A pesar de la evidencia científica desde distintos ángulos y especialidades que ha sido presentada sobre el impacto que tendrá y está teniendo la construcción del Tren Maya, particularmente en Quintana Roo, el tema no pintaba, ni pinta ni pintará en la agenda social. Bastó un video de un grupo de actores y cantantes que alertaba sobre “el ecocidio” que se está perpetrando, para que tirios y troyanos hicieran arder la aldea virtual.
“Nosotros hemos venido diciendo desde hace años que la obra es inviable, y hemos presentado toda la información y las evidencias de que están cometiendo un ecocidio, no solo por la construcción del tren sino por las consecuencias que va acarrear después, pero nadie nos había escuchado, y gracias a estas figuras la sociedad y la academia están volteando a ver esta situación y se están preocupando”, dice Roberto Rojo, biólogo y espeleólogo con sede en Playa del Carmen y con trabajo de décadas en la región.
Roberto Rojo compartió con este espacio informativo los datos del deterioro ecológico que ha venido sufriendo en décadas la Península de Yucatán.
El biólogo asegura que los ecosistemas de la región sobrepasaron su capacidad de carga desde hace mucho tiempo, pero que la construcción del Tren Maya sería “la estocada final”.
“No sólo es la construcción de la obra, sino los nuevos centros urbanos que se van a construir, 12 o 19, según anunciaron, lo que va a traer más población demandando más servicios y recursos, más desechos, mayor contaminación de los acuíferos y más deforestación”.
“Los va a tronar, te lo digo literalmente, porque sí o sí van a tener que pilotar el tren cada 10 o 20 metros”, aseguró.
“La diversidad de los árboles no se está reponiendo, el número no es lo más importante sino la diversidad”, afirma.
De acuerdo con la Conabio, el ecosistema de selvas húmedas está conformado por especies de ceiba, olmo, caoba, ramón, lianas, palmas, epífitas y plantas trepadoras.
El pasado 24 de marzo, el presidente López Obrador argumentó que en los 1,500 kilómetros del tren se sembrarán “hileras de árboles que dan flor, como el guayacán, el maculí, el flamboyán, en toda la ruta del tren, y se está reforestando”.
“No es que estemos en contra del tren, sino que estamos aterrados y preocupados por lo que están haciendo, no es posible que hayan emprendido esta obra sin Manifestación de Impacto Ambiental, como lo marca la ley, sin estudios de geofísica, sin escuchar a los científicos, apurados por los tiempos electorales y bajo presión de los hoteleros.”
“Necesitamos replantear el proyecto respetando el triángulo de la sustentabilidad: naturaleza, sociedad y economía, en ese orden. con criterios más saludables para todos, de modo que todos tengamos un mundo mejor”, considera.
Aprovechando la reacción que han tenido las voces de famosos que se han alzado pidiendo rectificar el Tramo 5 de la ruta ferroviaria (Tulum-Playa del Carmen) y el impacto que tiene el cine en la toma de conciencia de la gente, ambientalistas, científicos, espeleólogos, arqueólogos subacuáticos y miembros de la sociedad civil han emprendido una campaña en redes sociales enarbolando la consigna “No mires abajo”, en alusión a la película “No mires arriba” (Don´t look up), con el objetivo de justamente poner el foco de atención de la que considera una “emergencia ambiental”.
“Parece que estoy viendo la misma película. Por más que les hemos presentado evidencia científica del impacto de esta obra en los ecosistemas, y de la amenaza que representa para el medioambiente, para el acuífero, para la ciencia y para los yacimientos arqueológicos, no nos escuchan. Es como hablarle a una roca”, lamenta. “Vamos a tirar la selva y dejaremos un terreno yermo, sin vida”.
Para Roberto Rojo, miembro del Círculo Espeleológico del Mayab, “el caribe mexicano comienza en las cuevas subterráneas” y en sus ríos y cenotes, que son, además de conectores naturales de los ecosistemas, “cápsulas del tiempo”, dice, donde está inscrita una huella de la naturaleza con 1.8 millones de antigüedad. “Las estalactitas conservan el registro arqueológico de la vida”.
Todo eso está en riesgo en la obra que se construye en el Tramo 5 de la Península (Tulum-Playa del Carmen), justo allí, por donde pasará el ferroviario, está debajo el sistema de cuevas y cenotes Sac Actún y los cuerpos de agua que conectan la falla de Holbox con el mar Caribe. Ese paraíso que atrae a millones de turistas cada año.
Rojo dice que la ruta original del Tren Maya en ese tramo (lateral a la carretera federal 307 con derecho de vía) era menos invasiva y representaba una menor destrucción de la selva, pero las presiones de los hoteleros obligaron al gobierno a mover el trazo selva adentro.
El especialista comparte que los hoteleros de la zona, entre los que se encuentra Grupo Vidanta, cuyo fundador, Daniel Jesús Chávez Morán, es supervisor honorario del Tren Maya, argumentaron que se verían afectados por el caos que iba a producir las obras de construcción frente a sus hoteles, que ello retrasaría la movilidad de sus huéspedes y afectaría la vista de sus resorts.
“A la larga este ecocidio también va a afectar al turismo, porque sin cenotes no hay paraíso”, concluye.