Una oficina del INE que sirve .

*Sin tacto. 

 / Por Sergio González Levet /

Loor a esos héroes anónimos, reconocimiento a servidores públicos que sí sirven, alivio de saber que no todo está podrido en Dinamarca (México).

Como muchos ciudadanos en estos días, me dispuse a renovar mi credencial de elector ante el INE porque tiene fecha de vencimiento para este año y -aunque no me lo quiera creer usted- pienso seguir votando en las elecciones que haya en nuestro país, como la de 212 nuevos presidentes municipales en Veracruz el año próximo.

Lo siento, pero soy un convencido de que la democracia es el mejor sistema que tenemos (o el menos peor, dijo Winston Churchill), y como mexicanos nos queda la responsabilidad histórica de seguir acudiendo a las urnas, de la misma manera que también debemos insistir en que el sistema electoral se sanee, para que dejen de intervenir en las elecciones el Gobierno federal y los estatales y los municipales.

Entré a la página de Internet del Instituto Nacional Electoral (ine.mx) y ahí me pude enterar de que se debe concertar una cita para realizar el trámite de renovación. Es un proceso sencillo, que hasta un diputado de Morena lo podría hacer.

Primero debe ubicar usted su módulo, concertar la cita y acudir en la fecha y hora programada con los siguientes documentos originales: acta de nacimiento, CURP, credencial del INE y comprobante de domicilio.

[Aquí hay un meollo, porque el INE exige que lleves un acta de nacimiento que no tenga más de tres meses de emitida, lo que te obliga a pagar hasta 200 pesos en el Registro Civil cuando desde el sexenio pasado las copias de actas que emite la Secretaría de Gobernación nunca pierden su vigencia, pero bueno… es que hay que sacar dinerito para comprar votos y conciencias).

Tuve la fortuna de elegir para mi cita la oficina del INE que está en el Fraccionamiento La Pradera, en la zona del municipio de Emiliano Zapata que está conurbado con Xalapa. Es el Módulo 300851, que se ubica en la Plaza Pradera.

Me tocó el turno a las 12:12 h, después de una bella dama, lo que siempre es grato (bueno, lo confieso, es mi esposa), por lo que llegamos unos minutos antes, nos sentamos en las sillas de espera y, ¡oh emoción!, ¡oh brave new world!, a la hora exacta, una de las amables (¡amables!) funcionarias dijo el nombre de mi acompañante, quien se apersonó en el escritorio con sus papeles.

Un minuto después fui llamado por mi nombre a otro escritorio, en donde también recibí el mejor trato posible -acompañado de una sonrisa, claro- de otra servidora del Instituto que honra su persona y su trabajo.

Nos tomó diez minutos completar el procedimiento, nos entregaron una ficha para recoger la credencial en 10 días y salimos en verdad que muy satisfechos con el trato.

¿Ven, señores del Gobierno? Cuando hay servidores púbicos responsables, honestos y capaces, sí se puede dar una atención fina, como la merecen todos los ciudadanos, desde los chairos hasta los fifís.

 

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