URGE PARTICIPAR Y EVALUAR, PARA GOBERNAR AL GOBIERNO.

Mutatis mutandis

Por Rafael Arias Hernández.

Imposible negar la realidad. El cambio llega y se extiende, profundizando y complicando viejos y nuevos problemas. La conocida y repetida fórmula de más de lo mismo es inútil y costosa, penosa y contraproducente.
Hoy por hoy, se mezclan y agolpan a la vez, muchos aspectos y circunstancias que incrementan limitaciones y sacrificios de la población. Frente a la tradicional existencia de reducidos y escasos recursos, así como de crecientes y apremiantes necesidades básicas. La desigualdad social aumenta inconformidades y protestas, fortalecidas por la ineficiente administración pública, de malos y peores gobiernos, caracterizados por ineptos y corruptos; y ahora, por desigualdad, fortalecida también, por crisis económicas y financieras, de mayores dimensiones y alcances.
El mensaje de la realidad es simple, claro y directo. No pueden ni deben sostenerse, actitudes y comportamientos irresponsables, respecto al interés y la propiedad pública; y concretamente, respecto a funcionamientos, resultados y costos de los cuestionados gobiernos y sus instituciones o dependencias.
Ineludible enfrentar el reto y responder la conocida pregunta, transmitida por generaciones. ¿Los Pueblos tienen los gobiernos que se merecen?
Propiciar de inmediato, la responsabilidad ciudadana y social indispensable; esto es, informarse, participar y evaluar, tanto a instituciones y dependencias, como a gobernantes, funcionarios y servidores públicos.
Esto es, debemos simplemente, corroborar si todos los ámbitos de gobierno desempeñan, y han hecho lo que se debe hacer; si cada uno, ha cumplido, bien y a tiempo, con sus obligaciones y compromisos. En todo caso, asegurar el cumplir y hacer cumplir la ley.
Cierto que no todo es fácil, pues hay formas y procedimientos, con características, exigencias y complicaciones propias, que requieren para su uso y aplicación, de apoyo tecnológico especializado, y asesoramiento de conocedores o expertos en el tema.
Pero lo importante, para empezar a participar y evaluar, es cambiar la actitud y comprometerse a informarse permanentemente, de los asuntos públicos que le afecten e interesen. Importante dar seguimiento a las acciones y actividades gubernamentales, a sus alcances y propósitos (metas y objetivos).
Verificar, en todo caso, que lo que se ha dicho o establecido, corresponda con lo que se ha hecho o no, bien o mal; que se dé seguimiento y compruebe, la intención con la acción, en los resultados.
Para que, consecuentemente, con razón y fundamentos, se brinde confianza y apoyo, a quienes cumplen; para reconocer y estimular su esfuerzo y trabajo realizado. Esto es, consolidar o avanzar, hasta donde se pueda.
O, en su caso, identificar y señalar simulación y retrocesos, errores y pérdidas, para corregir, recuperar o generar, otras soluciones y oportunidades.
Luego entonces, hay que empezar por preocuparse y ocuparse del asunto. Probado esta que la situación no se va a corregir por si sola; al dejar hacer y dejar pasar, lo más probable, es que el problema empeore y se complique. Lamentablemente, esa es la historia de la administración pública en México.
Considérese, la sola posibilidad, nada remota, de que regular o bueno, se convierta en malo o peor; lo cual, simplemente justifica una actitud preventiva y correctiva.
En todo caso, es un derecho social asegurarse que el gobierno sirva, que su desempeño sea aceptable. Que le caractericen, responsabilidad, eficiencia y capacidad de respuesta, adecuada y oportuna.
Repetir e insistir. Gobernar al gobierno, es esencial en cualquier democracia. Incluso, si es bueno, es posible mejorarlo.
Estas breves y simples reflexiones, sólo tratan de llamar la atención y ocupación de un asunto público de vital importancia. Ni más ni menos. Disculpas anticipadas a quien se sienta aludido u ofendido, es mera coincidencia.
¿LA RESPONSABILIDAD SOCIAL?
A partir de la validez de algunos principios democráticos, se sabe que el gobierno, no puede estar por encima de todos; está para servir a ciudadano y sociedad, a la población en general, no para servirse de ella. Es responsable ante la sociedad y no al revés.
La democracia, como causa y efecto, está comprometida y forma parte de la construcción de un Estado de derecho plural, libre e incluyente; fuerte, estable y cambiante, pero no simulador, estatista ni estatizador. Gobierno moderno y creador de oportunidades iguales para todos, impulsor de la democracia representativa y participativa.
Necesario y útil para una democracia, saber distinguir un gobierno bueno de uno malo. El problema crece y se complica, si de malo se pasa a peor, porque en este caso, simplemente es cuestión de supervivencia.
Aquí, una vez más, permítaseme citar a Karl Popper, quien sostiene que conocidos los alcances de la condición humana y su siempre presente condición y tendencia a la falibilidad y al error, lo importante es plantear la pregunta:
“¿Qué podemos hacer para configurar nuestras instituciones políticas de modo que los dominadores gobernantes malos e incapaces, que naturalmente intentamos evitar, pero que no obstante, no resulta excesivamente fácil hacerlo, ocasionen los menores daños posibles y de modo que podamos deshacernos de los dominadores incapaces sin derramamiento de sangre?”
Así, antes que todo, es preciso informarse, participar y evaluar, para identificar y señalar, defender y ampliar, los pocos o muchos logros y avances alcanzados, casi siempre a través de enormes sacrificios, cuantiosos recursos y valiosos esfuerzos. Ampliar y mejorar capacidad de respuesta ante desafíos y retos presentes y futuros; problemas y conflictos, cotidianos y especiales; y, desde luego, superar limitaciones, así como aprovechar ventajas y oportunidades,
Identificar y diferenciar buenos de malos gobiernos es fundamental, si se quiere hacer lo correcto: o esto es, tanto continuar lo hecho y hacer lo pendiente; como, consolidar acierto y corregir error.
Consecuentemente, vital evaluar para distinguir malos de peores. Si bien unos y otros ocasionan daños y pérdidas, fracasos y atrasos, es natural que los peores sobrepasen en cantidad y trascendencia.
¿Por qué no corregir rápidamente, males y deficiencias gubernamentales? ¿Por qué permitir, tolerar y estimular irresponsabilidad, ineficiencia, y hasta corrupción e impunidad? ¿Para qué la costosa fiscalización y los inútiles procesos de supervisión y control, si al final no hay responsables ni culpables, frente a notorios daños, pérdidas y delitos?
Continuaremos…,

-Academico.IIESESUV @RafaelAriasH,Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasH

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