Veracruz, refugio y referencia

Sin tacto

Por Sergio González Levet

El Puerto de Veracruz, si no el que más, es uno de los lugares más importantes en la historia y la sociopolítica de México. Seguro estarán de acuerdo conmigo en eso las sapientes lectoras, los candorosos lectores y todos quienes viven o añoran este rinconcito de patria.

Y en esa condición, Veracruz ha sido a lo largo de nuestra historia un refugio y un punto estratégico que ha funcionado de maravilla para los fines patrios.

El que empezó con esa costumbre fue su propio fundador, Hernán Cortés, quien concibió a la Villa Rica de la Vera Cruz como un bastión desde el que podría defender a sus fuerzas, evitar el exterminio de su ejército y, por el contrario, recibir recursos humanos y materiales que acrecentaran su fuerza de ataque en el sueño de conquistar el imperio mexica y las naciones aledañas de una región cien veces más grande que España.

Benito Juárez se atrincheró en Veracruz en 1859 durante la Guerra de Reforma y el 28 de julio de ese año creó el Registro Civil, cuya primera acta de nacimiento fue de una hija suya, Jerónima Francisca Juárez Maza, quien nació el 1º de octubre de 1860 y sólo sobrevivió 21 meses.

Otro mandatario urgido, Venustiano Carranza, también huyó hacia Veracruz en noviembre de 1914, cuando los ejércitos de la Soberana Convención Revolucionaria, es decir, los villistas y los zapatistas, lo desconocieron como Presidente de México y tomaron la ciudad de México.

Al igual que don Benito, Carranza aprovechó los recursos financieros que proveía la aduana del Puerto, la más importante del país en esa época, al igual que ahora, para financiar a su ejército, además de que contaba con el apoyo militar de su yerno, el general Cándido Aguilar, que era el hombre fuerte del estado.
Bueno, hasta Agustín Lara tomó a Veracruz como el amparo para sus penas mayores, y en reciprocidad desde esta tierra hizo canciones inmortales.
Todo el mundo quiere regresar a Veracruz, y se explica por el espíritu inigualable de su gente, esforzada y alegre, trabajadora y fiestera.

No obstante, en la historia actual han cambiado algo las cosas. Pensemos en el hipotético e improbable caso de que el presidente López Obrador tuviera que salir huyendo de la CdMx y buscara un abrigo para rehacerse. En Veracruz no encontraría una economía sana, ni un pueblo convencido de su gobierno, ni menos las condiciones para armar milicias a su favor. Tal vez se iría mejor a Dos Bocas, Tabasco, o a algún lugar de la sierra oaxaqueña, o a una ciudad fronteriza del norte, donde pudiera recibir el apoyo de su amigo “Trun”.

Es seguro que el último lugar del mundo al que acudiría sería nuestro Veracruz, y es que como lo tiene Cuitláhuac, ni para acercarse…

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