- Astrolabio Político
/ Por: Luis Ramírez Baqueiro /
“No es difícil tener éxito. Lo difícil es merecerlo”. – Albert Camus.
En tiempos donde la narrativa pública suele moldearse más por percepciones que por evidencias, el más reciente informe de México Evalúa coloca a Veracruz en un punto incómodo para quienes han construido su discurso desde la estridencia, la desinformación y la negación sistemática de los avances.
Según los resultados del Balance de Violencia Letal 2024-2025, la entidad gobernada por Rocío Nahle García no solo mantiene una tendencia sostenida a la baja en violencia letal, sino que se consolida entre los estados más seguros del país. Y lo hace en tan solo 11 meses de administración, un dato que, por sí mismo, obliga a revisar con seriedad el panorama.
Los números son claros. Con una tasa de 26.8 víctimas de violencia letal por cada 100 mil habitantes, Veracruz ocupa el lugar 26 de 32 entidades federativas. En un país donde las comparaciones suelen ser injustas —porque se contrastan realidades profundamente desiguales—, este indicador coloca a la entidad muy por debajo de los focos rojos nacionales: Baja California, Sinaloa, Morelos o Guanajuato. No se trata de una casualidad ni de un golpe de suerte; el informe es contundente al clasificar a Veracruz dentro de las entidades con tasas inferiores al promedio nacional y, además, con una tendencia anual a la baja de -4.5%, categoría identificada como “positiva”.
El mérito no es menor. La caída en la violencia letal no ocurre por inercia ni por generación espontánea: responde a un proceso de coordinación institucional entre el Gobierno del Estado y la Federación, estrategias de contención territorial y un ordenamiento interno que tradicionalmente había sido el talón de Aquiles de Veracruz. El estado dejó de comportarse como un territorio fragmentado para convertirse en un espacio donde las instituciones mandan mensaje de estabilidad.
Mientras tanto, el contexto nacional también muestra señales de recuperación. Feminicidio, homicidio doloso y delitos vinculados a la violencia letal registran descensos que van del -4.9% al -17.7%, un comportamiento que refuerza la idea —incómoda para algunos sectores— de que México no está hundido en una crisis generalizada, como ciertos actores políticos insisten en repetir para construir capital electoral.
México Evalúa, con su rigor metodológico, señala algo que desde hace años debería ser evidente: la violencia en el país es regional, no sistémica. Se concentra en unos cuantos estados que viven dinámicas criminales específicas y que arrastran rezagos institucionales crónicos. En contraste, entidades como Veracruz exhiben control, estabilidad y capacidades en ascenso. Reducir la realidad del país a la narrativa apocalíptica de unos pocos no solo es impreciso, sino profundamente irresponsable.
Por ello llama la atención que, pese a estos resultados verificables, persistan campañas de desinformación orientadas a instalar la idea de un Veracruz en crisis. Es la misma maquinaria de siempre: voces desabridas, actores políticos derrotados por la vía electoral y mediática que hoy, sin agendas reales y sin capacidad de transformar nada, se aferran a recuperar el poder aun cuando su papel ha quedado relegado a mero acompañamiento. Su último recurso es fabricar percepciones, porque los datos, esos que no admiten discurso fácil, no los acompañan.
La administración de Rocío Nahle García cierra sus primeros 11 meses con un balance sólido en materia de seguridad. No es una victoria absoluta —ningún estado puede cantar victoria en un país con desafíos estructurales—, pero sí un avance contundente, medible y verificable. En un entorno saturado de infodemia, es sano recordar que la seguridad se evalúa con cifras, no con berrinches políticos.
Veracruz no está en el caos. Veracruz está avanzando. Y los datos lo respaldan.
Al tiempo.
“X” antes Twitter: @LuisBaqueiro_mx












