Un motor especial .

*Mis Proyecciones en el espejo .

/Por Paula Roca /

Un motor puede ser algo muy poderoso.

Muchos pensarán que hablaré de mecánica, pero no… Ni siquiera sé mucho del tema, y de eso soy consciente.

Mi motor es lo que mueve mi vida. Es mi energía para tomar vuelo, mi impulso para seguir adelante. Como cualquier motor, necesita un buen combustible para funcionar correctamente. Si quiero que dure, debo alimentarlo con la mejor energía, darle el mantenimiento adecuado y no forzarlo más de lo necesario.

El amor funciona de la misma manera. Si no lo nutres, si lo descuidas o lo llenas de impurezas—como la desconfianza, el egoísmo o la indiferencia—, tarde o temprano se descompone y deja de funcionar. Pero si lo cuidas, si le das el combustible adecuado—paciencia, respeto, libertad y comprensión—, entonces podrá recorrer millones de kilómetros sin fallar.

Forzar un motor es arriesgarse a que se queme. Pasar por alto sus señales de advertencia es condenarlo a un desgaste prematuro. Lo mismo pasa con el amor: si exiges demasiado, si restringes su libertad, si no lo dejas respirar, tarde o temprano todo colapsa.

Un motor está hecho para moverse, para recorrer caminos, para subir y bajar, no para quedar encajonado o inmóvil. Si lo encierras, pierde fuerza; si lo sometes, se oxida.

Mi motor es aquel que me impulsa con libertad, sin frenos innecesarios. Me permite amar sin condiciones, pero también me recuerda que soy vulnerable, que tengo piezas frágiles que deben ser cuidadas.

Cada persona maneja su motor de forma diferente. Algunos corren sin detenerse a disfrutar el paisaje, otros avanzan con calma, apreciando cada instante. Hay quienes encuentran obstáculos y se detienen, y quienes los esquivan o los superan.

Mi motor es mi esencia. Me mantiene en marcha en los momentos de supervivencia y me protege en los trayectos donde necesito más cuidado. Y así como en la mecánica, en el amor también hay que entender su funcionamiento: necesita energía, un buen combustible y el espacio para moverse con libertad.

Porque cuando se trata de amor, no se trata de frenar ni de apresurar, sino de encontrar el ritmo adecuado para seguir viajando juntos.