Prosa aprisa
Arturo Reyes Isidoro
La gravedad de la pandemia de Covid que azota al mundo, que pone en riesgo a quienes aún por fortuna no nos hemos contagiados, que somos la mayoría, hace relevante la noticia de que Veracruz forma parte de las 14 entidades federativas del país que participarán en el ensayo global fase III de una posible vacuna contra el Covid por el consorcio internacional CanSino Biologics.
El presidente de la Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), Juan Manuel Carreras López, gobernador de San Luis Potosí, informó ayer que el canciller Marcelo Ebrard le comunicó que México será el primer país de América Latina en participar en la prueba.
Seguramente en los días por venir sabremos en qué hospitales públicos y privados del Estado se hará el ensayo, pero no deja de ser significativo que el heroico personal médico veracruzano vaya a formar parte de esta cruzada mundial, pues seguramente lo preparará mejor para continuar combatiendo el virus que ha matado hasta ahora a por lo menos 1.2 millones de personas en todo el mundo, de acuerdo con la Universidad Johns Hopkins.
¿Cómo decidieron para escoger solo 14 de las 32 entidades del país? Lo racional es pensar que fueron seleccionados los estados con más casos y más decesos, pero toda decisión oficial nunca deja de tener un toque político. Sé de la importancia que el canciller Ebrard, quien está manejando el asunto, le da a Veracruz, entidad de la que siempre ha estado atento, y casi me atrevo a asegurar que ante cualquier circunstancia por ningún motivo hubiera dejado fuera a nuestro Estado.
¿Qué es la fase III? En “Prosa aprisa” del pasado 14 de septiembre comenté un artículo del médico e investigador Arnoldo Kraus, fundador del Colegio de Bioética, sobre el complejo proceso para elaborar una vacuna.
Sucintamente explicó: Antes de la aprobación, las pruebas deben primero someterse a etapas preclínicas las cuales se llevan a cabo en laboratorios por medio de cultivos de tejidos o de células vivas, así como pruebas en animales para evaluar la seguridad de la vacuna y la capacidad de provocar una respuesta inmunológica.
De ahí sigue la fase I, la cual involucra estudios clínicos con humanos. La vacuna se aplica a pequeños grupos, usualmente 80 personas, y la finalidad primordial es su seguridad. De ser satisfactoria la respuesta se sigue a la fase II que incluye a personas sanas y algunas proclives a contraer la enfermedad. Por último se llega a la fase III.
Comentó que en esta etapa se incluyen decenas de miles de enfermos (hasta 60 mil personas) de diversos países y que las pruebas son aleatorias y a “doble ciego”, esto es, a uno se les aplica la vacuna y a otros placebo –sustancias inertes, como agua salina– con el fin de comparar el desarrollo de anticuerpos contra el virus. Si las cosas salen bien, sigue la aprobación, que tarda mucho tiempo.
Por lo esperanzador para la humanidad que significan todos los intentos por hallar la vacuna milagrosa que prevenga el contagio, qué bueno que nuestro Estado será parte del laboratorio mundial y seguramente no faltarán los voluntarios que contribuyan, a costa de su propio riesgo, a hallar el gran remedio.
(Aprovecho el tema para expresar todo mi reconocimiento y mi agradecimiento al reconocido médico gastroenterólogo Jorge Williams Victoria por el celo profesional –que lo caracteriza– y la prontitud con la actuó ayer para auxiliarme a descartar, lo más pronto que pudo, un posible contagio, luego de que desde el pasado fin de semana tuve una alteración en mi salud que se inició en el aparato digestivo, su especialidad. Por fortuna, no fue nada serio.)
Por Covid, observaciones de la ASF: Cuitláhuac
El gobernador Cuitláhuac García Jiménez reaccionó ayer a bote pronto y salió a decir que las observaciones de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) hechas a la Cuenta Pública 2019 de su gobierno se debieron a que la pandemia de Covid les impidió entregar a tiempo la documentación probatoria de los gastos que se hicieron, esto es, de los recursos que se ejercieron.
Comentó que solventarán (aclararán, justificarán) todas las observaciones que les hicieron, anunció reuniones con los secretarios de Finanzas y de Salud para checar que ya hayan solventado, y dijo que de ser necesario se reunirá con las autoridades de la ASF para aclarar la situación. Queda claro que si no comprueban y a plena satisfacción, entonces la Auditoría procedería a presentar una denuncia formal ante la Fiscalía General de la República por desvío de recursos, daño patrimonial y los delitos que resultaran. A los veracruzanos ya les salió a aclarar, ahora falta que lo haga allá pero con pruebas.
El Covid es un buen pretexto, pero lo cierto es que si hubieran hecho bien y a tiempo las cosas en 2019 no estuvieran metidos ahora, urgidos, en el brete de aclarar el uso de los recursos públicos que les entregaron, seguramente buscando facturas en todos los cajones y armarios y hasta debajo de los escritorios. Su retraso en la realización de obras los llevó al problema. No pudieron probar a tiempo lo de 2019 porque simple y sencillamente no lo ejercieron sino hasta los primeros meses de este año, si es que lo hicieron.
En el problema tienen responsabilidad no solo los secretarios, sino también la Contralora General del Estado, Mercedes Santoyo Domínguez, más los contralores internos de cada dependencia, pues se supone que ellos estuvieron vigilando el uso correcto de los recursos, que implica que se ejercieran a tiempo y que todo se fuera documentado debidamente. Hubo omisión de la Contraloría, sin duda alguna. El hecho de que apenas vayan a solventar (comprobar), cuando ya casi acaba 2020 habla también de un gran desorden administrativo interno. Con algo más: ¿para qué sirven entonces los departamentos de planeación que hay en cada dependencia?
En estos casos, la ASF normalmente se auxilia del Órgano de Fiscalización Superior del Estado de Veracruz para fiscalizar el uso de recursos, por lo que por lo menos la titular del organismo, Delia González Cobos, actuó responsablemente –eso creo– no tratando de tapar nada, investigando y documentando todas las anomalías que permitió Santoyo, documentación que debió haber entregado a la Auditoría, y de ahí vino el apretón.
Que no les cumplieron
Al final de la columna de ayer comenté que los diputados de la oposición podrían ser cañoneados para que no exijan cuentas a los funcionarios cuando comparezcan para glosar el II Informe de Gobierno. ¡Nones!, que me responden algunos de ellos. Algunos de esos diputados me comentaron ayer que, según su dicho, por el bien de Veracruz (como decía don Fernando) el año pasado estuvieron dispuestos a no ponerse exigentes, además porque era el primer año de ejercicio y porque, sí, aceptan, les ofrecieron bajarles la luna y las estrellas. Pero aseguran que no les cumplieron ni uno solo de los ofrecimientos. ¿Sabe cuándo nos volverán a agarrar?, me expresaron.
Por lo que se ve, son mal pagadores o todo quieren gratis y no les gusta pagar. Entre algún sector de la prensa corre el comentario, sotto voce, de que están pidiendo apoyo a algunos periodistas para que promueven a su partido Morena y a sus próximos candidatos. La respuesta, igual, ha sido contundente: ¡Nones! O, bien, les han respondido: sí, pero si pagan por adelantado. ¡No les quieren dar crédito a la palabra!