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/Redacción/
México.- 18 mayo 2020.- Sobre el uso de la sangre de pacientes recuperados para curar a enfermos de COVID-19 VERIFICADO reporta que la FDA autorizó investigaciones en estudios clínicos para el uso de plasma de pacientes recuperados con el fin de determinar si puede ser una alternativa de cura.
El tratamiento de plasma sanguíneo para generar anticuerpos en personas enfermas de COVID-19 es una alternativa cuya efectividad dista aún de ser comprobada totalmente, aunque haya funcionado antes con otras infecciones virales como el ébola y la gripe pandémica A(H1N1).
El 27 de marzo, medios informativos en México difundieron que la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) había autorizado ese tipo de tratamiento para personas infectadas con el virus SARS-COV2.
Sin embargo, en estricto sentido, lo que la FDA determinó fue autorizar una investigación en estudios clínicos para el uso de plasma de pacientes recuperados de la enfermedad con el fin de obtener más datos que puedan determinar si esta alternativa puede representar una cura ante la pandemia actual.
El documento publicado por esa institución señala que es posible que el plasma de esas personas que contiene anticuerpos de SARS-COV2 pueda tener efectos positivos.
Aunque promisorio, aclara en el artículo, el plasma de convalecientes de enfermedades virales no ha demostrado ser útil como cura en cada enfermedad estudiada.
Por ello, es necesario determinar a través de pruebas clínicas, antes de aplicar el tratamiento de manera regular, qué tan seguro y efectico puede llegar a ser en pacientes con COVID-19, expone una de las principales autoridades en materia de salud de Estados Unidos.
La FDA aclara también que la participación en los estudios clínicos es una forma para que los pacientes puedan tener acceso a plasma de personas recuperadas, el material no puede estar disponible para cualquiera con potencial necesidad y sólo deberá ser proporcionado para aquellos con una grave o inmediata amenaza a su vida.
El punto clave de este tipo de tratamientos es el llamado inmunidad pasiva. Este se refiere al proceso mediante el cual personas que se recuperan de una infección desarrollan anticuerpos que circulan en la sangre y tienen la capacidad de neutralizar al agente patógeno que los originó.
Quienes se han recuperado de la COVID-19 tienen anticuerpos en su plasma sanguíneo que sirven de defensa contra la infección.
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El plasma es el líquido remanente de la sangre una vez que las células y las plaquetas han sido removidas. Este puede ser inyectado a pacientes con sistemas inmunológicos débiles que están luchando por desarrollar sus propios anticuerpos.
El uso de plasma sanguíneo no es algo nuevo, se utilizó para el síndrome respiratorio agudo severo (SARS), la gripe pandémica A (H1N1) de 2009, así como el ébola y otras infecciones virales.
¿Cómo funciona el proceso? Uno de los primeros pasos antes de su aplicación es identificar a los «hiperinmunes», es decir, aquellas personas que se recuperaron de la infección para donar sangre.
Después, especialistas en el área médica deben llevar a cabo pruebas para determinar cuál es la concentración ideal de anticuerpos para el tratamiento, cuántos hay en una unidad de plasma donado y con qué frecuencia la persona podría donar.
El plasma de los “hiperinmunes” debe ser seguro y estar libre de enfermedades, no solo de otros patógenos transmitidos por la sangre, sino también del nuevo coronavirus.
Hasta el momento de la publicación de esta nota (2 de abril de 2020), el tratamiento con plasma sanguíneo con anticuerpos ha demostrado su efectividad para COVID-19 solamente en cinco casos reportados en un estudio preliminar realizado en China.
El artículo difundido sobre el tema en el Diario de la Asociación Americana Médica aclara que se trata de un estudio preliminar no controlado en cinco pacientes en condiciones críticas con covid-19 y que debido al tamaño limitado de la muestra se requiere una evaluación en estudios clínicos.