Verónica Flores Cabrera, otro caso de feminicidio en CDMX.

*Los familiares de Verónica Flores no han podido despedirla pese a que su cuerpo fue identificado hace días; los trámites y la burocracia hacen más grande su dolor mientras el presunto feminicida sigue libre

Aleta Violeta.

Itzel Cruz Alanís | Twitter: @i_alaniis

Verónica Flores Cabrera se había titulado con mucha ilusión del Instituto Politécnico Nacional, estudió la carrera en relaciones comerciales y trabajaba como ejecutiva en una distribuidora eléctrica.

El primero de abril, la mujer de 28 años salió con quien era su novio desde hace 4, Dorian Angelo N, pero no volvió con su hijo, sus padres y su hermano que la esperaban en casa en la alcaldía Gustavo A. Madero.

Horas después de no ser localizada, los allegados comenzaron a intercambiar mensajes con el número de teléfono de Vero. Estaban hablando con alguien que se hizo pasar por ella, incluso, la persona que estaba del otro lado prometió llegar a un punto para encontrarse con su hermano y su cuñada, pero eso no ocurrió.

El lunes 3 de abril, apenas dos días después de que se perdió su rastro, Dorian N llamó a Iván, el hermano de la joven, para preguntarle por Verónica. Le dijo que la había llevado al metrobús Villa de Aragón, pero que no se percató si se había o no subido, el sujeto cambió la versión que había sostenido hasta ese momento.

Luego de acudir a la fiscalía de personas desaparecidas en la Ciudad de México, la gente cercana a Vero decidió bloquear Ticomán e Insurgentes para exigir su localización. Esa tarde noche fueron encapsulados y replegados por policías capitalinos para que liberaran las vialidades.

Los quitaron sin darles una respuesta.

Ese mismo día, durante la investigación que sigue en desarrollo, hubo un hallazgo en unos caminos de terracería del Estado de México. La autoridad no notificó a la familia que encontraron a Verónica, lo mantuvieron en sigilo mientras la madre y el hijo de la joven se realizaron pruebas de ADN.

Casi 20 días después, la confronta genética arrojó que el hallazgo era positivo. Verónica había sido encontrada, pero sin vida.

La familia no entiende por qué tardaron tantos días en decírselos.

Hasta ahora, la indagatoria arroja que la víctima habría ingresado a un domicilio en el municipio de Nezahualcóyotl, pero no salió. Así lo constatan cámaras privadas de vecinos de la zona. También las imágenes revelan que habría una segunda persona implicada, un sujeto que todo el tiempo se cubre el rostro con la capucha de la sudadera, presuntamente se trataría del hermano de Dorian N.

Dorian N, es conductor de taxi de aplicación. El vehículo ya está dentro de la indagatoria, pues en su interior se encontraron manchas de sangre, pero los peritos dicen que no fue una cantidad suficiente para determinar su origen.

Hay dos carpetas de Investigación abiertas, una por el delito de desaparición forzada en la CDMX, por la que la fiscalía capitalina ya emitió una orden de aprehensión contra la ex pareja de Verónica.

En el Edomex, la entidad número uno en feminicidios a nivel nacional, se investiga este delito, pero no se ha lanzado ninguna orden de aprehensión contra quien o quienes resulten responsables.

Al día de hoy la familia no ha podido despedir a Verónica. No les han entregado el cuerpo para velarlo y sepultarlo.

El dolor está en pausa porque mientras se investiga lo que ocurrió aquella noche del primero de abril, tienen que estar al pendiente de la burocracia, de todos esos trámites que ponen en un rincón la tristeza y la rabia de las víctimas colaterales de la violencia en México. Papeles que al final no sirven de nada porque la justicia queda a medias.

¿Dónde está Dorian Angelo? ¿Por qué no aparece? ¿Cómo es posible que este hombre, padre de un menor de 13 años haya cambiado muchas veces su testimonio y que las autoridades no lo hayan detenido aún con las pruebas de su presunta participación en los hechos?

Estas y muchas más son las preguntas sin respuesta de la familia de Verónica Flores Cabrera, una víctima más del México indolente donde las desapariciones y los feminicidios son cada vez más comunes.

No olvidemos su nombre hasta que aquel o aquella que le quitó la sonrisa esté tras las rejas y se haga responsable.

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