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/Por Livia Díaz/
Cuando estás de este lado, los del otro te quieren mandar y manipular. Por sus medios te ponen a favor o en contra y te mandan informaciones. En el totonacapan, cuando se hace una cosa de evoca a los antiguos de tu oficio en turno, que si están haciendo hilado le solicitas a las hilanderas a que te acompañen y te guíen y así haces las cosas bien, o mejor.
Así me lo explicó Nachita, maestra de Papantla de muchas cosas, quien me acompañó muchos años y a quien estimo profundamente. Yo nunca dudé de lo que ella me dijo y me enseñó y de lo que tenía que hacer y he hecho algunas veces, cuando estoy haciendo algo.
Eso yo ya lo había sentido. Muchos años me acompañó la señora Martha quien era la mamá de mi mejor amiga de la secundaria y hasta la fecha y a quien algunas veces acompañé a cuidar hasta que se acabó. Ni el día de su muerte tuvieron que llamarme, yo ya lo sabía. Lo supe dos días atrás y aun con eso tuve un viaje de trabajo y me fui. Su hija, que sabía como soy, lo supo a su vez, que cuando me llamó y me lo dijo yo estaba tan tranquila y ella también, aunque nos doliera en el alma, por haber hecho lo necesario, por no tener nada de qué arrepentirnos.
El periodismo de misterio últimamente ha dedicado mucho esfuerzo a entender estas cosas, pretenden, no sólo separar los frijoles del arroz, pero para mí que la mente poco va a poder dilucidarlo, son muy valiosos y en algunas países los van reconociendo. Los medios no es que discriminen el trabajo de unos a los otros, todos los periódicos que se respeten del siglo 19 le dedicaba algo a los temas, o tenían periodistas que lo investigaron.
Jaime Mausán tiene razón al decir que si pasa por tu cielo un montón de ovnis, los gobiernos tienen que estar seguros de que no es una invasión de otro país, y le dedica investigación, vigilancia y recursos, aunque no lo quieran reconocer. Ahora a frecuencia en que las personas, por conveniencia o convicción se dedican a indagar las verdades de la “oscuridad” o a “la luz” crece, mientras este texto se está escribiendo.
Cada momento y día después de muchas horas de escuchar, leer e investigar. Pero a lo largo de muchos años de confirmar que también el tema está lleno de la humanidad, digo, de la experiencia, las vivencias, las entrevistas, la observación y el conocimiento de procesos culturales puntuales en sus entornos y sus haceres, vale la pena escribir.
Como dice el periodista José Luis Sucksdorf. Entonces este texto en evolución que les comparto se vuelve una opinión válida y profesional, pero altamente respetuosa de lo que ha estado ocurriendo en los últimos años en los que los agoreros del milagro piensan que están descubriendo algo y se sienten con el derecho a tratar de lo mismo. Pero sin reflexión quizá termine como la ficción en los anaqueles de la fantasía, o la investigación pedestre en los anaqueles de la ficción.
De los nuevos enterados primero diré que la mayoría actúan como periodistas. Es decir, el dinero que ganan lo usan en adquirir equipos o mejorar los que tienen, en viajar y en los gastos de su actividad cotidiana, así que tampoco se presume en esta actividad los mueve la usura. Y hay otros con demasiado potencial y energía que al no encontrar este género como tal, terminan añadiendo fantasía. Yo digo que es por falta de método. La historia lo dirá.
Después diré que, de escuchar a Jacobo Gringberg y verlo en sueños, y verlo como Nachita me enseñó a acudir a lo que llaman los antiguos, pero que para mi es “el otro lado”, y a veces a no verlo ni escucharlo sino desear no verlo ni escucharlo, he llegado a la conclusión que la diferencia que tenemos en todo, es moral. Me explico:
Hace unos días escuchando y viendo entrevistas entendía que las diferencias que tenemos con la vida espiritual es de tipo ético. Como cuando crecemos y las empezamos a tener diferencias con la mamá. Por ejemplo, toma algo que no es nuestro, diferimos y marcamos una diferencia que, tu madre, quien te parió te mantuvo, te cuidó, a la que debes la vida, te reclama, seguramente con todo el derecho, que la juzgues. Así en el reino.
Te otro ejemplo. Hace unos días pensé pedir ayuda para estirar el dinero, me quedaba poco y tenía que durar. Entonces me subo al camión le doy el billete al conductor y me cobra, y al contar el dinero, me cambió el billete, no me cobró. Yo puedo decir qué bueno, me hicieron caso, me lo concedieron. Pero a lo largo del viaje me di cuenta de que no soy capaz de robarle a ese señor. Le pago cuando me bajo y le digo no me cobraste y le doy su dinero. Me miró muy raro, como si acabara de despertar. Me bajo y me voy contenta y enseguida me viene a la mente un amigo periodista que murió no hace mucho tiempo y siento mucho dolor de su ausencia como si acabara de morirse. En ese momento comprendo esta situación en la que quizá para el reino concederme ese deseo fue fácil pero mi elección fue ser “un buen ciudadano” como le instruyeron a Stich. ¿Y, por qué? El periodista Luis Romero cuando fue mi jefe me dijo muchas veces que yo “nunca iba a poder debutar en sociedad”.
(Continuará)
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