*Sin tacto
/ Por Sergio González Levetm/
Digamos que hay dos bandos en México. Uno es menor, el de los seguidores de Andrés Manuel López Obrador, y el otro muy numeroso, el de los ciudadanos que a fuerza de sufrir violencia, corrupción, engaños e incapacidades se han visto en la necesidad, ahora en 2024, de salvar al país de sus salvadores de 2018.
Los pocos tienen los recursos del Gobierno, la fuerza de las armas, la complicidad de la delincuencia organizada; pelean por sus privilegios que les han permitido hacer grandes fortunas, ostentar un gran poder, vengarse de su pasado de opositores sin oficio ni beneficio.
Los muchos ostentan su gran amor por México, su deseo de una vida pacífica, sus ganas de prosperar y de que sus hijos se preparen para un mundo mejor, en el que todos sean, seamos felices.
En el lado del partido oficial campean la soberbia, el desprecio por la ley, la falta de ética, la creencia de que el Patriarca es el dueño del país y puede hacer lo que sea, por encima de la Constitución y de la voluntad popular.
Del lado de la oposición, es cierto, perviven los vicios ocultos de un pasado de corrupción inaudita, de 71 años de una dictadura perfecta. Pero también ahí está la decencia, la vocación de servir a los demás, el conocimiento de las fuerzas que mueven al mundo… ah, y la inteligencia.
Aquéllos quieren que siga la caída en picada; éstos luchan por salvar a la República del cataclismo de la Cuarta Transformación.
Y van a ganar los ciudadanos.
Lo sabemos cuando asistimos al comportamiento errático del Mesías, cuando los candidatos oficiales y sus operadores no atinan más que a comprar encuestas en las que aparecen arriba de una inexistente simpatía popular, a decir que van tan arriba que sólo falta el trámite, a exigir que les crean que van ganando.
Al igual que su líder desbocado, sordo y ciego, exultan el discurso de que con ellos y a partir de ellos estamos mejor que nunca y que no es cierto que este país está atravesado por las muertes horripilantes, por las obras vacías, por el derroche de los dineros públicos, por la desidia, por la perdición.
Y lo peor, creen que les vamos a seguir creyendo. Piensan que todos vemos en Claudia a una candidata simpática, cercana, conciliadora, autónoma; están seguros de que otra vez 30 millones de personas seguirán siendo una masa de incautos e irán a las urnas a votar por ellos.
Pero no. Las mexicanas y los mexicanos de bien saldremos el domingo a ejercer nuestro derecho a decidir, diremos con una cruz que no nos parece tanta desgracia, tanta pérdida, tantos males innecesarios.
Xóchitl en todo el país, Pepe Yunes en Veracruz y a lo largo de los estados los candidatos de la oposición van a recibir el beneplácito de la mayoría, y con él una enorme responsabilidad, la de salvarnos de la calamidad que hemos sufrido estos seis años.
2 de junio no se olvidará.
sglevet@gmail.com