*Desde la FIL Guadalajara, en México, destacaron que la diversidad lingüística crea y amplía oportunidades de desarrollo sostenible.
13.12.2024.- Yalitza Aparicio, Embajadora de Buena Voluntad de la UNESCO, participó en una charla para niñas, niños y adolescentes y en un conversatorio en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara. Llevó los espacios al límite de su capacidad, congregando a alrededor de 1,000 personas. Una cifra que supera la suma de todas las personas hablantes de 12 de las lenguas originarias de México en situación crítica de desaparición.
Las lenguas llegan a dicha categoría cuando sus hablantes más jóvenes son la generación de adultos mayores y sólo recuerdan parte de su lengua o no la utilizan diariamente pues cuentan con menos personas con quien hablarla, por lo que es urgente alentar la curiosidad por la diversidad cultural y lingüística, sin sesgos ni prejuicios, y construir oportunidades para su aprendizaje desde la infancia.
Ante ese desafío, la UNESCO y Yalitza llamaron a normalizar el uso de las lenguas indígenas y así debilitar la discriminación, los discursos de odio, el racismo y la violencia que persisten en contra de personas de pueblos originarios y racializadas, lo cual ha hecho que, como cuidado y protección, las generaciones mayores eviten transmitir su lengua materna, mientras las más jóvenes evitan usarla o ni la conocen.
El Atlas de las Lenguas del Mundo de la UNESCO, que recibió datos de instituciones públicas y comunidades académicas para su primera edición de 2010 y la segunda de 2015, ha mantenido a 16 lenguas indígenas con presencia en México en la categoría de situación crítica de desaparición:
- awakateko (qa’yool), que registra sólo 20 hablantes de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2020;
- qato’k que registró a 126 usuarios en el mismo año, incluyendo a quienes hablan la variante mochó y la tuzanteco;
- las lenguas kikapú (kickapoo), ayapaneco (variante zoque de Tabasco), kiliwa, oluteco (yaak) y teko (qyool), que cuentan cada una con menos de 100 hablantes;
- ixil, kaqchikel, cucapá (cocopah) e ixcateco, con más de 100 pero menos de 200 usuarios;
- y aunque 231 personas indicaron hablar la lengua paipai (akwa’ala o jaspuy pa), 771 la lacandón, 38,507 la lengua mayo (yoremnokki) y 18,827 la lengua huave de San Francisco del Mar (umbeyajt), siguen consideradas en situación crítica por el uso centrado en las generaciones mayores.
Durante las actividades en la FIL se compartieron propuestas para abatir esa tendencia, como el mejorar las condiciones de las y los docentes, así como de las y los traductores de lenguas indígenas, mediante mayor financiamiento, opciones de formación equilibradas y acordadas en colectivo, al igual que la generación de materiales didácticos y de divulgación.
Una muestra de esos últimos es el libro “Lo que nos hace humanos”. Una obra de Victor D. O. Santos, e ilustraciones de Anna Forlati, que presentó Yalitza Aparicio. El texto está editándose en diferentes lenguas y en distintos países con el impulso de la UNESCO como parte del Decenio Internacional de las Lenguas Indígenas 2022-2032, y su primera edición en México fue bilingüe, en español y en otomí (hñäñho) de Santiago Mexquititlán, gracias al financiamiento de la Secretaría de Cultura de Querétaro.
“Es un material pedagógico que si estuviera en cada una de las 68 familias lingüísticas y respectivas variantes indígenas que tenemos en México, habría otras historias por contar”, dijo Aparicio.
Para que aquellos niños que sentían que su lengua y la escuela eran lugares muy distintos, en un futuro puedan sentir que es uno solo.
Aurelio Núñez López, lingüista e integrante del Colegio Hñañho, y Ewald Hekking, lingüista especialista en otomí, hicieron posible la traducción del libro y compartieron una lectura en voz alta con la también nominada al Oscar, Yalitza Aparicio, para dar paso a un conversatorio en el que destacó la asistencia de personas de los pueblos Batsil Winik’ Otik (Tzotzil), Binnizá (Zapoteco), Hñähñu (Otomí), Jñatrjo (Mazahua), Ñuu Savi (Mixteco) y Wixárika (Huichol).
Durante el diálogo se propuso incrementar la representatividad de los pueblos originarios, la participación de sus integrantes y la inclusión de las lenguas indígenas en los espacios públicos y mediáticos. Desde la señalética en las ciudades y pueblos, hasta un modelo educativo intercultural y multilingüe que posibilite la alfabetización en lenguas indígenas en todos los niveles, además de su involucramiento y liderazgo en las industrias creativas y culturales, como en el cine.
La meta es que se reconozca, promueva e incluya la diversidad de lenguas en el día a día de las sociedades y así alentar un desarrollo duradero en el que sean compensados los pueblos originarios y sus descendientes.
Al respecto, Yalitza lanzó una fuerte pregunta desde el Salón 4 de la FIL: ¿cuántas personas indígenas están encarceladas injustamente por no haber contado con un traductor?
Viridiana García, Oficial Nacional de Comunicación e Información de la UNESCO en México, explicó que alrededor del 80% de las personas indígenas no pudieron defenderse bajo el principio de inocencia. No pudieron entender el proceso ni razón de su detención. Se les impidió un debido proceso.
México cuenta con 364 lenguas de 68 familias lingüísticas originarias, por lo que la UNESCO sigue firme en su mandato de promover y defender la diversidad cultural y lingüística acompañando a diferentes sectores.
“Cuando desaparece una lengua, desaparece una cosmovisión, una forma de ver la vida y una identidad”.- Andrés Morales, Representante de la UNESCO en México
Aunque el otomí cuenta con más de 1,500 años de existencia, Aurelio indicó que también se encuentra en peligro de desaparecer como toda lengua indígena, incluida el náhuatl y el maya, que son dos de las más usadas, incluida su escritura, por lo que enfatizó que los traductores y las traductoras son vitales para fomentar el diálogo intercultural “y como oficio especializado debe ser bien remunerado como ocurre con lenguas dominantes”.
Ewald Hekking reveló que, durante su formación universitaria en los Países Bajos hace 50 años, ya se ofrecían cursos de náhuatl, lo cual provocó un estruendo en el auditorio “Juan Rulfo” al acumularse los murmullos de sorpresa del público. “Hay que hablarles a los estudiantes y a los niños sobre el respeto por las culturas y las lenguas diferentes”.
Victor D. O. Santos experimentó algo similar. Compartió que, al estudiar lingüística en Brasil, su país natal, quedó impresionado de que muchas personas creían que las lenguas originarias eran de las más simples y fáciles, cuando en realidad son de las más ricas: “ese fue el inicio de la idea de mostrar cuán importantes, complejas y hermosas pueden ser las lenguas indígenas”.
Siendo hablante de portugués, esposo de una mujer hablante de ruso y padre de hijos nacidos en Estados Unidos, buscó una opción para inculcarles el interés por hablar en las tres lenguas de la familia y hacerles entender la importancia de su diversidad, lo cual le llevó a crear “Lo que nos hace humanos”. El libro se ha editado ya en 26 lenguas, incluyendo el mapuche (mapuzugun) en Chile, cuyo gobierno financió un tiraje de 27,000 ejemplares para distribuirlos en escuelas e instituciones.
En ese sentido, Yalitza Aparicio resaltó la importancia de brindar recursos para proyectos que fomenten la promoción y difusión de las lenguas indígenas.
Viridiana García también invitó a recuperar la memoria cultural, como identificar palabras que provienen de una lengua originaria y que se han incorporado a lenguas dominantes, como en el español para México. Por ejemplo, xocoyotita, que proviene del náhuatl xocoyotl para nombrar a la hija o hijo menor de la familia, una palabra que, compartió, era de uso recurrente en casa por su abuela materna.
La UNESCO en México continúa convocando a gobiernos y a la iniciativa privada a apoyar la continuidad del proyecto internacional “Lo que nos hace humanos”, al destinar recursos económicos, como lo expresó Yalitza Aparicio, para la producción de más ediciones en las distintas lenguas indígenas de México e incrementar su tiraje para acelerar que el enorgullecerse por usar una lengua originaria sea la norma y no la excepción.