Un gobierno que gobierne .

/ Por Norma Meraz /

En medio de una borrachera de poder se hacen cosas que, en la resaca se pagan. El simulacro legislativo ordenado por el Presidente de la República a sus huestes en el Congreso para que sacaran adelante las iniciativas que a él conviene, ha dejado sin aliento a quienes pensaban que México era un estado democrático .

Sin duda la democracia se desdibuja ante los borrones y tachones que el gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador hace a la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos.

Si en su momento “juro” cumplir y hacer cumplir los mandatos de la carta magna, pronto se le olvidó y pasando por encima de ella desde su palacio residencial con dedo flamigero, ordena a sus esbirros cambiar cuanta letra le estorbe para ejercer el poder omnímodo de su investidura.

Lejos de respetar al Poder Legislativo como uno de los tres poderes que conforman la unión del estado mexicano, lo resquebraja para su beneficio.

Por otra parte, la oposición —los partidos políticos—, no ha aprendido a ser oposición y el gobierno no está acostumbrado a ser gobierno.

Reina la complacencia al desaparecer organismos autónomos, instrumentos estos que, construyen instituciones como contrapesos a la concentración del poder. Pero lo que hoy existe es un crecimiento del poder y un decrecimiento de la política.

Hay extinción de organismos cuyos recursos se fueron a un hoyo negro, porque nadie sabe dónde están ni quien los tomo. Acto seguido reina un debilitamiento de la administración pública, pues aunque Lopez Obrador cuenta con apoyo a subiendo —en las encuestas—, sale reprobado a la hora de calificar su ejercicio de gobierno.

A 5 años de haber protestado como Presidente ha fracasado al no hacer de la administración pública, un instrumento de gobernanza. Impera la impunidad, la corrupción, donde quedó lo recaudado “para devolver al pueblo lo robado”, la inseguridad y la venta de boletos para la rifa del avión presidencial, negar que hay masacres no las erradica, no hay día que no se registre por lo menos una con la desaparición del Insabi, ni que agregar.

El Instituto del Seguro Social que en principio absorberá a los no atendidos por el Insabi, difícilmente podrá atender a 5 millones de enfermos gratuitamente y con los anaqueles vacíos de medicamentos .

Como Lopez Obrador desconfía hasta de su sombra, excepto de su familia que si está autorizada a recibir sobres y bolsas con efectivo y a repartir contratos de obra jugosos para distintos negocios, ha decidido “entregar” su confianza a los militares, —desde su óptica—, seres impolutos capaces de hacer desde ladrillos hasta politizar la investigación científica e ideologizar la educación.

El Ejército se ha convertido en el músculo del Gobierno de Lopez Obrador; una institución libre de revisión de actividades y rendición de cuentas ; en otras palabras, “‘el reino de la opacidad” con más dinero y más poder.

Mientras el poder civil da pasos hacia atrás el Ejército marcha con pasos agigantados y firmes hacia delante. La capacidad de intervención y ejecución de actividades del Ejército están por encima de las instituciones civiles, aspecto sobresaliente que todo ello está por encima de la propia Constitución.

Hoy en día existen 250 funciones civiles en manos de militares. A mayor militarismo, menor transparencia —paraíso de la impunidad y la corrupción—. Este militarismo punitivo rechaza en definitiva los organismos autónomos para borrar así, los contrapesos que estorban al Poder Ejecutivo .

A la luz del día la 4T atraviesa por un colapso ético y un Presidente que más le importa destruir sus contrapesos que gobernar, pero lo que México demanda, es un gobierno que gobierne.

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