*Retrovisor.
/ Ivonne Melgar /
La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se encuentra entre el paro y la movilización de alumnos, autoridades y académicos obligados a construir, en comunidad, una respuesta.
Los acontecimientos en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH), el 22 de septiembre, son parte de una realidad, nacional y global, que sacude a las instituciones educativas.
El asesinato de Jesús Israel, de 16 años, alumno del CCH Sur, con un arma blanca que le clavó en la yugular Lex Ashton, de 19 años, nos desafía a todos.
La historia desató incertidumbre y temor entre los protagonistas de la vida universitaria y una respuesta inmediata y responsable de la Rectoría de Leonardo Lomelí.
“La UNAM está de luto”, expuso en su mensaje al día siguiente el rector, quien admitió la gravedad sin regateos. “La pérdida de una vida y la manera en que sucedieron los hechos no tienen precedentes y así hay que asumirlos”, planteó en el Plantel Sur.
Al fijar la ruta a seguir, habló de reforzar acciones para garantizar espacios libres de violencia; de coordinarse, desde la autonomía, con el gobierno, y de acompañamiento psicológico.
La respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum también se colocó a la altura del drama social y generacional que el caso entraña, ofreciendo su apoyo. “Muy doloroso, la verdad, además soy egresada del CCH Sur”, declaró.
“Pedí a la Secretaría de Gobernación que se acercara a la familia. Y cooperar con la UNAM en lo que determine que podamos ayudar”, expuso la mandataria. E informó que el gabinete de seguridad federal y la fiscalía de la CDMX estaban colaborando en la investigación.
Como informó aquí nuestra colega Laura Toribio, en una de sus jornadas más críticas de los últimos años, 30 de los 43 planteles de bachillerato y licenciatura interrumpieron clases presenciales por paros estudiantiles, migración a la modalidad en línea, suspensiones temporales o desalojos por amenazas digitales.
Frente a esta situación, el rector estableció este martes, con el Consejo Universitario, un plan para el denominado “retorno seguro” con protocolos que las instancias colegiadas deberán aplicar (https://www.dgcs.unam.mx/boletin/bdboletin/2025_682.html).
La respuesta se compone de comisiones locales de seguridad que deberán incluir y escuchar a la comunidad, y de medidas para el fortalecimiento del tejido social y de la atención psicológica y emocional.
Ese día, la presidenta Sheinbaum también anunció que se prepara una estrategia para atender la salud mental de los jóvenes: “Tendencias a la depresión por distintas razones y asuntos relacionados con las redes sociales y grupos que se están generando a partir de ciertos fenómenos”.
Y es que el caso del CCH Sur ha puesto los reflectores en los denominados grupos Incel, varones que, ante la imposibilidad de vincularse con mujeres, responden con expresiones de violencia hacia ellas.
Son manifestaciones de la generación pospandemia que sufre dificultades socioemocionales para relacionarse con otros. Por eso importa que, sin reparto de culpas ni trivialización ni indolencia, pero tampoco con salidas policiaco-punitivas ni fáciles, como el reparto de dinero, autoridades universitarias y gubernamentales tracen un rumbo haciéndose cargo de esta realidad.
Emocionan los mensajes de estudiantes en TikTok: “En vez de buscar una histeria colectiva, busquemos una sanación colectiva”, propone Diego Salazar; Chema convoca a pedir y a dar ayuda; Alan Rojas visibiliza el estrés de rutinas escolares “casi insostenibles”; Kevin Yépez llama a la empatía con compañeros en días oscuros, y en Radioma y El manual de Diego buscan comprender el estrés del bullying acumulado o el de las cuatro horas en transporte público para seguir estudiando.
En entrevista con Laura Toribio, el rector reconoció que a la UNAM le faltó seguimiento del agresor del CCH Sur, y que esto evidencia fallas en la atención a la salud mental estudiantil.
Y si bien aclaró que la Universidad no tiene la infraestructura para atender ciertos padecimientos, “podemos, a través de una coordinación que nos ha ofrecido el gobierno de la República, buscar los mecanismos para que se les pueda atender”, explicó.
Si bien la UNAM debe ser precavida con los afanes intervencionistas que históricamente rondan a la casa de estudios, el respaldo gubernamental resulta crucial en medio del río revuelto que generó el ánimo de miedo y parálisis en escuelas y facultades que ayer emprendieron el regreso paulatino a clases.
Porque en estas coyunturas siempre surgen los oportunistas que, desde la izquierda, el anarquismo, los intereses gremiales o paramilitares, intentan desestabilizar a la UNAM.
Y, esta vez, no será la excepción, directores o exfuncionarios grillos que pretendan agitar el avispero en nombre de Morena, partido que cuenta con provocadores que ya han hecho de las suyas en el campus.
Frente a ese riesgo que en otros sexenios se salió de las manos de gobiernos irresponsables, resultan alentadoras las definiciones del rector Lomelí y de la presidenta Sheinbaum.