia. Este proceso avanzó favorablemente en la sindicatura de Acatepec, sin embargo, tras una de las visitas al ministerio público, la expareja de Florencia la amenazó de muerte si continuaba pidiendo la pensión.
Días después, Florencia escuchó que el hombre la asesinaría y compartió con su familia la preocupación. La noche del 24 de agosto salió de su casa para buscar una papilla a la clínica; único alimento de su hija más pequeña. Esa noche, cuando volvía a casa, fue violentada sexualmente entre varios hombres, torturada y víctima de homicidio.
Un año después, en 2017 la expareja de Florencia fue detenido y procesado en el Juzgado de Primera Instancia en Materia Penal; fue sentenciado a 27 años de prisión. En 2022, se ajustó su pena a 30 años luego de modificarse el delito a feminicidio. Este fue el primer caso tipificado de esta forma en la región.
A pesar de haberse logrado esta sentencia, existen otros 3 hombres que ya han sido identificados y no enfrentan ninguna represalia por su participación en el feminicidio de Florencia. Ante ello, Catalina es quien continúa atenta al proceso; la causa última es que los 4 feminicidas sean sentenciados.
Catalina vive con 500 pesos mensuales, de ahí, se sostiene y también, a sus dos nietas. Viajar a los tribunales es un gasto importante de tiempo y dinero, sin embargo, en esos 10 años siempre lograba ahorrar algo de recursos a través de la venta de memelas, dinero prestado y trabajos como peón. Esta vez, el dinero se ha vuelto insuficiente, tras la perdida de su cosecha no hay alimento y mucho menos posibilidad de vender o producir otros productos (como las memelas).
La temporada de lluvias aún no termina en la región y según documenta Tlachinollan, esto recrudece aún más el acceso a alimentos, restringiendo la dieta a quelites.
Los daños de John
De acuerdo con el balance final presentado por la Secretaría de Bienestar, se sabe que existen 128 mil personas, así como 40 mil viviendas estructuralmente dañadas y derrumbadas en un total de 39 colonias.
Entre las acciones principales se logró la evacuación de 10 mil personas y se tiene registro de más de mil 500 personas que continúan viviendo en albergues.
Las reuniones han sido largas entre Sheinbaum, representantes de algunas secretarías, protección civil y la gobernadora de Guerrero, siendo el principal apunte, a que, como el censo ha terminado, existe mayor certeza para obrar de manera eficaz y puntual sobre las personas más necesitadas.
Sin embargo, el caso que documenta Tlachinollan esboza las deficiencias de la interseccionalidad; un censo con el objeto de ser restaurativo no sólo debe estar limitado a contabilizar estructuras seriamente afectadas, sino también, contemplar otras realidades como la pérdida del recurso, la violencia, el trabajo de cuidados intergeneracional, mujeres adultas mayores y por supuesto, la justicia.
Si bien es urgente la atención primaria para reparar los daños, esto debe estar contenida dentro de un plan integral más grande, interseccional, pluricultural y con perspectiva de género.
Esto último, también documentado por Tlachinollan en una entrevista con Marta Dircio, una mujer de la tercera edad quien refirió que las autoridades deben entender que las necesidades son apremiantes; las personas necesitan dónde dormir, qué comer, trabajar y resguardarse de la lluvia, no sólo pasar a ser una estadística para planes a corto – mediano plazo.
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«Por lo menos que las autoridades nos dieran apoyo, que nos dieran una vivienda, que nos dieran algo de despensas para que la vayamos pasando. Eso es lo que necesitamos aquí ahorita. Nosotras no tenemos ni cómo trabajar, ni cómo salir. Que nos hicieran caso, que vean también que nosotros aquí sufrimos no nada más los de Chilpancingo y Acapulco están sufriendo. Aquí se sufre más que en la ciudad porque allá por lo menos tienen tiendas grandes, y aquí no hay nada, aquí hay que caminar para buscar alimento. Es muy triste en la Montaña. Ojalá que nos escuche la gobernadora y ahora Claudia Sheinbaum, que necesitamos apoyo urgente en la Montaña”
Se cumple un mes de John y los pasos a tientas continúan sin ser claros para las comunidades periféricas quienes han denunciado el abandono gubernamental. Hay carreteras bloqueadas, hundimientos, derrumbes; en las casas, el adobe se ha cuarteado, el piso se ha convertido en lodo, la humedad no permite prender fuego y hay zonas donde la lluvia ha sido intermitente. Si a esto se une el freno en la justicia restaurativa, se dibuja un panorama desfavorable para Guerreo donde el camino resulta incierto.