Un paso a la vez.

*Cristal de Roca.

/ Escrito por Cecilia Lavalle* /

Parece una obviedad, pero no lo es. Al menos yo no lo tenía tan claro. No es la meta, es la ruta. Y no es el ánimo, es la disciplina.

Desde hace tres meses, para recobrar mi salud y bienestar físico, camino por una ruta que me ha exigido cambios importantes en mis hábitos alimenticios. Y creo que nunca había dado pasos con tanta consciencia.

Descubrí que, aunque tengamos claridad en lo que queremos, hay una serie de preguntas que nos debemos responder, y luego debemos apelar a nuestra fuerza de voluntad.

A menudo tenemos clara la meta. Queremos “ponernos en forma”. Y entonces probamos caminar, yoga, pesas. Todo al mismo tiempo. O queremos bajar de peso, y lo mismo abandonamos los carbohidratos, aumentamos la ingesta de proteínas, que empezamos con ayunos de 14 o 16 horas.

Podemos tener clara la meta, pero si no elegimos ruta caminamos en círculo, por decir lo menos.

Por otra parte, nadie emprende un cambio, por necesario que sea, sin cierto ánimo y sentido de urgencia. Pero nos puede durar el arranque y un poco más.

La meta y el ánimo son indispensables; pero la clave se encuentra en tener clara la ruta que vamos a seguir y en la disciplina que necesitamos para transitarla.

Elegir ruta requiere reflexión y eso toma tiempo que no le debemos escatimar ¿Qué alternativas veo? En este punto miramos con atención el abanico ¿Cuáles se ajustan a mis creencias, a mis valores? Empieza el descarte.

Mi padre era un médico alópata y, en temas de salud, ni por casualidad aceptó considerar otra ruta que no transitara por la medicina tradicional occidental. Me puedo imaginar su cara ahora que camino por una ruta que básicamente exige cambios en mi alimentación.

Tras el primer descarte, la siguiente pregunta es ¿qué camino se ajusta a mis posibilidades? Y aquí entran todas las consideraciones que puede imponer la realidad que vivimos.

Finalmente, al margen de otras preguntas que podamos considerar necesarias, tenemos que preguntarnos: ¿Estoy dispuesta, dispuesto a recorrer ese camino? La respuesta nos exige honestidad absoluta. Y si es “no sé”, hay que empezar a explorar otra ruta.

Porque lo que sigue es disciplina. Y eso requiere de todo nuestro compromiso y fuerza de voluntad.

Recientemente entendí que “disciplina” no significa “estar motivada”. Ese paso ya lo dimos al elegir ruta. Se trata de dar los pasos que me exige esa ruta, particularmente cuando no tenemos ganas, o se puso difícil el camino. Es hacer lo que tenemos que hacer.

Adicionalmente creo que a la hora de emprender un cambio en nuestra vida -el que sea- hay que hacerlo con la certeza de que tenemos lo necesario para llevarlo a cabo y emprender el camino con alegría (tanta como podamos). Nadie logrará un cambio si le parece una desgracia y se repite que es imposible.

Yo imagino que subo una montaña. Cada día emprendo el camino con mi mejor actitud y alegría. Si me tropiezo, me levanto consciente de que cada paso me acerca a la meta. Cuando quiero claudicar me digo: sólo se puso un poco difícil el camino, pero vas en la dirección correcta.

Una vez que elegimos ruta, lo demás (y no es poca cosa) es dar un paso a la vez.

*Periodista de Quintana Roo, feminista e integrante de la Red Internacional de periodistas con visión de género.

CimacNoticias.com.